El 23 de marzo de 1964, con sede en la calle Holanda 13, Coyoacán, en la ciudad de México, se fundó la casa de la Cámara Nacional de la Industria Editorial (Caniem). Antes del nacimiento de este organismo gremial, los editores de libros tenían que inscribirse en el Registro Industrial de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, en la Sección Trece, y los editores de periódicos y revistas en la Sección de Industrias Varias. Los editores de libros y muchos libreros ya se habían agrupado en el Instituto Mexicano del Libro* A.C. y los editores de libros, periódicos y revistas, así como los distribuidores de estas publicaciones, en la Asociación Mexicana de la Industria Editorial, A.C.
A fines de 1962, el Consejo Directivo de esta Asociación, presidido por Rafael Reynoso y Martínez, convencido de la necesidad de constituir una Cámara Industrial que representara de modo exclusivo los intereses de su gremio, se dirigió al Consejo Directivo del Instituto Mexicano del Libro, cuyo presidente era Fernando Rodríguez Díaz, para invitarlo a participar en la creación de la Cámara. Para que la Secretaría de Industria y Comercio aprobara la constitución y el funcionamiento de la Cámara, se organizó un Consejo Directivo de carácter provisional y fueron elegidos Rafael Reynoso como Presidente y Fernando Rodríguez como Presidente Adjunto. Rafael Servín Arroyo, Gerente de la Asociación Mexicana de la Industria Editorial, formuló la solicitud dirigida a la Secretaría de Industria y Comercio y proyectó los estatutos para reglamentar el funcionamiento de la Cámara. Los trámites y gestiones ante la Secretaría de Industria y Comercio concluyeron en el transcurso de 1963. La mayor parte de las empresas editoriales que se incorporaron a la Cámara se localizaban en el Distrito Federal y el área metropolitana. Entre los socios fundadores del interior de la República cabe mencionar a la editora del Heraldo de San Luis Potosí, de Aguascalientes y de León, así como la de El Mundo de Tampico.
El 10 de febrero de 1964 se autorizó finalmente la constitución de la Cámara. En la sesión correspondiente al 4 de marzo del mismo año, se nombró al Lic. Rafael Servín Arroyo como Gerente del organismo. Como asesores del Organo Directivo fueron nombrados, entre otros, los señores Luis Novaro, Manuel Becerra Acosta y Rómulo O'Farrill padre.
Comenta Servín Arroyo que la Cámara Nacional de la Industria de Transformación se inconformó con la resolución de la Secretaría de Industria y Comercio que autoriza la creación y el funcionamiento de la Cámara Nacional de la Industria Editorial y puso en práctica medidas para entorpecer la campaña de afiliación iniciada por la Cámara a nivel nacional: envió comunicaciones para evitar que los editores de libros, periódicos y revistas se inscribieran en la nueva Cámara Industrial.
En 1964 se constituyó un patronato en el que participaron la Cámara, el Instituto Mexicano del Libro y la Asociación Mexicana de la Industria Editorial, con el fin de organizar la Exposicion Editorial del Continente Americano. Del 7 al 10 de agosto de 1973, con motivo de la 55a. Convención Anual de la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués, la Cámara montó una exposición de libros en el Hotel del Prado, donde participaron 19 editoriales mexicanas y 4 extranjeras.
La Cámara ha participado en actividades promocionales de la producción editorial mexicana en el exterior, como el Festival del Libro Mexicano, celebrado en San José de Costa Rica, del 27 de septiembre al 6 de octubre de 1973. En 1979 y hasta 1993, organizó el Festival Mundial de la Lectura. En 1994, las autoridades responsables ya no rentaron el pasaje subterráneo del Metro Zócalo-Pino Suárez, donde, al igual que la Feria Metropolitana del Libro*, se llevaba a cabo el Festival, que fue suspendido desde entonces. El Festival se celebraba a partir del 12 de noviembre, como uno de los actos para conmemorar el Dia Nacional del Libro.
Cabe señalar aquí que El Día Nacional del Libro fue instituido por Decreto Presidencial publicado el 6 de noviembre de 1979, durante la presidencia de José López Portillo, para conmemorar el nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz. El objetivo del festejo es “dar mayor divulgación al libro a nivel nacional, promover el hábito de la buena lectura y mejorar el nivel de educación”. Además del Festival Mundial de la Lectura, que se celebraba con motivo de ese día, la Asociación Nacional de Libreros, con el apoyo de distintas personas e instituciones, edita cada año un libro cuya venta está prohibida y que se distribuye de forma gratuita. El primer libro se publicó en 1979. Entre los títulos que se han editado, cabe mencionar La querella de México y A orillas del Hudson (1984), de Martín Luis Guzmán, con un prólogo de Antonio Castro Leal; 450 años de la imprenta tipográfica en México (1988), de Antonio Pompa y Pompa; Crónica de los prodigios. La naturaleza (1990) y Crónica de los prodigios. La huella del hombre (1991), ambas compilaciones de Felipe Garrido.
En la actualidad, la Cámara, entre otras muchas actividades (como la edición y distribución de libros), organiza la Feria Metropolitana del Libro.
Hasta 1992, la Caniem tuvo 16 presidentes, entre los que se cuentan Rafael Reynoso y Martínez (1964-1966), Raymundo Ampudia del Valle (1966-1968), José Luis Ramírez Cota (1982-1984), Francisco Trillas Mercader (1986-1988) y Luis Gerardo Fernández Pérez (1990-1992). Entre los últimos que han desempeñado el cargo, se encuentra Julio Sanz Crespo.
La casa de Alfonso Reyes comenzó a construirse en 1938. Su amigo Manuel Toussaint puso la primera piedra de la obra arquitectónica ubicada en Benjamín Hill 122, en la Ciudad de México. Enrique Díez-Canedo la bautizó como Capilla Alfonsina por considerarla un santuario del saber alfonsino. Reyes no ocupó la casa sino hasta 1939, al abandonar el servicio diplomático.
En 1972, trece años después del fallecimiento de Alfonso Reyes, la casa-museo pasa a ser patrimonio nacional. En 1973, la Capilla empezó a funcionar bajo los auspicios del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)*.
En 1992, la Capilla Alfonsina pasó a formar parte del Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura "José Joaquín Fernández de Lizardi", instancia que sustituyó a la Dirección de Literatura del INBA* como auspiciadora de la Capilla.
Según Alicia Reyes, directora de la Capilla desde su creación, las funciones de este centro son fomentar los estudios literarios, ofrecer la biblioteca abierta al público y la casa museo de Alfonso Reyes".
En la Capilla Alfonsina de la Ciudad de México había un excedente de libros, por lo que se decidió abrir una nueva, que estaría ubicada en la ciudad de Monterrey, de donde era originario Alfonso Reyes. En 1981, parte del acervo del escritor fue trasladado a la Capilla Alfonsina (Monterrey, Nuevo León)* de Nuevo León.
Desde 1973, la Capilla Alfonsina es la sede de la Sociedad Alfonsina Internacional, organizadora del Premio Internacional Alfonso Reyes*.
En la actualidad, la Capilla da servicio de biblioteca y ofrece visitas guiadas para alumnos de escuelas públicas y privadas. También se organizan presentaciones de libros, conferencias, homenajes; se ofrecen talleres literarios de creación de narrativa y poesía, y se realizan análisis sobre la obra de Alfonso Reyes.
La Capilla cuenta con un grupo de investigadores nacionales e internacionales, entre los que se encuentran Fernando Curiel, José Luis Martínez, Emmanuel Carballo, Héctor Perea, Paulette Patout, James W. Robb, Serge Ivan Zaitzeff, Fred P. Ellison, Helia María Corral.
El 13 de noviembre de 1980 se concluyó la construcción de la llamada Capilla Alfonsina, que funciona como Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). La biblioteca se ubica en la ciudad universitaria y lleva este nombre en honor de Alfonso Reyes. El director de la Capilla es Porfirio Tamez Solís.
La Biblioteca consta de varios acervos, entre los que cabe mencionar el de consulta, con diccionarios y enciclopedias; la sala general, donde se manejan textos de todas las disciplinas, excluyendo las humanidades; la sala de ciencias jurídicas, y la sala de literatura, donde propiamente se encuentra la biblioteca personal de Alfonso Reyes, así como las obras que él publicó. Esta sala se ha enriquecido con los fondos de Ricardo Covarrubias, Pedro Reyes Velázquez y con un fondo de humanidades que se ha ido creando.
La Capilla también cuenta con hemeroteca y mapoteca, así como con una Coordinación de Eventos Culturales, donde se programan exposiciones, presentaciones de libros, visitas guiadas, entre otras actividades que se realizan en los vestíbulos principales de la Capilla.
Originalmente, la Biblioteca Universitaria, como se le llamaba antes, se encontraba en el Instituto de Investigaciones Científicas, cerca del Obispado. Fue inaugurada en 1952, pero su inauguración académica oficial tuvo lugar en septiembre de 1953, con una conferencia del historiador Arturo Arnáiz y Freg.
El acervo de esta biblioteca se formó con algunos libros que provenían de la Biblioteca Pública del Estado (creada en 1882) y con los libros de la biblioteca del exobispo de la ciudad de León, Guanajuato, el bibliógrafo Emeterio Valverde y Téllez. La Biblioteca Universitaria contó, en sus inicios, con más de cuarenta mil volúmenes y en 1957 se trasladó a los bajos del Monumento a Escobedo. Fue en ese año cuando se le denominó "Alfonso Reyes" y el propio escritor develó la placa con su nombre.
En octubre de 1953 apareció el órgano mensual de la Biblioteca Universitaria, auspiciado por el Patronato Universitario y titulado Inter Folia. Su director fue Israel Cavazos Garza, director también de la Biblioteca. Entre sus propósitos destacaba el de mantener contacto periódico con los donantes y usuarios. Años después, como homenaje a Alfonso Reyes en su jubileo, se incorporó un suplemento coleccionable con el Catálogo de Índices de los libros de Alfonso Reyes, prologado por Alfonso Rangel Guerra.
Entre mayo y julio de 1991, la Capilla Alfonsina editó el primer número de la nueva época de Inter Folia, cuyo subtítulo es "Revista de la Capilla Alfonsina, Biblioteca Universitaria".
[Revista de Literatura (1979-1985)]
REDACCIÓN: Diego Jáuregui, Carlos Mapes, Juan Carlos Mena, Pablo Mora, Álvaro Quijano y Pedro Serrano
DISEÑO: Juan Carlos Mena
DOMICILIO: Augusto Rodin 478, Mixcoac, México, D. F
PERIODICIDAD: trimestral
Con ilustraciones
Cartapacios no contó con un director durante sus seis años de vida y tampoco presenta declaración de principios. Fue una revista dedicada fundamentalmente a la publicación de textos literarios (en particular, de cuento y poesía) de jóvenes escritores mexicanos, y en ocasiones se incluían entre sus páginas materiales de creación de escritores extranjeros, traducidos por algún miembro de la Redacción. El título de la publicación está tomado de un fragmento del capítulo IX de El Quijote, que aparece como epígrafe en cada entrega de la revista y en el que se lee: "Llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero...".
En los cuatro primeros números se ofrecía un índice de colaboradores, dividido en las dos secciones fijas que componían la revista: "Obra escrita" y "Obra gráfica". El número cinco no conserva las secciones, pero publica comentarios, reseñas, noticias sobre exposiciones y conferencias bajo el título "Notas", rubricadas por sus autores, y está dedicado casi por completo a la publicación de sonetos de escritores jóvenes. El número seis conserva la sección "Notas", pero retoma también las antiguas secciones bajo el rubro de "Textos" y "Gráfica". Las siguientes entregas, y hasta el número 11, varían respecto de la clasificación de los materiales por secciones. A partir del número 9, la revista cambia de domicilio a Cerro del Tesoro 135, Coyoacán.
A finales de 1985, la revista entra en una "Nueva época" que sólo dio a la luz un número; su formato se amplía, presenta una portada llamativa elaborada por Mario Trejo y se forma una nueva Redacción, integrada por Alicia García Bergua, Jaime Moreno Villarreal, Fabio Morábito, Ena Lastra, Pedro Serrano, Carlos López Beltrán, Francisco Segovia y Manuel Andrade. El número está dedicado en su totalidad a la publicación de textos de creación, en su mayoría escritos por los miembros de la Redacción. En sus seis años de vida, la publicación estuvo profusamente ilustrada por distintos artistas plásticos.
El 12 de junio de 1539 se firmó, en Sevilla, el contrato entre el impresor alemán Juan Cromberger y el italiano Giovanni Paoli (mejor conocido como Juan Pablos) para llevar a cabo el traslado e instalación de la primera imprenta de América en la Ciudad de México. Ubicada en Licenciado Verdad no. 10, la Casa de las Campanas, llamada así porque había funcionado como taller, fue la sede de la primera imprenta hasta principios del siglo XVII. Durante este siglo y el siguiente, la Casa fue propiedad de las monjas del Convento de Santa Teresa la Antigua, quienes, finalmente, la enajenaron a un particular, el cual dividió la propiedad original en cuatro partes.
La Casa cambió constantemente de dueños hasta el 21 de octubre de 1981, cuando el Gobierno Federal, con motivo de los trabajos de restauración del Centro Histórico, adquirió el inmueble. Posteriormente, en 1988, la Casa pasó a formar parte del patrimonio inmoviliario de la Universidad Autónoma Metropolitana, que emprende los trabajos de restauración y rehabilitación.
La Casa entró en funcionamiento el 16 de mayo de 1994, como un proyecto de la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)*. Se trata de un espacio de usos múltiples donde se ofrecen exposiciones de artistas de talla internacional, mesas redondas, conferencias, presentaciones de libros, seminarios, talleres, actividades teatrales, diplomados y todo tipo de actos culturales. Muchas de estas actividades se realizaban antes en la Galería Metropolitana, en la calle de Medellín, pero fueron abandonadas en 1990 y a partir del 16 de mayo de 1994 se trasladaron a la Casa de la Primera Imprenta.
Durante los trabajos de restauración se encontró una serie de piezas prehispánicas, coloniales y del siglo XIX, las cuales se exponen permanentemente en el "Museo de sitio" de la casa. El inmueble también cuenta, entre otros espacios, con el "Museo de las ciencias", la "Sala de artes plásticas", una "Sala de lectura", el "Aula Juan Pablos", el Aula Magna "Ignacio Manuel Altamirano", la sala "Sor Juana Inés de la Cruz", las salas de exposiciones temporales "José Guadalupe Posada", y la "Rectoría general", que funciona como estancia-oficina del Rector general de la UAM.
Esta Casa fue fundada en mayo de 1993. En ella se concentra el Departamento de Estudios Literarios (antes Centro de Estudios Literarios) de la Universidad de Guadalajara. Su directora fundadora fue Dulce María Zúñiga.
La Universidad compró la biblioteca personal de Ignacio Arreola y formó un acervo literario en proceso de expansión.
En la Casa se llevan a cabo diversas actividades. Los "Jueves de arte" están destinados a todo tipo de actividades relacionados con las letras y las artes en general. Además de investigación literaria, la Universidad realiza ahí, por medio de su departamento de Extensión Universitaria, numerosas exposiciones plásticas, conferencias, seminarios, talleres, presentaciones de libros. Conferencistas nacionales y extranjeros se dan cita en esta Casa para impartir seminarios y cursos sobre temas relacionados con la literatura. Asimismo, la Casa, a través del departamento de Literatura, coordina el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Juan Rulfo"*. También ha tenido bajo su responsabilidad la organización de la Cátedra Julio Cortázar, y es la sede de la maestría de Literatura del Siglo XX y del doctorado en la misma especialidad, iniciado en septiembre de 1995.
El edificio de la Casa del Lago, ubicado en las márgenes del lago menor del Bosque de Chapultepec, fue construido e inaugurado en 1908 por José Ives Limantour para albergar al Automóvil Club. En 1915, Carranza lo expropió y lo asignó a la Junta Superior del Bosque de Chapultepec. Luego, durante el mandato de Obregón, fue la residencia de Adolfo de la Huerta, pero su distanciamiento del caudillo lo obligó a desocuparlo a fines de 1923. A partir de entonces, la construcción pasó a ser patrimonio de la Secretaría de Agricultura y Fomento, que instaló ahí las oficinas de la Comisión Nacional de Irrigación y, en 1929, las de la Dirección de Estudios Biológicos.
Ese mismo año, con la autonomía universitaria, el gobierno encomendó a la Universidad algunas entidades de carácter cultural, entre ellas el Instituto de Biología, que ocupó el edificio de la Casa del Lago hasta 1954, fecha en la que se inició el traslado de las dependencias de la Universidad a Ciudad Universitaria. Fue entonces cuando la Casa del Lago se destinó para centro cultural, el primero de su tipo en América Latina, ubicado fuera de las instalaciones universitarias. Con el tiempo, los logros de la Casa del Lago en el ámbito cultural darían pie a la fundación del Museo Universitario del Chopo* y del Palacio de Minería, que también dependen de la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)*.
Desde entonces, la Casa del Lago tuvo como objetivos estimular la inquietud artística mediante talleres, cursos y seminarios de libre acceso (sin necesidad de que el individuo inscrito a ellos requiriera estudios previos), así como apoyar y producir diversas manifestaciones culturales de calidad (no sólo de artistas reconocidos), tales como teatro, cine, exposiciones de artes plásticas, literatura, música, danza, entre otras.
En sus inicios, Juan José Arreola fungía como director y responsable del proyecto; Alberto Híjar guiaba y comentaba al público las exposiciones de pintura; Miguel González Avelar cumplía las funciones de subdirector y publicó el boletín semanal de Casa del Lago en el que se anunciaban los eventos; Lourdes Compean fue responsable de la organización de diversas actividades; y Juan José Gurrola se encargaba de dirigir las lecturas de poesía y, más tarde, las sesiones de teatro leído.
El primer domingo que Casa del Lago abrió sus puertas como centro cultural, el programa contenía un recital de poesía española, una lectura de textos de Juan Ramón Jiménez presentados por Tomás Segovia, otra lectura a cargo de Pilar Pellicer, una exposición llamada "La arquitectura en México" y la presentación de los fotomurales de Dalí. A partir de entonces se inauguraron otros servicios: concursos de ajedrez al aire libre, préstamo de libros, acervo de materiales hemerográficos abierto al público, actividades infantiles y lecturas de poemas. En estas primeras sesiones participaron artistas e intelectuales.
Durante la inauguración oficial (que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1959) se realizó una exposición de obras maestras del Renacimiento, y sobre el lago se colocó un escenario flotante que sirvió de tablado para la presentación de la Escuela de Danza de la Unidad Artística y Cultural del Bosque de Chapultepec, encabezada por Josefina Lavalle. Además, Gurrola y Arreola, subidos en una panga, recitaron fragmentos de la "Suave Patria" de López Velarde.
Meses más tarde, las actividades se multiplicaron: hubo lecturas de poesía, presentaciones de grupos corales, audiciones de música clásica, funciones de cine, y los jardines sirvieron de escenario a grupos folklóricos y otras manifestaciones populares. En 1960 se inauguró la Galería del Sótano con pinturas de Salvador Pinoccelly, y a partir de entonces se organizaron mesas redondas abiertas al público en las que se trataban problemas sociales o artísticos. Se realizó también un ciclo de conferencias titulado "La nueva generación", con charlas sobre la obra de jóvenes dedicados a las artes.
Al inicio de 1961, Tomás Segovia ocupó, a partir de entonces y hasta 1963, el puesto de Arreola. Él continuó el proyecto y programó actividades todos los días (antes sólo se realizaban durante el fin de semana). Durante las tardes se abrieron diversos talleres artísticos y literarios, entre los que se encontraban: "Iniciación a la literatura", por Antonio Alatorre; "Iniciación a la música", por Juan Vicente Melo; "Iniciación a la poesía", impartida por el propio Segovia, e "Iniciación a las artes plásticas", a cargo de Alberto Híjar. Se creó un ciclo de conferencias titulado "Nuestro tiempo", en el que estuvieron presentes creadores y artistas de la talla de Rosario Castellanos, José de la Colina, Salvador Novo y Juan de la Cabada, entre otros. Se impulsó también a músicos jóvenes y surgió la serie de eventos titulada "Nueva música en México" y se organizó el "Convivium Musicum", que estaba integrado por un conjunto de artistas no profesionales dedicados a la música barroca. Además, se promovió la creación de un Club de Amigos de Casa del Lago, integrado por alumnos, que organizó tres series de conferencias tituladas "La voz de los estudiantes".
Durante ese periodo destaca particularmente el papel que Casa del Lago dio al teatro: siguiendo la veta abierta con Poesía en voz alta*, se llevó a escena La hija de Rappaccini de Octavio Paz; se estrenó Bajo el bosque blanco de Dylan Thomas -traducida por Gurrola (quien también la dirigió) y por Pixie Hopkins-, y una obra de Tomás Segovia titulada Zamora bajo los astros, dirigida por José Luis Ibáñez.
A principios de 1963 se nombró responsable de Casa del Lago a Juan Vicente Melo, quien promovió distintas actividades, entre las que destacan: la exposición llamada "Juan Soriano y el teatro", con los trabajos realizados por el pintor durante su participación en Poesía en voz alta; conciertos en los que participaron los miembros del Taller Carlos Chávez y el Grupo Nueva Música; el estreno de una pieza del músico del siglo XVIII, Antonin Rejcha; un espectáculo de Gurrola, compuesto por música de Jazz y poemas de Paz; un homenaje a Luis Cernuda; conferencias literarias tituladas "Los grandes personajes de la literatura mundial"; la puesta en escena de las siguientes obras: Woyseck, de George Büchner (dirigida por Héctor Mendoza e interpretada por el grupo "Teatro 63" formado por los actores Fernando Curiel, Manuel Ojeda, Angelina Peláez y Claudia Millán); La moza del cántaro, de Lope de Vega (dirigida por José Luis Ibáñez), y La cantante calva, de Ionesco, con escenografía de Gurrola. Juan Guerrero se encargó de organizar los ciclos de cine, y ese año Casa de Lago fue premiada por la Asociación de Críticos de Teatro y Música por haber promocionado conciertos de alta calidad de música del siglo XX. Durante los cuatro años en los que Melo fungió como director (1963-1966), la Casa del Lago fue considerada uno de los espacios más importantes de la vanguardia artística e intelectual de nuestro país.
Cuando Gastón García Cantú sustituyó a García Terrés en la dirección de Difusión Cultural de la UNAM, en 1966, pidió a Melo su renuncia a Casa del Lago. Esto provocó que un grupo importante de intelectuales (entre ellos, los pertenecientes a la Generación del Medio Siglo*) manifestara su indignación en distintos medios culturales y periodísticos. Se nombró director de Casa del Lago a Héctor Azar y Melo tuvo que abandonar su puesto. El nuevo director fundó el Centro de Teatro Clásico, dirigido por José Luis Ibáñez, y el Club musical de la Casa del Lago; Arreola se encargó del ciclo de autobiografías; se construyó el teatro al aire libre y se le dio un importante papel al teatro de búsqueda.
De nueva cuenta, en 1970 el cambio de rector de la UNAM trajo consigo un cambio en la dirección de Casa del Lago: Azar dejó su cargo ese año y fue sustituido por el arquitecto Benjamín Villanueva. Durante esa época, José Antonio Alcaraz se encargó de la planeación de los conciertos de música clásica y Miguel Bernal Matus formó la Camerata de la Casa del Lago.
En 1975, Villanueva dejó su cargo, que fue ocupado por Hugo Gutiérrez Vega durante un año y medio. Las actividades de Casa del Lago se habían dividido en cine, exposiciones, música, conferencias, teatro, cursos o talleres libres, ajedrez y el servicio de hemeroteca. La dirección de Gutiérrez Vega dio apoyo al teatro, en particular al de vanguardia; muestra de ello fue la puesta en escena de Roberte esta tarde, de Pierre Klossowsky.
Juan Garzón Bates sustituyó a Gutiérrez Vega en 1977 y Nicolás Núñez fue nombrado subdirector. Ambos siguieron el proyecto de su antecesor hasta agosto de 1978, cuando Arturo Azuela ocupó el puesto de director. Su gestión, que duró seis meses, apoyó sobre todo los espectáculos infantiles, como guiñol, pantomima, marionetas y talleres de teatro y pintura, entre otras actividades. Ese año, se escenificó Piedra de sol y La hija de Rappaccini, de Paz. Azuela también organizó, junto con el INBA, el Primer Encuentro Nacional de Talleres Literarios, y el Pen Club* -presidido por Julieta Campos- ocupó el edificio anexo a Casa del Lago.
En enero de 1979, Azuela deja su lugar a Eduardo Lizalde, quien ocuparía la dirección durante tres años. Entre las actividades que se realizaron durante ese periodo cabe destacar el homenaje a José Revueltas, la proyección de películas de arte (programadas por Adolfo García Videla), la celebración del centenario del nacimiento de Virginia Woolf, un homenaje al grupo de los Contemporáneos* y la escenificación de la versión teatral de Sergio Magaña sobre La Dama de las camelias.
En abril de 1982, Fernando Arechavala asume el cargo de director; durante su administración sobresale el montaje de la exposición titulada Salvemos al Bosque, la muestra dedicada a los poetas del Estridentismo* y la conmemoración de los 25 años de Casa de Lago.
En 1985, René Avilés Fabila quedó a la cabeza de Difusión Cultural, y la Casa de Lago estuvo a cargo de Gerardo de la Torre, con Gloria Valdez como subdirectora. Durante su administración se realizaron, entre otras cosas, una serie de eventos para celebrar el Año Internacional de la Juventud. En 1986, tanto de la Torre como Avilés Fabila renunciaron a sus respectivos puestos, y la Coordinación de Extensión Universitaria de la UNAM -dirigida por Fernando Curiel- asumió el manejo de Difusión Cultural. Casa del Lago quedó a cargo de José Benítez, quien fungió como director interino hasta fines de septiembre de ese año, cuando se nombró a José Rovirosa, quien se mantuvo como director hasta 1989.
A partir de entonces, con el ingreso de Gonzalo Celorio a la dirección de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, Rafael Segovia Albán se hizo cargo de Casa del Lago, puesto que desempeñó hasta 1993. Después, el cargo fue ocupado por Raymundo Figueroa López y actualmente la directora es Carmen Carrara.
Cuando el poeta Ramón López Velarde perdió la casa familiar de Jerez, Zacatecas, durante la Revolución, envió a su madre y a sus hermanos a la ciudad de México. Ahí, se les localizó una vivienda en renta, en la calle de Jalisco, hoy Álvaro Obregón 73, domicilio donde se encuentra actualmente la Casa del Poeta. El 10 de enero de 1914, López Velarde se reuniría con su familia en este domicilio. Ahí permanecería hasta su prematura muerte, acaecida en 1921.
El inmueble estaba, a principios de siglo, dividido en pequeños departamentos ofrecidos en renta. No está claro qué parte del edificio habitó la familia. Durante años, la casona siguió dividida en secciones y habitada por distintos inquilinos.
Como vivienda popular, sin cuidados y bastante deteriorada, la casa donde habitara el poeta fue seriamente dañada por el terremoto de 1985.
Un grupo de escritores decidió solicitar la reconstrucción de la casa y su conservación en homenaje a López Velarde. Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Guillermo Scheridan, entre otros, propusieron a las autoridades del Departamento del Distrito Federal la adquisición del inmueble para su remodelación y conservación. La solicitud se aceptó y el edificio fue comprado. La reconstrucción estuvo a cargo del arquitecto Antonio Latapí.
La Casa del Poeta, Institución de Asistencia Privada, está subsidiada, en una pequeña parte, por el Departamento del Distrito Federal. Además, emprende campañas en busca de donativos y fondos para su sostenimiento. Está regida por un patronato presidido por Guillermo Sheridan e integrado por Hugo Hiriart, Miriam Moscona y Juan Villoro.
Forma parte de la Casa una biblioteca integrada por tres fondos: el de Efraín Huerta, el de Salvador Novo y un tercero constituido por donaciones de diversas casas editoriales.
Además, existe un museo y galería con fotografías de poetas hechas por Rogelio Cuéllar y donadas por el Departamento del Distrito Federal. También se cuenta con la cafetería "Las hormigas", una sala de conferencias, un salón de seminarios y locales que se alquilan a empresas con intereses afines.
En la Casa se ofrecen numerosas actividades en el ámbito de la cultura: talleres de poesía, narrativa, encuentros entre escritores, diálogos entre poetas y narradores. Además, se organizan presentaciones de libros, cursos y seminarios con invitados de reconocido prestigio nacional e internacional.
Los directivos de la Casa también se interesan por promover la literatura en lenguas autóctonas. Así, se organizan lecturas y seminarios en lenguas indígenas, donde participa gente de toda la República. Se preparan también exposiciones de pintura de reconocidos exponentes de la plástica actual.
[(1980- )]
DIRECTOR: Carlos Montemayor
JEFE DE REDACCIÓN: Manuel Nuñez Nava
DOMICILIO: Medellín 28, colonia Roma, México, D.F.
PERIODICIDAD: mensual
En sus inicios, Casa del Tiempo fue una revista dedicada a la literatura y a las artes. Se trata de una publicación editada por la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)*. El primer número apareció en septiembre. Su título alude al lema de la UAM: "Casa abierta al tiempo". Cada número contiene un suplemento de carácter monográfico, dedicado a un autor o tema en especial. La sección "Bestiario" contiene crítica literaria y de arte y reseñas de libros. En el número de marzo/abril de 1982 esta sección cambia su título a "Bestiario de Babel". En septiembre de ese mismo año, ya no aparece Montemayor como director; sólo figura el jefe de redacción, Humberto Guzmán, quien se había incorporado ese mismo año.
En marzo de 1983 aparece Evodio Escalante como director. En el texto editorial se advierte que la revista inicia una nueva época. También se afirma que se han reestructurado las secciones. "Astrolabio" daría un panorama breve de la cultura nacional. "El profano" entregaría reflexiones sobre música, pintura, escultura, danza, fotografía, arquitectura, para establecer un diálogo informal acerca de las artes. Otra sección es "Hipócrita lector", cuyo título alude a un verso de Charles Baudelaire; contiene textos de crítica literaria. En esta nueva época el suplemento desaparece.
Luis Hernández Palacios ocupa la dirección en marzo de 1986. A partir del número 94, de marzo/abril de 1990, la publicación se vuelve bimestral.
Con el primer número de la "nueva época", de octubre de 1991, la revista cambia de formato, aumenta su tamaño, se vuelve nuevamente de periodicidad mensual y reestructura sus secciones, que son, entre otras, "Letras", "Artes", "Ideas", "Alcances", "Pasos y repasos" y "Escalas y transbordos". Dentro de la sección "Pasajes" aparece la columna "El facistol", por Andrés Henestrosa.
A finales de 1991, la revista incluye un libro editado también por Difusión Cultural. Se trata de la colección "Margen de poesía", que hasta noviembre de 1998 llevaba 75 números editados.
A partir del número de mayo/junio de 1995, Casa del Tiempo entra en una nueva época. El nuevo director es Bernardo Ruiz. Por decisión de la Comisión de Difusión Cultural, la revista pretenderá una mayor pluralidad en su contenido: reunir una amplia información cultural en la que intervengan colaboradores de todo tipo y de todas las disciplinas. De revista literaria, la publicación evolucionó a revista cultural, de índole más universal. A su vez, la revista se redujo en su formato y reestructuró sus secciones, entre las cuales destacan: "Las invasiones jubilosas", que incluye noticias de tipo cultural; "Ruleta", sobre temas de política e historia; "Alejandría", sobre la producción literaria internacional; "El crisol del diablo", con traducciones de autores de las letras universales; "Las orillas del sueño", para publicación de poesía; "La corchea en el espejo", sobre música; "Paso de gato", sobre teatro, y "Los ciudadanos Kane", sobre cine.
En mayo de 1998 tomó la dirección Felipe López Veneroni.
El inmueble donde está ubicada la Casa Universitaria del Libro -Orizaba 24, colonia Roma- fue construido a principios del siglo por el señor Joaquín Baranda. Hacia 1945, la casa fue vendida al Centro Asturiano. A partir del 10 de octubre de 1986, el inmueble fue concedido a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en comodato por un periodo de diez años, con opción a cinco años más.
Su primera directora fue Rosa María Álvarez de Lara, y depende de la Dirección General de Fomento Editorial de la UNAM. Su función es diseñar, desarrollar y ejecutar planes y programas que permitan la promoción y difusión del quehacer editorial universitario. Los fondos para la realización de dichos proyectos se obtienen mediante la renta del local para la presentación de libros editados o no por la Universidad, la presentación de conferencias relacionadas con libros o trabajos editoriales, el montaje de exposiciones de artes plásticas y exhibiciones de textos raros e importantes para la historia de la cultura en México. Se imparten cursos y talleres enfocados a la formación de editores, diseño de portadas, derechos de autor e historia del libro y otros temas, como iniciación a la lectura, poesía, redacción y corrección de estilo, a cargo de diversos especialistas.
La Casa también cuenta con biblioteca, sala de lecturas, una de las Librerías Universitarias*, un Centro de Información sobre los libros de la Universidad que están agotados (proyecto que inició su directora, María Dolores Davót, desde 1993 y cuyo acervo es de más de ocho mil títulos).
[Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León (1974-1982)]
DIRECTOR: Miguel Covarrubias
CODIRECTOR: Alfonso Reyes Martínez
CONSEJO EDITORIAL: Francisco Valdés Treviño, Juan José García Gómez, Máximo de León Garza y Juan José Saldaña
DOMICILIO: Facultad de Filosofía y Letras, Ciudad Universitaria, Monterrey, Nuevo León
PERIODICIDAD: trimestral
Con ilustraciones
Los antecedentes de esta revista fueron Cátedra, publicada en 1943 en el Colegio Civil de Monterrey, y Cathedra, revista estudiantil que apareció en 1969, dirigida por Miguel Covarrubias y diseñada por Alfonso Reyes Martínez.
En 1974 reaparece Cathedra. El primer número, correspondiente a octubre-diciembre, se abre con un grabado del siglo XV y con un texto de Adolfo Sánchez Vázquez. La revista se especializó en temas humanísticos: ensayo literario y filosófico, crítica literaria y de arte e historia. Al final de cada número aparecen notas informativas sobre los colaboradores.
En el segundo número, Miguel Covarrubias se incorpora en el consejo editorial, junto con Abraham Nuncio, y sale Valdés Treviño. Alfonso Reyes Martínez aparece como director. Al siguiente número desaparece el director y permanece Juan José García Gómez como coordinador.
En 1979 hay una estructura bien definida en las secciones, entre las que destaca la sección de creación literaria "La nube y el papel". Los últimos números tuvieron periodicidad irregular.
En 1982 la revista cambia su nombre por Deslinde*
[Revista bimestral de cultura (1955)]
DIRECTOR: Sergio Pitol
SECRETARIO DE REDACCIÓN: Carlos Félix
CONSEJO EDITORIAL: Enrique Alatorre Chávez, René Arteaga, Lucía Bonilla, Gustavo Carrera, Nicolás Fierro, Arturo García Bustos, José Luis González, Manuel González Casanova y Eduardo Lizalde
DIRECTOR: Juan Porras S
JEFE DE REDACCIÓN: Augusto Martínez Gil
DOMICILIO: Cadereyta 16-A, México, D. F
PERIODICIDAD:
El primer número corresponde a marzo-abril. Los jóvenes de Cauce, según su texto editorial, se proponen hacer una revista que muestre a una juventud inconforme y responsable. Después del texto editorial aparece un artículo titulado "Perfección de la pasión", por Luis Cardoza y Aragón, en el que el escritor guatemalteco expresa sus opiniones sobre la nueva revista y exhorta al grupo a realizar una publicación militante y mexicana, más allá del nacionalismo convencional.
En el número 2 apareció, traducido al español, un ensayo sobre México del escritor Vladimir Maiakovski, en el que hace referencia a la cultura nacionalista del país. A raíz de esta traducción, una parte de la prensa mexicana se pronunció en contra de lo que denominaba el movimiento antinacionalista en la universidad, dentro del cual se identificaba a la revista. A decir de Sergio Pitol esta prensa embistió contra Cauce e incluso hubo diarios que denunciaron el antimexicanismo de la revista a causa del texto de Maiakovski. Por esta razón, la publicación desapareció.
[(1945-¿1946?)]
DIRECTOR: Sergio Pitol
SECRETARIO DE REDACCIÓN: Carlos Félix
CONSEJO EDITORIAL: Enrique Alatorre Chávez, René Arteaga, Lucía Bonilla, Gustavo Carrera, Nicolás Fierro, Arturo García Bustos, José Luis González, Manuel González Casanova y Eduardo Lizalde
DIRECTOR: Juan Porras S
JEFE DE REDACCIÓN: Augusto Martínez Gil
DOMICILIO: Universidad de Puebla, 4 Sur, 104, Puebla
PERIODICIDAD: mensual
Con ilustraciones
Esta revista apareció como el órgano de la Federación Estudiantil Poblana (FEP) y del Grupo Literario "Cauce", cuyo fundador fue Juan Manuel Brito V. El primer número es del 30 de agosto de 1945. La publicación pretende canalizar las inquietudes estudiantiles, dar a conocer a los poetas del momento y difundir las actividades de la FEP.
Entre las secciones de la revista, cabe mencionar la sección dedicada a los hai-kais, "Nuestros tesoros bibliográficos", "Cuento mensual" y la sección poética "Lámparas".
En el segundo número, el consejo de redacción queda integrado por Antonio Esparza, Gastón García Cantú e Ignacio Ibarra Mazzari. También aparece el texto "Grupo Literario ‘Cauce’", en el que se enfatiza que se ha llamado a un grupo de jóvenes para realizar esta nueva empresa. En enero de 1946, la revista convoca a un Concurso de Hai-Kais, cuyo jurado es Agustín Haro y Tamariz.
[Revista de cultura y literatura de Michoacán. (1954- )]
DIRECTOR FUNDADOR: Salvador Molina
EDITORES: José G. Baeza Campos y Salvador Reyes Hurtado
DIRECTOR GENERAL: Arturo Molina
DOMICILIO: Xicoténcatl 53, colonia Chapultepec, Morelia, Michoacán
PERIODICIDAD: irregular
Con ilustraciones
El 28 de febrero de 1954 nace en Morelia, Michoacán, El Centavo, revista literaria que fue continuación de la empresa editorial iniciada por Salvador Molina, Alfonso Espitia y Carlos Arenas La Espiga y El Laurel*.
Entre las dos revistas media como puente una sencilla hoja, también sobre literatura, llamada La Cigarra, que alcanzó cuatro números y donde escribieron principalmente los editores.
Cuando aparece El Centavo, Alfonso Espitia y Carlos Arenas se retiran del grupo y la función editorial queda a cargo de José Baeza Campos y Salvador Reyes Hurtado. Posteriormente se integrará al grupo Arturo Molina, hijo del director fundador. La revista llegó a su cuadragésimo año de existencia en 1994 y hasta 1998 continúa en circulación.
La revista El Centavo ha sido reseñada numerosas veces por diarios de circulación nacional y diversas revistas en el interior de la República. Ha celebrado sus primeros 25, 100 y 150 números con publicaciones especiales, donde aparecen los índices, reseñas y comentarios sobre la labor editorial.
Su principal mérito consiste en haberse sostenido durante tanto tiempo como publicación de provincia, con circulación casi ininterrumpida y como empresa básicamente familiar.
Los primeros cien números fueron subvencionados por FONAPAS, Gobierno del Estado de Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia y Distribuidora Michoacana de Automóviles, S. A. Continuó con la subvención del Gobierno del Estado y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Hasta finales de 1994 recibió apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA)* y de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La revista ha tenido dos periodos. El primero corresponde a los números editados por Salvador Molina, y el segundo puede indentificarse en el momento que asume la dirección Arturo Molina.
El primer periodo incluye del número 1 al 149. Durante este lapso fueron mínimos los cambios que se hicieron en la revista. Fundamentalmente, se aumentó la cantidad de páginas. Los primeros números tenían seis hojas. En sus inicios fue una publicación sencilla, de tamaño media carta, a una tinta, y con el contenido del primer artículo en la portada. El primer número fue local: tuvo colaboraciones principalmente de escritores michoacanos.
En los primeros números apareció una sección llamada "El moreliano cuenta", dedicada a crónicas y comentarios culturales y firmada por la Redacción. En el cuarto número, la sección cambio de nombre a "Morralla".
El Centavo, en su segundo periodo, que se inicia con el número 150 (enero-febrero de 1991), es una publicación tamaño carta, que presenta su portada a colores, con ilustraciones. El sumario se encuentra en la parte inferior de la página.
En el número 151, de marzo-abril de l991, aparece un editorial que habla sobre la función del órgano literario. Se exhorta a los escritores michoacanos a enviar colaboraciones. Se apunta también que la función de El Centavo no es lucrar, sino contribuir a la difusión de la literatura del Estado.
Hasta finales de 1994, la revista se aboca a la publicación de jóvenes valores literarios de la región y da cabida a escritores de otros estados de la República.
En este segundo periodo, presenta una sección llamada "El Centavo invita a leer", que contiene reseñas de libros y comentarios sobre asuntos literarios.
El Centavo ha circulado por todo el país y ha llegado, a través de intercambios, a Argentina, Chile, Honduras, Estados Unidos, Guatemala, España, Portugal, Rumania, Alemania, Polonia, Holanda, Cuba y otros países.
En el número 99 de la calle Álvaro Obregón, antes avenida Jalisco, se encuentra hoy el Centro Cultural Casa Lamm, una de las muestras más representativas de la corriente arquitectónica de la primera década del siglo XX.
Concluida en 1911, la Casa Lamm se distingue por su ornamentación vistosa, muy a la moda en la sociedad burguesa de la época. El inmueble fue proyectado como casa habitación para la familia Lamm, pero ellos nunca la habitaron. Fue rentada a los maristas, quienes la transformaron en el Colegio Francés Jalisco para varones.
A raíz de la muerte de Lewis Lamm, en 1939, Elena Martínez Meoqui, viuda de Lamm vende la casa a los García Collantes, quienes la habitaron hasta 1990. En este año, la Casa es adquirida para el proyecto del Centro Cultural Casa Lamm, A. C. La restauración del inmueble comenzó en 1993 a cargo del arquitecto José Luis Espinosa y Balcells y el Centro Cultural Casa Lamm fue inaugurado en 1994.
Este proyecto nació mientras un grupo de compañeras cursaba la carrera de historia del arte, teniendo como propósito realizar un Centro Cultural privado y completamente autónomo. Las entonces compañeras de estudios hoy están encargadas de diversas áreas: Claudia Gómez Haro, Dirección Académica; Elin Luque, Dirección de Eventos Especiales; Cecilia Gómez Haro, Directora Administrativa; Germaine Gómez Haro, Directora de Artes y Elena Lamm, nieta de Lewis Lamm, Coordinadora de Servicios Generales. El sistema de participación del Centro está basado en pagos de cuotas, becas y donativos.
El objetivo principal de la Casa Lamm es promover cursos y talleres de alto nivel académico. Además, cuenta con una Sala de Exposiciones y la Sala "Franco María Ricci", única representación en México de la connotada casa editorial italiana. También se encuentran allí la Librería "Pegaso" (especializada en textos referentes a las artes y de interés cultural) y el café "Las Flores del Mal", donde se llevan a cabo veladas literarias y lecturas de poesía.
El Centro realiza presentaciones de libros y revistas, exposiciones de fotografía, pintura y escultura; cursos y talleres de literatura, historia, arqueología y cine; ciclos de conferencias, mesas redondas, congresos y diplomados.
En septiembre de 1995, el Centro abre la Licenciatura en Historia del Arte, incorporada a la Secretaría de Educación Pública (SEP)*, con el objetivo formar historiadores y críticos de arte capaces de apreciar y difundir el patrimonio cultural de la humanidad.
véase Biblioteca Nacional y Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
El antecedente del Centro Mexicano de Escritores fue el Mexican Writing Center, institución fundada por Margaret Shedd en 1951, que no otorgaba ayuda económica: servía como un taller en el que los escritores participantes escuchaban críticas de especialistas sobre sus trabajos, que se publicaron en el primero y único número de la revista Portafolio (escrita en inglés). Como tal, el Centro Mexicano de Escritores nació algunos meses después, durante ese mismo año, también por iniciativa de la escritora estadounidense Margaret Shedd, quien le propuso al director de Humanidades de la Fundación Rockefeller, Charles Fahrs, la idea de fomentar la creación literaria de los escritores jóvenes mediante incentivos económicos. Para realizar su proyecto, Shedd contrató como responsable de la promoción de las becas (también conocidas como "Becas Rockefeller") a Felipe García Beraza, que al inicio se encargó de buscar y elegir al primer Consejo Literario del Centro (integrado por Alfonso Reyes, Julio Torri y Agustín Yáñez); estableció las bases del concurso y convocó a la reunión de prensa en la que Alfonso Reyes, entonces Presidente del Consejo Literario, se encargó de dar la noticia a los medios informativos y culturales. En 1956, debido a su enfermedad, Alfonso Reyes abandonó la presidencia del Centro, y lo relevó Julio Jiménez Rueda de 1957 a 1960. A partir de ese año, el Centro ha contado con los siguientes presidentes: Carlos Prieto, Plácido García Reynoso, Antonio Carrillo Flores, Sergio García Ramírez y Raúl Cardiel Reyes. Desde 1994 y hasta la fecha el Centro está presidido por Griselda Álvarez Ponce de León.
Durante las últimas cuatro décadas, el Consejo Literario -cuyo propósito es asesorar y comentar los trabajos de los becarios- ha estado integrado por escritores de renombre, como Alfonso Reyes, Julio Torri, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Octavio Paz, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis y Francisco Monterde, entre otros. Desde 1987, los asesores literarios del Centro son Alí Chumacero y Carlos Montemayor. Al principio, este Consejo Literario dependía, a su vez, de un Consejo Ejecutivo (que vigilaba el funcionamiento del Centro), presidido inicialmente por Plácido García Reynoso y al que después se le sumaron los siguientes miembros: Carlos Prieto, Mario Ramón Beteta, Raúl Cardiel, Guillermo Soberón, Sergio García Ramírez, Antonio Carrillo Flores, Clementina Díaz y de Ovando, Felipe García Beraza y la propia Margaret Shedd, que más tarde regresaría a su país y quedaría como Directora Honorífica. Su cargo fue ocupado durante un tiempo por Francisco Monterde. Actualmente, este Consejo Ejecutivo está integrado por Griselda Álvarez (Presidente), Felipe García Beraza (Secretario Ejecutivo) y por los siguientes consejeros: Ramón Beteta, Raúl Cardiel, Clementina Díaz y de Ovando, Sergio García Ramírez, Hugo Margain, Juan Sánchez Navarro y Guillermo Soberón.
Al principio, el Centro Mexicano de Escritores fue patrocinado en su totalidad por la Fundación Rockefeller, aunque pocos años después se le exigió que reuniera patrocinadores mexicanos y que aportara para su propio beneficio una cantidad igual a la que la Fundación le otorgaba. El primero de estos patrocinios nacionales fue dado por Carlos Prieto, y después se le unirían los apoyos económicos de hombres de negocios, de empresas mexicanas tanto públicas como privadas y de otras instituciones. A la larga, estos apoyos permitieron que el Centro abandonara el patrocinio de la Fundación Rockefeller y se constituyera en una institución mexicana independiente.
Durante su primera década de existencia, el Centro también dio becas a norteamericanos (aunque en menor proporción que las otorgadas a los mexicanos). Por ello, Margaret Shedd nombró a un representante estadounidense, el crítico Hershell Brickell, contratado por la Fundación Rockefeller para dar su opinión sobre las solicitudes de los candidatos de esa nacionalidad. Después, el Centro suspendería el otorgamiento de becas a los escritores estadounidenses, debido a que, según García Beraza, los jóvenes estaban apenas en formación y además existía la barrera del idioma. Aproximadamente una década después, también se otorgarían becas a algunos escritores latinoamericanos, aunque en forma esporádica.
En sus comienzos, el Centro estuvo ubicado en la calle de Chiapas 136 y, como la Fundación Rockefeller exigía que hubiera una institución que patrocinara las actividades literarias, se acogió al Mexico City College (fundado por el norteamericano Paul Murray y la mexicana Picasso de Murray), que luego se convertiría en la Universidad Las Américas. Años más tarde, el Centro formaría parte del Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales (ubicado en la calle de Sady Carnot) para, finalmente, constituir una asociación civil. Desde entonces, ha cambiado varias veces de domicilio y actualmente se halla ubicado en la calle de Luis G. Inclán 2709, colonia Villa de Cortés, México D.F.
La primera convocatoria se publicó a mediados de 1951. Una de las obligaciones y beneficios de los becarios es asistir semanalmente a las reuniones en las que se leen los trabajos, las cuales generalmente se llevan a cabo los miércoles y en las que están presentes los miembros del Consejo Literario para dar sus comentarios y su asesoría.
El Centro también editó un boletín bibliográfico cuyo responsable fue García Beraza, titulado Recent Books in Mexico. Además, el Centro administra y forma parte del Comité Técnico del Fideicomiso para las Becas Salvador Novo, integrado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)* y El Colegio de México*.
Uno de los aspectos más importantes del Centro Mexicano de Escritores es que ha dado apoyo económico y asesoría intelectual a muchos de los escritores mexicanos, antes jóvenes principiantes y ahora distinguidos representantes de la literatura mexicana.
Este premio internacional surge en 1988 como un premio de poesía. Originalmente lo patrocinaba el Municipio de Monterrey. La edición de 1994 fue subsidiada por el mismo Municipio, en colaboración con la Dirección de Artes Literarias del Gobierno del Estado. El premio es económico. En 1995 es otorgado por el Ayuntamiento de Monterrey, la Subsecretaría de Cultura del Gobierno del Estado y la Coordinación de descentralización del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA)*. Entre los ganadores, cabe mencionar a José Quiñones Melgoza, con El rostro de Hécate (1994).
[Revista mensual iberoamericana (¿1916?)]
DIRECTORES: Francisco Villaespesa, Luis G. Urbina y José Ingenieros
SUBDIRECTOR: Joaquín Dicenta (hijo)
DOMICILIO:
PERIODICIDAD:
El primer número, aparecido en noviembre, “número extraordinario consagrado a México”, se abre con un texto titulado "Retrato de Cervantes". Su contenido, como es de esperarse, abunda en material literario: poesía, cuento, reseñas y crítica. Entre los colaboradores figuran algunos miembros del Ateneo de la Juventud* y del Modernismo*: Antonio Caso, Enrique González Martínez, Luis González Obregón, Julio Jiménez Rueda, Efrén Rebolledo, Carlos González Peña y Genaro Fernández McGregor. También se incluyen textos de Juan B. Delgado, Manuel Horta y otros.
De 1951 a 1955, Adalberto Navarro Sánchez, director de los Talleres Linotipográficos Vera, ubicados en la calle Cuauhtémoc, número 431, inició con Ramiro Villaseñor y Villaseñor y apoyado con un financiamiento de la Universidad de Guadalajara, la publicación de la Biblioteca de Autores Jalisciense, que dio a luz diez títulos en quince volúmenes.
En la Biblioteca figuran, entre otros, José López Portillo y Rojas, Mariano Otero, Luis Pérez Verdía, Agustín de la Rosa, Tadeo Ortiz, José Ramón Pacheco, Mariano Bárcena, Agustín Rivera y Juan B. Iguíniz. A decir de Emmanuel Carballo, los volúmenes son, por su rareza y calidad, verdaderas joyas bibliográficas.
A mediados de 1944, la Secretaría de Educación Pública (SEP)* inició la publicación semanal de esta colección. El objetivo fue hacer llegar a toda la República pequeños volúmenes con textos de carácter histórico, filosófico, artístico, científico, literario, educativo y documental, a un precio accesible. Aparecieron, entre otros textos, páginas de los autores clásicos y modernos, resúmenes de la historia de México y de otros países del mundo, síntesis del pensamiento político nacional y antologías destinadas a divulgar valores del espíritu universal.
En septiembre de 1965, la subsecretaría de asuntos culturales de la Secretaría de Educación Pública (SEP)* inició la publicación de una colección de carácter popular, cuyos precios fueron muy accesibles. Al igual que la Colección Biblioteca Enciclopédica Popular*, los Cuadernos de Lectura Popular pretendieron hacer llegar a toda la república asuntos de interés histórico, filosófico, literario y científico. Estos cuadernos tenían entre sus objetivos despertar la conciencia pública mediante ediciones atractivas y provechosas, y precios de venta reducidos.
La colección contó con diversas series, entre las cuales cabe destacar: "El hombre en la historia", "Monografías de México", "América”, “Pensamiento de la Revolución", y "La honda del espíritu".
A finales de la década de los setenta, la Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)* encargó a Huberto Batis la coordinación de los Cuadernos de Poesía, cuyos objetivos fundamentales eran reunir colecciones de creación que se encontraban dispersas y publicar la obra de jóvenes poetas desconocidos hasta ese momento. Al principio, los cuadernos eran textos breves, editados en formato pequeño, aunque con presentación elegante. Sin embargo, con el tiempo, se convirtieron en verdaderos libros, donde se reunía lo más destacado del poeta en cuestión. La colección dio a conocer obras de muchos estudiantes de la carrera de Letras de la Universidad Iberoamericana y de la UNAM.
Para darle movilidad a la colección, Batis pidió a algunos escritores ya maduros y conocidos que le dieran textos, lo que le dio mayor relevancia al proyecto.
Cuadernos de Poesía desapareció cuando Leonel Pereznieto Castro deja la Coordinación de Humanidades.
En Cuadernos de Poesía se hicieron traducciones de poetas extranjeros. La colección contó con más de 50 títulos, editados en la Imprenta Universitaria* y en épocas recientes fue resucitada con el nombre de "El Ala del Tigre".
La Colección Cuarto Creciente dio inicio en febrero-marzo de 1990, con la publicación de La materia olvidada, de Javier Manríquez. Su director es Dante Salgado, y el subdirector es Pablo Casas. Se trata de una colección impresa en Editorial Praxis*. Se publica exclusivamente poesía inédita de escritores jóvenes mexicanos, acompañada de una nota informativa sobre la trayectoria del escritor en cuestión, y de un comentario escrito por Salgado y Casas. Entre los títulos que han aparecido se encuentran: Cuarto de siglo, de Juan Carlos H. Vera; Áreas exclusivas señalizadas, de Lucía Ballester Ortiz; Poemas de amor y locura y otros textos perdidos, de Tonatiuh Catalá; Sotavento, de Claudia Hernández de Valle-Arizpe; La prohibición del Santo, de Ramón Cuéllar Márquez; Siguiendo el litoral, de Marta Piña; Coproaforismos , de Alejandro Cerdá; Apuntes para Tai-Chi, de Diego José, y Los nombres del silencio, de Fernando Saucedo Lastra.
De forma paralela a la publicación de los Colección Cuadernos de Poesía*, Leonel Pereznieto Castro ofreció a Juan García Ponce la coordinación de otro proyecto: se trataba de revivir la Colección de Poesía y Ensayo fundada por Jaime García Terrés en los cincuenta. El primer título salió a la luz a finales de la década de los setenta. Los libros eran de color negro y llevaban dibujos de Roger Von Gunten. La Colección dio a conocer a los escritores más destacados de los últimos cincuenta años. Al igual que con los Cuadernos, la intención era rescatar colecciones olvidadas.
En marzo de 1977 apareció la colección de cuadernillos llamada La Máquina de Escribir. El cuidado de la edición estuvo primero a cargo de Federico Campbell y, posteriormente, de Eduardo Hurtado.
La Máquina de Escribir trabajó principalmente dos géneros: poesía y cuento. Las ediciones se caracterizaron por su sencillez y presentó algunas ilustraciones de María Elena Obscura, Ilya de Gortari y Alberto Meza.
Algunos de los autores incluidos en la colección fueron: Jorge Aguilar Mora, Evodio Escalante, Esther Seligson, Adolfo Castañón, Federico Campbell, Carmen Boullosa, Juan Villoro, José María Espinasa, Margarita Dalton, Margo Glanz, María Luis Puga, Bruce Swansey, Coral Bracho, David Huerta y Margarita Peña.
A finales de los años cuarenta, un grupo de jóvenes escritores mexicanos, a quienes también se les conoció con el nombre de "Los presentes", decidió editar una colección dedicada a difundir y promover la literatura reciente. El grupo estuvo integrado por Juan José Arreola, Ernesto Mejía Sánchez, Henrique González Casanova y Jorge Hernández Campos. La colección se caracterizó por su alta calidad, así como por los accesibles precios de venta.
El primer libro publicado fue El retorno (1950), de Mejía Sánchez. Hasta 1954 se editaron diez obras en total. Las ediciones tuvieron que suspenderse por falta de medios económicos. Sin embargo, ese mismo año, Arreola decidió encargarse de la colección por cuenta propia y en los seis meses siguientes ya había publicado 25 libros. El primero de ellos fue una novela corta de Elena Poniatowska, Lilus Kikus.
En una entrevista aparecida en la revista Hoy (23 de julio de 1955), Arreola comenta que no tuvo intenciones de comenzar una nueva colección, pero al publicar Lilus Kikus, se dio cuenta de que era todavía posible realizar libros a bajo costo en México. Así, decidió reanudar "Los presentes". Arreola tenía entre sus propósitos dar a conocer las obras de los jóvenes poetas, ensayistas, novelistas y cuentistas mexicanos.
La Impresora Juan Pablos fue la encargada por un tiempo de imprimir los libros. Posteriormente, Arreola adquirió las máquinas necesarias para imprimirlos él solo. La colección llegó a 50 títulos. Finalmente, tuvo que suspenderse en 1956 por cuestiones económicas. Dos años después Arreola funda la colección “Cuadernos del Unicornio” (1958-1959), en la que continuará con los objetivos de “Los Presentes” y divulgará las primeras obras de escritores como Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, José Alvarado y Fernando del Paso, entre otros.
Promovida desde 1956 por la Agrupación de Editores Mexicanos, esta colección surgió de la sociedad anónima Edición y Distribución Iberoamericana de Publicaciones (Ediapsa)*, se ubica en Río Nazas 55-1, en la ciudad de México. Fue fundada por el malagueño Rafael Giménez Siles, asociado con doña Francisca Navarro de Giménez. Fundamentalmente publicó traducciones: los 16 tomos de la Comedia humana, de Balzac, vertida al español por el traductor oficial del francés en esta colección: Aurelio Garzón del Camino. También se publicaron los Rougon Macquart, de Zola, obras de Renan y de León Felipe. En 1975 Giménez Siles se jubila como director de Ediapsa, sociedad que será comprada por varias editoras mexicanas. En 1978 aparece uno de los últimos títulos de la colección: la reedición de El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán.
Ante la situación social de España, a mediados de los años treinta, Daniel Cosío Villegas decidió invitar a algunos intelectuales españoles a México. Trató el asunto con Wenceslao Roces, subsecretario del Ministerio de Educación de España, quien, para resaltar la importancia de la invitación, aseguró que el Gobierno de la República Española le daría a los intelectuales la categoría de "embajadores culturales".
El mismo Cosío Villegas le propuso a Francisco J. Múgica, secretario de comunicaciones del Gobierno de México, una tarea "humanitaria y desinteresada": invitar a cinco o diez destacados españoles, que como consecuencia de la guerra no podrían hacer su vida en España. Sugiere, entre otros, a Enrique Díez-Canedo.
El 1º de julio de 1938, Lázaro Cárdenas dictó un acuerdo que creaba en nuestro país el Centro Español de Estudios. La noticia se hizo pública el 20 de agosto, en el boletín del Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad del gobierno, donde la nueva institución ya aparece con el nombre de La Casa de España en México. El acuerdo afirmaba la disposición del presidente de invitar a un grupo de profesores e intelectuales españoles para que vinieran a México a trabajar. La Casa de España en México funcionaría como centro de reunión y de trabajo para todos los españoles radicados en México.
El primer miembro de la Casa que llegó directamente del extranjero (en este caso de París) fue José Gaos, quien empezó a impartir cursos de filosofía en el Colegio de San Nicolás, en Morelia, Michoacán. Su segundo curso fue pronunciado en la Universidad Nacional, y tuvo gran trascendencia para la cultura mexicana de la época, pues generó obras y debates. A finales del año vinieron, entre otros, Enrique Díez-Canedo y Juan de la Encina. El último de los intelectuales españoles en llegar en 1938 fue Jesús Bal y Gay. Otros invitados llegarían después. Hubo quienes, como Dámaso Alonso, aceptaron la invitación, pero no se incorporaron a la Casa. Todos ellos empezaron a ejercer distintas actividades culturales: cursos, conferencias, publicaciones. Desde el principio, la institución presentó a los recién llegados en diversas universidades del país. En 1939, Juan de la Encina inició las actividades culturales de la Casa con cinco conferencias. La Casa planeó dar 26 cursos regulares, 50 conferencias libres en la capital y 154 en las universidades de provincia, durante el año. También participaron mexicanos como Antonio Caso, Alfonso Reyes y Enrique González Martínez. El poeta Pedro Salinas no perteneció a la Casa, pero sus conferencias fueron auspiciadas por ésta. La institución también otorgó becas a mexicanos. La primera fue a Leopoldo Zea.
En cuanto a su organización, la Casa estaría gobernada por un patronato compuesto por el rector de la Universidad Nacional, un representante del Consejo Nacional de Enseñanza Superior y de la Investigación Científica (CNESIC), dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP)*, y otro de la Secretaría de Hacienda. Pero no hubo un apego total a esto, pues el patronato pasó a ser Junta de Gobierno y no hubo representante del CNESIC, sino del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El 12 de marzo de 1939 se firmó el acuerdo presidencial que designaba a Alfonso Reyes presidente del patronato de la Casa, cargo que seguiría desempeñando en 1940, cuando la Casa se transforma en El Colegio de México, y que desempeñaría hasta su muerte en 1959. El patronato, pues, estuvo integrado como sigue: Alfonso Reyes (presidente), Daniel Cosío Villegas (secretario), Gustavo Baz (rector de la Universidad Nacional), Eduardo Villaseñor (subsecretario de Hacienda y representante del gobierno) y Enrique Arreguín (del IPN). Ellos seleccionarían a los artistas e intelectuales más distinguidos como miembros de la Casa y ayudarían a aquellos refugiados que no cabían en la institución a ingresar en otros centros culturales o de investigación.
El modelo que tuvieron en cuenta los fundadores de la Casa fue la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, fundada en España en 1907 y su Centro de Estudios Históricos de Madrid, con secciones especializadas, dirigido por Ramón Menéndez Pidal, y donde Alfonso Reyes hizo amistad con sus miembros después de la primera guerra mundial. Cosío Villegas también se vinculó a la Junta poco antes de la guerra civil española.
Cárdenas dispuso que el gobierno le otorgaría a la Casa un subsidio anual, aunque desde el principio los dirigentes de la institución también pensaron en la ayuda de la iniciativa privada. La Casa tuvo dos despachos en la calle de Madero número 32, en la ciudad de México.
En 1939 se fundó una institución afín a la Casa: el Centro Español de México. Alfonso Reyes participó como vocal y Enrique Díez-Canedo como su primer presidente. La institución pretendió establecer bibliotecas y promover conferencias, cursos y exposiciones de artistas e intelectuales mexicanos y españoles. La primera conferencia que ofreció fue de Alfonso Reyes. Con el tiempo, la institución se transformó en el Centro Republicano Español de México.
Con la derrota de la República en España, un gran número de inmigrantes españoles llegó a nuestro país y trató de incorporarse a la Casa, la cual acogió sólo a algunos médicos, cuya estancia allí sería provisional, mientras se buscaba su acomodo en instituciones más apropiadas a su especialidad. Las inmigraciones españolas produjeron la llamada Literatura del exilio español*.
La Casa de España en México tuvo que expandirse y precisar su sentido. A finales de 1939 se propuso el nombre de "Centro de Estudios Superiores", que no tuvo éxito. La idea era que la nueva institución se dedicara a preparar, no a las masas, sino a la élite intelectual de México. Tal fue el motivo por el que se decidió restringirla al campo de las humanidades y, en menor medida, a las ciencias sociales. Además debía llevar un nombre que indicara que ahora se trataba de una institución mexicana, con intereses nacionales. El nombre de El Colegio de México se adoptó definitivamente y la institución se convirtió en Asociación Civil, se mexicanizó y se universalizó a la vez. El nuevo Colegio, aunque recibió una aportación económica de la Universidad Nacional, rechazó incorporarse a ésta, pues ello suponía adoptar sus planes y métodos. Además de la UNAM, otros patrocinadores de El Colegio fueron el Banco de México, el Gobierno Federal y el Fondo de Cultura Económica (FCE)*.
Uno de los primeros fines de El Colegio de México fue contar con estudiantes y profesores de tiempo completo. Para ello se ofreció a los maestros un sueldo atractivo que les permitiera dedicarse sólo a la enseñanza. A los estudiantes se les ofrecieron becas que les permitieran dedicarse exclusivamente a los estudios.
Los estudios se organizarían en "Centros", cada uno con su director. Los dos primeros fueron el Centro de Estudios Históricos y el de Lingüística (actual Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios). Luego se instituyeron el Centro de Estudios Internacionales, el Centro de Estudios Orientales (actual Centro de Estudios de Asia y África), el de Economía y el de Demografía. Se le dio también importancia a la publicación de libros de los académicos de El Colegio, y a las revistas. A este respecto se dispuso que cada Centro tuviera su propia revista. En 1951 se empezó a publicar la revista Historia Mexicana, en cuyo Consejo de redacción participaron Alfonso Caso y Agustín Yáñez. Otras revistas de El Colegio son la Nueva Revista de Filología Hispánica* y Diálogos*, esta última -fundada por Ramón Xirau como un proyecto independiente-, fue patrocinada por El Colegio desde 1967 (número 13) hasta 1985.
Ante las limitadas contribuciones económicas a El Colegio, la institución tuvo que acudir a la Fundación Rockefeller y después a la Fundación Ford. Mediante un convenio con la SEP, el Colegio obtuvo su autonomía. En 1962, el gobierno le dio un estatuto semejante al de una universidad autónoma.
Tras la muerte de Alfonso Reyes en 1959, Cosío Villegas ocupó la presidencia de El Colegio (1960-1963). Siguieron Silvio Zavala (1963-1966), Víctor L. Urquidi (1966-1985), Mario Ojeda Gómez (1985-1995) y Andrés Lira (1995- ).
Desde 1976, El Colegio de México se encuentra en la calle Camino al Ajusco número 20, Pedregal de Santa Teresa, en la ciudad de México.
El Colegio Nacional fue creado por decreto presidencial el 8 de abril de 1943. Con sede en la ciudad de México, se inauguró el 15 de mayo siguiente.
Fueron 15 los miembros fundadores de El Colegio, designados por el Gobierno de la República: Mariano Azuela, Alfonso Caso, Antonio Caso, Carlos Chávez, Ezequiel A. Chávez, Ignacio Chávez, Enrique González Martínez, Isaac Ochoterena, Ezequiel Ordóñez, José Clemente Orozco, Alfonso Reyes, Diego Rivera, Manuel Sandoval Vallarta, Manuel Uribe Troncoso y José Vasconcelos.
El Colegio fue fundado con la finalidad de honrar a un grupo de mexicanos, quienes impartirían enseñanzas, esforzándose por el conocimiento especializado. Pretende desarrollar la cultura científica, filosófica y literaria, tanto en aspectos de investigación como en actividades tendientes a difundirla. Para ello, organiza cursos y ofrece conferencias. Además, publica una revista periódica, con el mismo nombre, en la que se dan a conocer los trabajos de sus miembros y las actividades más importantes en los temas que abarca.
Los literatos, críticos y artistas que fueron integrándose en El Colegio son: Manuel Toussaint (1946); Antonio Castro Leal (1948); Gerardo Murillo, Dr. Atl, (1950); Agustín Yáñez (1952); Jaime Torres Bodet (1953); Octavio Paz (1967); Rubén Bonifaz Nuño (1972); Carlos Fuentes (1972); Ramón Xirau (1973); Jaime García Terrés (1975); Salvador Elizondo (1981); Antonio Alatorre (1981); Gabriel Zaid (1984); José Emilio Pacheco (1986), Rufino Tamayo (1991), Vicente Rojo (1994), Octavio Novaro Peñalosa (1995), Fernando del Paso y Alejandro Rossi (1996) y Mario Lavista (1998).
Asimismo, forman parte de El Colegio especialistas de gran talla en materias como física, matemáticas, astronomía y medicina.
El Colegio está ubicado en la calle de Luis González Obregón No. 23, en el Centro Histórico de la ciudad de México. Su lema es "Libertad por el Saber".
[Órgano informativo de la Universidad de Guanajuato (1971-1986)]
DIRECTOR: Luis Rionda Arreguín
DOMICILIO:
PERIODICIDAD: quincenal
[Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México (1993- )]
DIRECTORA: Virginia Aguirre
ASISTENTE EDITORIAL: Gabriela Vélez Chavarría
DISEÑO GRÁFICO: Jorge Ricardo León Guerrero
CORRECCIÓN DE ESTILO: Lorena Paz Valderrábano
DOMICILIO: 21 de marzo no. 101. Toluca, Estado de México
PERIODICIDAD: Trimestral
Con ilustraciones
Esta revista humanística ha sido, desde su primer número, una ventana al trabajo de los universitarios y de otros autores del país en la difusión cultural. En sus páginas no sólo figura la creación y la crítica literarias, sino también el ensayo en sus distintas modalidades (literario, histórico, filosófico) y la difusión de las artes plásticas. La Colmena consta de varias secciones, entre las cuales cabe mencionar “La abeja en la colmena”, dedicada a la creación de textos de creación literaria; “Aguijón”, con ensayos y artículos de crítica, y “Libros”, con textos sobre novedades editoriales. Asimismo, la revista incluye un suplemento titulado “Pliego suelto de La Colmena”, dedicado a la difusión de poesía.
Con el número de octubre-diciembre de 1998, La Colmena llegó a su vigésima entrega.
[Suplemento Cultural de El Financiero. (1993-1994)]
COORDINADOR: Humberto Musacchio
REDACCIÓN: Hugo Martínez Téllez
DISEÑO: Claudio Cortés
DOMICILIO:
PERIODICIDAD: semanal
Con ilustraciones
Comala fue el suplemento cultural del periódico El Financiero. Nació el 21 de febrero de 1993 y concluyó, con el número 50, el 30 de enero de 1994.
Comala, publicación semanal, tuvo entre sus objetivos abrir espacios para la difusión de ensayos, críticas y artículos referidos a las artes y a las letras.
En la primera página aparece la sección "República de las Letras", a cargo de Humberto Musacchio. En ella, el escritor comenta diversos sucesos del ámbito cultural nacional e internacional. En la sección fija "Librero" se publicaron reseñas y comentarios sobre libros.
Comala contó con un espacio para la creación en el que aparecieron minificciones, poemas y narraciones cortas.
Surgida en 1949, la Compañía General de Ediciones S. A. figuró entre las editoriales más importantes de Edición y Distribución Iberoamericana de Publicaciones (Ediapsa)*, ubicada en la calle de Schiller 227-B, en la ciudad de México, y promovida desde 1956 por la Agrupación de Editores Mexicanos. La Compañía fue fundada por el español Rafael Giménez Siles, asociado con Martín Luis Guzmán; publicó obras de autores como Mariano Azuela, Mauricio Magdaleno, Juan Bustillo Oro, el mismo Guzmán, escritores hispanoamericanos, así como traducciones de obras alemanas, soviéticas, francesas e italianas, entre otras.
Muchas de estas traducciones ya las había editado Giménez en sus editoriales españolas, sobre todo en Cenit. En los años cincuenta, la editorial tuvo un pleno apogeo. Paulatinamente, las apariciones de libros se fueron espaciando. En los años sesenta, la Compañía es vendida a diversas editoras del país.
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)*, el Instituto de Cultura del estado de Guanajuato y la Universidad Iberoamericana de León, convocan anualmente a este Premio de narrativa en el género de cuento.
La cobertura es nacional y el Premio consta de una remuneración económica.
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)* y el gobierno del estado de Guanajuato, convocan anualmente al Premio de poesía Efraín Huerta.
Pueden concursar escritores de cualquier parte la República, ya que la cobertura es nacional. El Premio consiste en una remuneración económica.
La Universidad de Guadalajara organiza el Concurso de Publicación de Obra Literaria. La primera emisión fue en 1993, y la convocatoria abarca narrativa, poesía y ensayo. El concurso está dirigido a todos los escritores del estado de Jalisco.
Han sido ganadores del Premio: Pedro Paredes Goche, César López Cuadras, Marco Aurelio Larios, Blanca Estela Ruiz, Jorge Alberto Meillón, Margarita Casas y Marco Antonio Cárdenas. La particularidad del concurso está en su jurado internacional.
El gobierno del estado de Sonora, a través del Instituto Sonorense de Cultura, convoca a diversos premios de literatura, distribuidos así: Premio de crónica y ensayo; Premio de poesía y cuento, y Premio de novela.
Pueden participar sólo escritores sonorenses, cualquiera que sea su lugar de residencia. El Premio consiste en una remuneración económica, además de un diploma y la publicación de la obra.
Este Premio, que tiene como objetivo recuperar las costumbres y tradiciones de Guanajuato, por medio de la literatura, es convocado por el Instituto de Cultura de Guanajuato.
La convocatoria tiene cobertura estatal y el premio consiste en una remuneración económica.
El 7 de diciembre de 1988, por decreto presidencial, fue creado el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), como "un órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) * que ejerce las atribuciones que en materia de conservación, promoción y difusión de la cultura y las artes corresponden a la citada Secretaría". Así, la SEP transfirió a la nueva institución unidades administrativas, personal, infraestructura, material, documentos y recursos, anteriormente adscritos a la Subsecretaría de Cultura, la cual quedó disuelta.
El Consejo pretende alentar la participación de la comunidad artística e intelectual en la formulación y ejecución de las políticas culturales del país. Se propone la coordinación de las acciones de sedes administrativas e instituciones públicas, centralizadas o paraestatales, que desempeñen funciones en este campo, inclusive a través de los medios audiovisuales de comunicación.
El Consejo integra varias Direcciones Generales: de Bibliotecas, de Publicaciones, de Culturas Populares, de Promoción Cultural, del Programa Cultural de las Fronteras y de Administración, así como la Unidad de Comunicación Social. El Consejo coordina al Instituto Nacional de Antropología e Historia, al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)*, Radio Educación, al Fondo de Cultura Económica (FCE)*, al Instituto Mexicano de Cinematografía, al Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, a la Compañía Operadora del Centro Cultural y Turístico de Tijuana, Educal y al Festival Internacional Cervantino*. Además, tiene bajo su responsabilidad diversos proyectos estratégicos, como el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) *, la Comisión Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural, la Biblioteca de México*, los Programas de Descentralización de los Servicios Culturales, el Programa Cultural Tierra Adentro* y la revista Memoria de Papel*.
Los objetivos generales del CNCA son proteger y difundir el patrimonio cultural y promover el estímulo y la creatividad artística. Para ello se sirve de numerosos programas de impulso, conservación, actualización, difusión de valores artísticos y crea condiciones para promover becas y estímulos de alto nivel, y apoya directamente la realización de proyectos culturales. Establece sistemas de estímulos que incluyen la premiación y la difusión de las obras; fomenta una situación de igualdad para favorecer la creación en todo el país; crea talleres y centros regionales de cultura, e intenta reestructurar la educación artística, especialmente en el nivel profesional.
El CNCA se ha abocado a seis programas principales de trabajo: Preservación y Difusión del Patrimonio Cultural Nacional, Aliento a la Creatividad Artística y a la Difusión de las Artes, Desarrollo de la Educación y la Investigación en el Campo de la Cultura y las Artes, Fomento del Libro y la Lectura, Preservación y Difusión de las Culturas Populares, Fomento y Difusión de la Cultura a través de los Medios Audiovisuales de Comunicación.
En lo que compete a la literatura, el Programa de Aliento a la Creatividad Artística y a la Difusión de las Artes, a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, crea mecanismos para facilitar el financiamiento al escritor, así como a la investigación literaria.
Asimismo, se creó el proyecto de Promoción y Difusión Cultural. Posteriormente, se abrió el Fideicomiso para la Cultura y Programa de Intercambio de Residencias México-Estados Unidos, con el fin de fomentar el relaciones interculturales. Se instalaron también los programas de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, Becas para Escritores en Lenguas Indígenas y el Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) *, mecanismos para otorgar estímulos financieros.
Otro programa del CNCA directamente relacionado con la literatura es el de Fomento del Libro y la Lectura, que tiene como objetivos formar el gusto por la lectura, promover la industria editorial y procurar un sistema eficaz para la distribución del libro.
La política editorial del CNCA se definió ante dos necesidades fundamentales: continuar una labor editorial de tradición y llevar a cabo un programa que reconceptualizara al libro frente a los medios de comunicación. Para esto, se ha realizado la investigación y diagnóstico del gusto lector en el país, con miras a diseñar estrategias específicas de difusión dirigidas a los diferentes sectores de la población, considerando edades y niveles socioeconómicos. Otra acción ha sido la de fomentar en las bibliotecas públicas el proyecto denominado "Mis vacaciones en la biblioteca". También se pretende el fomento editorial, así como la optimización en la distribución de libros.
En el programa de Fomento al Libro y a la Lectura intervienen la Dirección General de Publicaciones, la Dirección General de Bibliotecas, el Fondo de Cultura Económica y la Biblioteca de México.
Por otro lado, el CNCA cuenta con un organismo descentralizado, EDUCAL, cuyo objetivo es la comercialización y distribución de las publicaciones del gobierno. Desde 1982 hasta 1986 las librerías que luego pertenecerían a dicho organismo vendieron material didáctico. En 1987 se reabren para vender material bibliográfico. Hasta 1998 las Librerías Educal, continuadoras del proyecto “Correo del libro”, tienen once sucursales en la ciudad de México, entre las cuales cabe destacar la central, en Av. Ceylán no. 450, la del Palacio de Bellas Artes, la de la Cineteca Nacional, la del Palacio Legislativo, la del Centro Nacional de las Artes, la del Centro Cultural Ollin Yoliztli y la del Aeropuerto Internacional Benito Juárez.
[Revista Mexicana de Cultura. (1928-1931)]
DIRECTOR: Bernardo Ortiz de Montellano
EDITORES: Bernardo Gastélum, Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano y Enrique González Rojo
DOMICILIO: Independencia No. 19, México, D.F.
PERIODICIDAD: mensual
Con ilustraciones
Fue la revista más importante creada por el grupo conocido después bajo el mismo nombre: los Contemporáneos*.
Según algunos críticos, los escritores aglutinados dentro de este grupo son: Jorge Cuesta, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo y Carlos Pellicer.
Los primeros planes concretos para formar una revista de "dimensiones internacionales" fueron hechos por Torres Bodet, González Rojo, Villaurrutia y Ortiz de Montellano, durante el viaje de regreso de La Habana a Veracruz en 1928. En su primera charla al respecto, los escritores estuvieron de acuerdo en que sería una publicación que combinaría el campo cosmopolita de las principales revistas literarias europeas con una apreciación de la cultura latinoamericana.
El 15 de junio de 1928 sale a la luz el primer número, donde aparecen como fundadores Bernardo Gastélum, Torres Bodet, Ortiz de Montellano y González Rojo. Este número fue reseñado favorablemente en varias revistas y periódicos. Una de las primeras críticas apareció en el Repertorio Americano (Costa Rica). Otro reconocimiento se hizo en la Revue de l´Amérique Latine y uno más en la revista argentina Nosotros. Se alababa a los promotores de esta realidad editorial, y se reconocía su calidad técnica y literaria.
La revista tuvo dos periodos de financiamiento. Los primeros ocho números fueron subvencionados por el doctor Bernardo Gastélum, como funcionario del Departamento de Salud.
Con el ascenso de Portes Gil a la presidencia, el doctor Gastélum sale de México con una función diplomática. A partir de entonces, Genaro Estrada se hace cargo del financiamiento de Contemporáneos, a través de su cargo público en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Bajo este patrocinio, se publican 35 números más. Torres Bodet, Gorostiza y Owen obtuvieron puestos diplomáticos. Bernardo Ortiz de Montellano, a partir del noveno número de la revista, asumió la responsabilidad editorial y figuró como único director hasta el final.
Con el número 42-43, de noviembre-diciembre de 1931, se suspendió la publicación de Contemporáneos. La enfermedad de Ortiz de Montellano, la pérdida del patrocinio de Genaro Estrada, la salida de varios de sus fundadores a misiones diplomáticas y la fuerte corriente crítica contra el grupo y sus técnicas literarias fueron algunas de las razones por las cuales se dejó de publicar la revista. Los cambios políticos también llevaron al grupo a la bancarrota. No hubo financiamiento ni voluntad de los nuevos políticos para auspiciar la revista.
Al comienzo de la empresa, la organización del Consejo editorial fue más bien informal. La oficina era cualquier café o cualquiera de las casas de sus integrantes. Acostumbraban tener una reunión semanal los sábados por la noche en el Sanborn´s que se encontraba en el patio interior del edificio Iturbide, en la calle de Madero.
En los números 26 y 27 se incluyeron trabajos de Alfonso Gutiérrez Hermosillo, y Emmanuel Palacios. En el número 32 se publicó una traducción de Anabasis de St. John Perse, hecha por Octavio Barreda. En los números 40 y 41 se publicaron escritos de Borges, Huidobro, Neruda, Supervielle y Hughes.
Aparecieron trabajos de artistas plásticos mexicanos como Julio Castellanos, Agustín Lazo, Roberto Montenegro, José Clemente Orozco, Manuel Rodríguez Lozano y Diego Rivera. De los artistas europeos, norteamericanos y orientales contribuyeron Peggy Bacon, George Biddle, George Braque, Jean Charlot, Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Ernest Finene, Tamiji Katagawa, Y. Kunyoshi, Herni Matisse, Pablo Picasso y Man Ray.
Según Abreu Gómez, el nombre de la revista fue propuesto por José Gorostiza y no era indicativo de ninguna doctrina estética o política preconcebida.
La primera entrega contenía, en lugar de la exposición de motivos, un ensayo del Dr. Bernardo Gastélum, llamado "Espíritu de Héroe", que afirmaba la convicción de los editores de que el crecimiento revitalizador e intelectual era posible.
Sin embargo, no todos los sectores dieron la bienvenida a la publicación. Algunos grupos y escritores independientes no concordaban con las ideas extranjerizantes que la revista propugnaba. Constantemente aparecían críticas al respecto y se habla del antinacionalismo de estos intelectuales y de su falta de compromiso con el rescate de lo propio.
Quizá por esto los últimos números dirigidos por Ortiz de Montellano se caracterizaron por sus constantes alusiones a la política de Contemporáneos. El director advertía que este órgano literario no debía ser un vehículo para la propaganda. Además, afirmaba el papel de la revista como un medio para la interpretación de temas autóctonos.
Aparecieron 43 números. El formato básico, con cambios mínimos, se conservó siempre. Los primeros 31 números fueron hechos en la Imprenta Cvltvra*, y los restantes se realizaron en los talleres de la Imprenta Mundial.
Los números contenían contribuciones originales y poesía. Terminaban con la sección "Motivos", dedicada a reseñas de libros, notas breves y datos bibliográficos. En esta sección se comentaron libros como la Antología de poesía mexicana moderna hecha por Jorge Cuesta, que fue muy criticada. Torres Bodet reseñó Nadja de André Bretón y Magia Negra, Magia Blanca, de Paul Morand; Bernardo Gastélum, Diario de Viaje de un filósofo de Hermann Keyserling; Ortiz de Montellano analizó el Romancero Gitano de García Lorca y González Rojo comentó Dama de Corazones, de Villaurrutia.
Los primeros ocho números se distinguieron por el énfasis en la narrativa; casi un tercio de las colaboraciones en prosa aparecieron en estos primeros números.
A partir del noveno número, Contemporáneos sufrió algunas modificaciones. Siguió en lo esencial con el formato establecido desde el inicio, pero se redujo la sección "Motivos" y se insertó otra, llamada "Libros de México y sobre México", que a partir del número 15 cambió de nombre: "Los últimos libros mexicanos".
Aparecieron secciones sobresalientes como "Cuadernos de Plata", de Ortiz de Montellano; "Cuadernos de Lectura", colección de traducciones breves y comentarios de ensayos literarios extranjeros, y "Ocio y placeres del periódico", notas humorísticas de la escena contemporánea, ambas a cargo de Alfonso Reyes, y "Acera", notas de conversación, donde los editores comentan eventos culturales, como la visita de Waldo Frank y la fundación de un cine-club en la Ciudad de México.
Desde ese momento fue menos un órgano de expresión del grupo e incluyó en sus páginas a más poetas y prosistas establecidos en México, Hispanoamérica y España. Hubo, también, un número mayor de traducciones de las obras de escritores no hispánicos.
En contraste con los ocho primeros números, en los siguientes es evidente el énfasis en la poesía y en el material de traducción. Dos de estos números fueron dedicados exclusivamente a la poesía. Aparecieron con frecuencia traducciones de escritores ingleses, norteamericanos y europeos.
Así se conoce al grupo de escritores que se aglutinó en torno de la revista que lleva el mismo nombre, y que se mantuvo unido de 1920 a 1932.
Al parecer, el nombre lo sugirió José Gorostiza. Este rubro, que no comprometía a los miembros del grupo bajo un signo estético, social o político definido, vinculó en el tiempo a "un grupo de amigos", "un grupo sin grupo" o "un grupo de soledades", como solían llamarse a sí mismos. Para consolidar el grupo de los Contemporáneos fue más importante la amistad que entablaron durante su estancia en la escuela y después en varias oficinas burocráticas, que la homogeneidad de su producción literaria. Si algo caracterizó al grupo fue justamente la diferencia entre las expresiones artísticas de sus miembros. Algunos críticos los consideran como una generación; para otros es un conjunto de escritores, un pequeño círculo de amigos que produjo literatura entre los años 1920 y 1932.
Los Contemporáneos rastrean en Europa lo novedoso. Ávidos de romper con las inercias de la literatura escrita hasta entonces, buscan en autores de principios de siglo fuentes para revitalizar la poesía mexicana. Fueron asiduos lectores de André Gide, Marcel Proust, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Jean Cocteau, Charles Baudelaire, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Guillaume Apollinaire y T.S. Eliot. Estuvieron influidos por las vanguardias de Europa y América.
Como grupo literario, al inicio autonombrado el Nuevo Ateneo de la Juventud, durante sus tertulias se embebieron en lecturas de autores del Siglo de Oro español y de Sor Juana Inés de la Cruz. De los modernistas leyeron a Rubén Darío, máximo representante de este movimiento; absorbieron el descubrimiento de la patria íntima de Ramón López Velarde, y asimilaron el verso posmodernista de Enrique González Martínez.
Algunos de los Contemporáneos incursionaron en el ensayo crítico, el teatro y la novela, pero la poesía fue el género que los agrupó.
Existen semejanzas en las poéticas de estos escritores. Hay versos, temas e imágenes que son evocaciones de unos a otros. Además, a la distancia, a pesar de las diferencias, existe en ellos una tendencia común hacia el esteticismo y la universalidad.
Los Contemporáneos se caracterizaron por ser literatos “puros”. Eran la aristocracia del pensamiento.
José Luis Martínez dice sobre el grupo que ha sido uno de los que ha presentado más homogeneidad, tanto en su calidad, como en el impulso que los animaba. Fueron revolucionarios desde el punto de vista estético, pero conservadores desde la perspectiva político-social.
Las oficinas burocráticas en la Secretaría de Educación Pública (SEP)*, los cargos en el Departamento de Salubridad y después sus actividades en la diplomacia, permitieron a los Contemporáneos ganar prestigio y obtener cooperación y valioso apoyo financiero para sus proyectos editoriales. Asimismo, las oficinas con la que contaban en estas instituciones fungieron como lugares de reunión para los miembros del grupo. Otro de sus lugares de encuentro fue el Sanborn´s de los Azulejos, en el centro de la ciudad, en el que comían una vez a la semana.
El núcleo de este grupo se formó antes de 1920 con la amistad que surgió entre Jaime Torres Bodet (1902-1974), Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), Enrique González Rojo (1899-1939), Carlos Pellicer (1897-1977) y José Gorostiza (1901-1973), durante sus años como estudiantes en la Escuela Nacional Preparatoria.
Después entraron en la Facultad de Jurisprudencia, donde recibieron el influjo de Antonio Caso y Enrique González Martínez, miembros de la generación predecesora que conformó el Ateneo de la Juventud*. Inspirados en ellos, los jóvenes decidieron fundar el Nuevo Ateneo de la Juventud. El grupo se vio apoyado constantemente por hombres de influencia en la burocracia del gobierno. Uno de ellos fue José Vasconcelos, a través de sus cargos en la Universidad Nacional de México, ahora Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en la SEP.
Torres Bodet fue nombrado secretario de la Escuela Preparatoria cuando Vasconcelos fungió como rector interino en la Universidad. Su estrecho vínculo con la institución le permitió conocer a Salvador Novo (1904-1974) y a Xavier Villaurrutia (1903-1950), quienes eran menores y se incorporaron al grupo más tarde.
Asimismo, ya como estudiante en la Universidad Nacional, Villaurrutia trabó relación con dos escritores más, que pronto se incorporaron al grupo: Jorge Cuesta (1903-1942) y Gilberto Owen (1905-1952).
Se identifican tres periodos del grupo de los Contemporáneos, diferenciados por los patrocinadores que dieron apoyo a sus creaciones. Desde 1921, José Vasconcelos financió sus proyectos; a partir de 1925, el doctor Gastélum, quien heredó el cargo de Vasconcelos en la Secretaría de Educación y después se encargó del Departamento de Salubridad; finalmente, vino el mecenazgo de Genaro Estrada, como ministro de Relaciones Exteriores en 1930, cuando el grupo comenzó a dispersarse.
Esta generación se inicia a través de breves publicaciones en revistas como Pegaso* y pequeñas revistas estudiantiles, pero no es sino hasta diciembre de 1922 cuando deciden fundar la primera revista del grupo: La Falange*, Esta revista fue dirigida por Torres Bodet y Ortiz de Montellano. Se publicó desde diciembre de 1922 hasta octubre de 1923.
La segunda revista que inició el grupo, en mayo de 1927, fue Ulises*, que nació bajo la dirección de Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, con la colaboración de Jorge Cuesta y Gilberto Owen. La última edición salió en febrero de 1928.
A principios de mayo de 1928, los Contemporáneos publicaron la Antología de la poesía mexicana moderna. Esta edición fue realizada por Editorial Cvltvra* para la Editorial Contemporánea, bajo el nombre de Jorge Cuesta, quien firmó el prólogo.
La publicación de la antología acarreó graves impugnaciones al grupo pues, según se decía, fue ideada para denigrar a los escritores que quedaron fuera de ella y para utilizar a los autores que fueron admitidos, pero que no eran de su preferencia. El periodista Vereo Guzmán publicó, el 8 de julio, en Revista de Revistas*, una nota titulada “Una antología que vale lo que cuesta”. La antología se convirtió en blanco de mofas y chistes, y fue pretexto para violentos ataques personales, lo que se conoce como Polémica: 1928. En la nota sobre Maples Arce contenida en la antología, se afirma que este poeta “intenta una fuga de los moldes formales del modernismo pero incurre, con frecuencia, en deplorables regresiones románticas”. Esta nota despectiva, al parecer, fue escrita por Ortiz de Montellano. Cabe señalar que doce años después, Maples Arce publicará, en Roma (ciudad donde desempeñaba un cargo diplomático), su Antología de la poesía mexicana moderna, ajuste de cuentas contra Novo, Villaurrutia y Ortiz de Montellano. Al primero lo califica como tentado por el “demonio de la frivolidad”; al segundo, como un poeta cuya poesía “se ofrece marcada por las fatalidades del sexo, bajo un arreglo de palabras que apenas encubre los artificios de una falsa elaboración”; al tercero, como un poeta cuyos textos están excedidos “de juegos y juguetes”, una poesía “alborotada de flores y de pájaros” y, en suma, infantil. El poema de Ortiz reproducido por Maples Arce no fue sino la versión poética de una canción infantil.
Por otra parte, en el mismo año en que Cuesta publicara su Antología (1928) salió a la luz la revista más importante que el grupo produjo: Contemporáneos*, la cual obtuvo importantes reconocimientos que la ubicaron en la escena internacional.
En 1930, al cesar la influencia política del doctor Gastélum, Ortiz de Montellano, Torres Bodet y José Gorostiza ingresaron a la diplomacia bajo el amparo de Genaro Estrada, y el grupo comenzó a disgregarse.
En 1932 el grupo de los Contemporáneos, así como Alfonso Reyes y otros escritores interesados en el diálogo con la literatura europea y norteamericana, sostuvieron una polémica con autores como Héctor Pérez Martínez y Ermilo Abreu Gómez, interesados en una visión nacionalista, es decir, en la literatura relacionada con la realidad mexicana. La mayoría de los Contemporáneos se retiraron pronto del debate –conocido como Polémica: 1932- por considerarlo una campaña impulsada por el resentimiento de sus enemigos. La polémica empezó a disolverse en octubre, cuando Jorge Cuesta y otros miembros del grupo fueron consignados jurídicamente por “ultraje a la moral pública” por haber publicado algunos capítulos de la novela inédita Cariátide, de Rubén Salazar Mallén, en la revista Examen*.
Examen es en efecto la última revista que editan. Con Jorge Cuesta al frente, dio inicio en agosto de 1932 y desapareció con el tercer número, en noviembre del mismo año. Examen constituye el momento que conduce al grupo a su desintegración definitiva. La publicación en esta revista de algunos capítulos de la mencionada novela de Salazar Mallén crea tal descontento y crítica, que Cuesta, Villaurrutia, Pellicer y Gorostiza renuncian a sus puestos en la Secretaría de Educación.
En esa misma fecha Salvador Novo se deslindó del grupo al permanecer en un cargo público en la Secretaría de Educación. Los demás habían pasado a Salubridad. En su estancia en la Secretaría, Novo fue director de Resumen. Esta revista, de corte más periodístico que literario, no estuvo vinculada directamente con el grupo.
Además de la revista Resumen, por iniciativa de Novo, la Secretaría de Educación publicó, a través de la editorial La Razón, varios libros: La conversación, de André Maurois, traducido por José Gorostiza; La escuela de las mujeres, de André Gide, traducido por Villaurrutia; y la edición de los sonetos de Sor Juana, cuidada por Villaurrutia.
Los Contemporáneos sostuvieron una polémica pública y duradera con los miembros del Estridentismo*. En general, este debate es conocido como la Polémica: 1925* y engloba varios aspectos alrededor de la creación de la nueva literatura mexicana.
A decir del libro Crónicas 1989-1992, publicado por la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, el impulso más decidido a la extensión universitaria data de 1920 y se debe a la energía de José Vasconcelos, para quien la Universidad tiene como responsabilidad extender la cultura a todo lo ancho y a todo lo largo de la República. La propuesta vasconcelista se institucionalizó en el rectorado de Antonio Caso (1921-1923), mediante la creación del Departamento de Intercambio y de Extensión Universitaria, a cargo de Pedro Henríquez Ureña de 1921 a 1923.
En 1929, cuando la Universidad alcanza su autonomía, el concepto de extensión de la cultura se incorpora a la misión universitaria en la Ley Orgánica, y la Universidad crea diversos organismos y dependencias con el propósito de extender el patrimonio cultural universitario a la sociedad mexicana. El entonces rector Ignacio García Téllez apoya la fundación del Centro de Acción Social de Estudiantes Universitarios -cuya jefatura estuvo a cargo de Salvador Azuela hasta 1938-, del que dependían diversos centros de divulgación cultural. De esta época data, además, la creación de la revista Universidad de México*.
Más tarde, el rector Luis Chico Goerne reafirmaría la orientación social de las tareas universitarias; durante su gestión nacerían tres de las instituciones culturales más importantes de nuestro país: la Imprenta Universitaria (1935) (véase Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México*), la Orquesta Sinfónica de la UNAM (OFUNAM, 1936) y Radio Universidad (1937). En 1938, el Departamento de Acción Social multiplica sus esfuerzos mediante la organización de exposiciones de artes plásticas y actividades musicales. En 1944 se crea la Junta de Gobierno como instancia universitaria destinada a la designación de otras autoridades y dependencias, y se fijan como objetivos primordiales de la Universidad: la docencia, la investigación y la extensión de los beneficios de la cultura. En 1947 se funda el Servicio de Educación Popular, esfuerzo que culminó en la creación de la Dirección General de Actividades Académicas y de Difusión Cultural (que durante varios años se ubicó en San Ildefonso, junto con la Coordinación de Humanidades de la UNAM, y que entre sus dependencias contaba con la Escuela de Verano), con Alfonso Pruneda como director general de 1947 a 1953. Su misión era centralizar las actividades concernientes a la difusión de la cultura (servicios de bibliotecas y hemerotecas, radio, orquestas, difusión popular de la cultura, escuelas de verano, becas e intercambios), otorgar estímulos y premios académicos, y realizar una labor editorial mediante la Imprenta Universitaria.
El impulso que recibió la difusión de la cultura se duplicó durante los años cuarenta con la llegada de Horacio Labastida a la jefatura del entonces llamado Departamento de Extensión Universitaria y, más tarde, en 1953, bajo la dirección de Jaime García Terrés, quien permaneció en ese cargo hasta 1965. En 1957, con el traslado de la UNAM a las nuevas instalaciones en Ciudad Universitaria, las oficinas de Difusión Cultural se mudan al piso diez de la torre de Rectoría y García Terrés hizo del proyecto extensionista de la Universidad un verdadero éxito: las propuestas estudiantiles aumentaron, se intensificaron y extendieron las actividades de Difusión Cultural a casi todos los planteles universitarios y se habilitaron los espacios culturales para cine-clubes, exposiciones, talleres. Durante la gestión de García Terrés fue puesta en marcha Poesía en Voz Alta* (1956); se reanimó la revista Universidad de México; se fundó la Casa del Lago* (1959) y el proyecto Voz viva de México -que había nacido en 1959 para reunir en fonogramas a los más importantes escritores de nuestro país- tomó un nuevo impulso con la creación de Voz viva de América Latina (1965). (Véase Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México*). En 1966, durante la gestión de Gastón García Cantú, comenzó a editarse la revista Punto de Partida*.
Para 1977, el desarrollo de la actividad cultural de la Universidad era tal que fue necesario crear la Coordinación de Extensión Universitaria, antecedente de lo que desde 1986 hasta la fecha se conoce como Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde entonces, y hasta 1980, se llevó a cabo, gracias a un esfuerzo colectivo impulsado por el rector Guillermo Soberón, la construcción del Centro Cultural Universitario (CCU), que incluye la sala de conciertos Nezahualcóyotl, el teatro Juan Ruiz de Alarcón, el foro Sor Juana Inés de la Cruz, el Espacio Escultórico, la Biblioteca y la Hemeroteca Nacionales, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, el Centro de Estudios sobre la Universidad, el Centro Universitario de Teatro, las salas Miguel Covarrubias y Carlos Chávez, la Librería Julio Torri* y los cines José Revueltas y Julio Bracho. En este Centro también se localizan las oficinas de la actual Coordinación de Difusión Cultural.
Según el acuerdo que da lugar a la estructura administrativa de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, expedido el 14 de septiembre de 1989, ésta cuenta con dos direcciones generales de medios de comunicación: Radio UNAM y TV UNAM; cuatro direcciones de actividades artísticas: la Dirección General de Actividades Cinematográficas, la Dirección General de Actividades Musicales, la Dirección de Teatro y Danza, y la Dirección de Literatura de la UNAM; cinco centros de extensión: Centro de Enseñanza para Extranjeros, Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras, Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, Centro Universitario de Teatro y Centro de Iniciación Musical; un Centro de Investigación y Servicios Museológicos (al que está adscrito el Museo Universitario de Arte Contemporáneo), y dos centros de difusión: la Casa del Lago y el Museo Universitario del Chopo*. Desde noviembre de 1992, el Antiguo Colegio de San Ildefonso se transformó en recinto museográfico.
Además de la producción de películas, de la publicación de libros y del apoyo a diversos proyectos culturales vinculados con otras instituciones, la Coordinación de Difusión Cultural edita Los Universitarios*.
Entre los principales directores que ha tenido Difusión Cultural desde 1965 hasta la fecha, se encuentran: Gastón García Cantú (1966-1970), Alberto Dallal (1968-1969), Leopoldo Zea (1970-1973), Diego Valadés (1973-1976), Hugo Gutiérrez Vega (1977-1979), Alfonso María y Campos (1981-1984), Fernando Curiel (1981-1982 y 1986-1989), René Avilés Fabila (1985-1989) y Gonzalo Celorio 1989-1998. En 1998 el director de Difusión Cultural es Ignacio Solares.
[Una revista de la ciudad de México. (1962-1969)]
EDITORES: Sergio Mondragón, Margaret Randall y Harvey Wolin
DOMICILIO: Anaxágoras 1345-4, México, D. F
PERIODICIDAD: trimestral
Revista bilingüe en español y en inglés, desligada, en sus inicios, de todo vínculo ideológico o político y que a menudo habla de los problemas espirituales de nuestra época. La concepción y el material gráfico de la revista revelan la influencia de corrientes como el surrealismo. Según Sergio Mondragón, la publicación surgió con la idea central de dar a conocer la poesía de las dos grandes lenguas del continente. La revista difundió traducciones de poesía en portugués y fue la primera en dar a conocer la poesía beat en los países de habla hispana.
Su título fue pensado primero en inglés: plumed (emplumado) por Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; y horn por su significado de trompeta o corno americano para tocar jazz, el tubo de metal de jazz.
Además de los textos literarios (sobre todo de poesía), contiene una sección llamada "Cartas". A su vez, la revista incluye reproducciones de varios artistas plásticos y posteriormente se agrega una sección de "Libros", donde se comentan obras literarias.
En el segundo número se incluye un "Manifiesto" firmado por Los hartos, donde se muestra un gran inconformismo y la búsqueda de un mundo mejor. Al final de este número aparecen los patrocinadores de la revista, entre los que se encuentra la Secretaría de Educación Pública (SEP)*, pero, sobre todo, muchos particulares de Estados Unidos y México.
Algunos números incluyen secciones especiales de poesía de distintos países, por ejemplo, “Poesía de Guatemala”, “Poesía de Nicaragua”, “Poesía de Argentina”, “Poesía chilena moderna”, “Five algerian poets”, “Nine Dutch and Flemish poets”, “Poetas españoles contemporáneos”. El cuarto número de cada año (cuarto trimestre) es de carácter monográfico y está dedicado enteramente a un poeta determinado. Así, el cuarto número del primer año contiene el extenso poema sobre la guerra civil española: Marsias y Adila (1948), del catalán exiliado en México, Agustí Bartra, publicado en español e inglés por Ediciones del Corno Emplumado.
En el número 28, de octubre de 1968, Sergio Mondragón habla de los hechos violentos que habían ocurrido en la ciudad de México: la represión política y un movimiento estudiantil “auténticamente popular”, que ponía en evidencia la corrupción administrativa, la miseria ideológica del sistema y la demgogia en que se basa. En el siguiente número, Mondragón desaparece como editor; se retira a los Estados Unidos. En el número 30 los nuevos editores, Margaret Randall y Robert Cohen, señalan que con el número 29 se inicia una nueva etapa de la revista; hay nueva libertad e ideas, así como un nuevo director, el propio Cohen. La “segunda etapa” de la revista comienza con los auspicios de la empresa Movimiento Editores, que la había adquirido.
[Poesía / Narrativa / Ensayo / Editorial (1994- )]
COORDINADOR: José María Mendiola H
JEFE DE REDACCIÓN: Horacio Salazar Ortiz
CONSEJO EDITORIAL: Alejandra Rangel, Alfonso Rangel Guerra, Alfonso Reyes Martínez, Arnoldo Neiro, César Jaime, David Ojeda, Eduardo Langagne, Héctor Alvarado, Héctor Valdés Manríquez, Jorge Pedraza, José de Jesús Sampedro, Pedro Moreno y Rosaura Barahona
COORDINADOR: José María Mendiola H
JEFE DE REDACCIÓN: Horacio Salazar Ortiz
CONSEJO EDITORIAL: Alejandra Rangel, Alfonso Rangel Guerra, Alfonso Reyes Martínez, Arnoldo Neiro, César Jaime, David Ojeda, Eduardo Langagne, Héctor Alvarado, Héctor Valdés Manríquez, Jorge Pedraza, José de Jesús Sampedro, Pedro Moreno y Rosaura Barahona
DOMICILIO: Casa de la Cultura, Colón 400 Ote., Monterrey, Nuevo León
PERIODICIDAD: bimestral
Con ilustraciones
El primer número corresponde a octubre-noviembre. Publicada por la Subsecretaría de Cultura de Nuevo León, esta revista surgió durante el Festival Internacional "Alfonso Reyes”*, que se celebró en Monterrey durante los meses de octubre y noviembre de 1994. Su título se inspira en la publicación Monterrey*, correo literario de Alfonso Reyes.
En la "Presentación" se dice que a 64 años de la empresa de Alfonso Reyes, surge en Monterrey el Correo literario. Se manifiesta como un órgano que permitirá a los escritores de Nuevo León establecer vínculos hacia adentro y hacia afuera. Entre sus objetivos está retomar el diálogo y dejar a un lado el soliloquio. El logotipo de la revista es el mismo que utilizó Alfonso Reyes para su publicación.
[Poesía / Narrativa / Ensayo / Editorial (1994- )]
COORDINADOR: José María Mendiola H
JEFE DE REDACCIÓN: Horacio Salazar Ortiz
CONSEJO EDITORIAL: Alejandra Rangel, Alfonso Rangel Guerra, Alfonso Reyes Martínez, Arnoldo Neiro, César Jaime, David Ojeda, Eduardo Langagne, Héctor Alvarado, Héctor Valdés Manríquez, Jorge Pedraza, José de Jesús Sampedro, Pedro Moreno y Rosaura Barahona
COORDINADOR: José María Mendiola H
JEFE DE REDACCIÓN: Horacio Salazar Ortiz
CONSEJO EDITORIAL: Alejandra Rangel, Alfonso Rangel Guerra, Alfonso Reyes Martínez, Arnoldo Neiro, César Jaime, David Ojeda, Eduardo Langagne, Héctor Alvarado, Héctor Valdés Manríquez, Jorge Pedraza, José de Jesús Sampedro, Pedro Moreno y Rosaura Barahona
DOMICILIO: Casa de la Cultura, Colón 400 Ote., Monterrey, Nuevo León
PERIODICIDAD: bimestral
Con ilustraciones
El primer número corresponde a octubre-noviembre. Publicada por la Subsecretaría de Cultura de Nuevo León, esta revista surgió durante el Festival Internacional "Alfonso Reyes”*, que se celebró en Monterrey durante los meses de octubre y noviembre de 1994. Su título se inspira en la publicación Monterrey*, correo literario de Alfonso Reyes.
En la "Presentación" se dice que, a 64 años de la empresa de Alfonso Reyes, surge en Monterrey el Correo literario. Se manifiesta como un órgano que permitirá a los escritores de Nuevo León establecer vínculos hacia adentro y hacia afuera. Entre sus objetivos está retomar el diálogo y dejar a un lado el soliloquio. El logotipo de la revista es el mismo que utilizó Alfonso Reyes para su publicación.
[Revista de crítica (1929-1938; 1952; 1958)]
JEFE DE REDACCIÓN: Miguel D. Martínez Rendón
DOMICILIO: Madero 70-8, México, D. F
PERIODICIDAD: mensual
Revista de corte marxista y revolucionario. El primer número apareció en enero. Cada seis números forman un tomo. Entre sus propósitos destaca la pretensión de realizar una revista que contribuyera a esclarecer la ideología de la Revolución.
En materia de letras, se le da prioridad a la poesía y a la Literatura de contenido social* y proletario. Destacan poemas con títulos como "Hoz", "Cosecha", "La fábrica" o "1º de mayo", entre otros muchos, y textos que se refieren a la socialización del arte o a las relaciones entre lucha social, revolución, arte y literatura.
En el número 13 aparece como director Juan de Dios Bojórquez y como jefe de redacción M. D. Martínez Rendón. A partir de entonces, la revista se anunciará como publicada por el Bloque de Obreros Intelectuales de México. Esta asociación de artistas y escritores de tendencia izquierdista había sido creada en 1922 y su animador principal fue Juan de Dios Bojórquez. Crisol se convierte en el órgano de la asociación.
A partir del número 18, las oficinas cambian de domicilio a San Juan de Letrán No. 5. En el número 25, de enero de 1931, ya no aparece el director, sino sólo M. D. Martínez Rendón como jefe de redacción. Dos números después se inicia una sección que durará algún tiempo: "La vuelta al mundo", por Arqueles Vela, sobre temas de interés social, histórico o político. Carrancá y Trujillo publica un texto sobre José Martí, poeta de quien seguirá publicando y comentando poemas en números siguientes.
A partir del número 50, el director es Miguel D. Martínez Rendón y el jefe de redacción Arqueles Vela. Cinco números después, el jefe de redacción es Leopoldo Ramos. Del número 56 al 58, Ermilo Abreu Gómez está a cargo de la sección "Doctrina literaria". Las dos primeras entregas contienen cartas abiertas a Alfonso Reyes, Genaro Estrada, Jaime Torres Bodet, Juan Marinello y Salvador Novo. En el número 60 aparece nuevamente "Doctrina literaria", con una carta a Mariano Silva y Aceves.
En el séptimo año de vida de la revista se agrega la sección "Cómo se opina de nuestra revista", que contiene opiniones de varias publicaciones periódicas mexicanas e internacionales. Aristeo Martínez de Aguilar se incorpora a la dirección en el número 80 y dos números después aparece Martínez Rendón como director y Juan B. Izabal como gerente.
En enero de 1938 aparece un boletín del Bloque de Obreros Intelectuales, con un ideario que mantiene una posición de combate contra cualquier forma de intervención imperialista. Juan de Dios Bojórquez reaparece como director y Agustín Haro como jefe de redacción. El domicilio cambia a Juárez 88-202.
La revista desaparece en 1938 con el número 99. Varios años después, en febrero de 1952, se publica el número 100, con una comisión editorial cuyos miembros son M. D. Martínez Rendón, J. de Jesús Ibarra y Agustín Haro y T. El domicilio es, ahora, Juárez 127-24. El número 101 y último aparece en agosto de 1958. Su director es Alfonso Rosado Ávila.
[Revista de la Universidad Autónoma de Puebla (1978- )]
CONSEJO EDITORIAL: José Blanco Gil, Enrique Condés Lara, Carlos Contreras Cruz, Leticia Gamboa Ojeda, Luis Ortega Morales, Andrés Ruiz, Humberto Sotelo Mendoza, Martín Pérez Zenteno, Armando Pinto Parada, Gabriel Vargas Lozano, Alfonso Vélez Pliego
COORDINACIÓN GENERAL: Humberto Sotelo Mendoza
CORRECCIÓN: Teresa Grajales y Miguel Campos
DOMICILIO: Extensión Universitaria, Universidad Autónoma de Puebla. Calle 4 Sur, 104, Puebla, Puebla
PERIODICIDAD:
Con ilustraciones
El primer número corresponde a octubre-diciembre. Esta revista contiene artículos y ensayos literarios y políticos, aunque también incluye notas informativas sobre las actividades institucionales de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP). La "Presentación" de la revista aparece en el segundo número; en ella se especifica que la revista será “política”. En esa misma nota de presentación se afirma que el Consejo editorial no tendría más autoridad que los propios colaboradores, por lo que se evitaría la inserción de notas editoriales; además, la revista quedaba abierta a la opinión pública general.
El número 34, de la primavera de 1988, se inicia con un texto titulado "La imaginación crítica", donde se afirma que, sin excluir los esfuerzos anteriores, se planea una nueva época de Crítica, una mayor profundización de la misma. El director es ahora Mariano Morales y Ana María Magaldi se encuentra a cargo de la Redacción. Este número se abre con un texto de Carlos Monsiváis. Cabe mencionar que cada número se iniciará con un texto titulado "La imaginación crítica", el cual funcionará como editorial.
En el número 45, de invierno 1990-1991, el director general es Jaime Ornelas Delgado. Dos números después, en el texto inicial, se afirma que desde su nacimiento, hace 13 años, la revista ha sido un espacio plural ajeno a dogmatismos. También aparece la sección "La letra", consagrada a la literatura.
Una nueva época de Crítica comienza con el número 50, de marzo de 1993. Hay un aumento de calidad y el director es Armando Pinto, Julio Eutiquio Sarabia funge como subdirector y Víctor Manuel Arellano está a cargo de la Redacción. La publicación se anuncia como «revista bimestral», con domicilio en 2 Norte 1006, Ciudad de México. Las nuevas secciones son "Digresiones", "Dossier", "La vigilia de la aldea", "Plástica", "Bibliofilia", "Poesía" y "El sueño de la aldea".
A finales de 1998 se completaron 72 números de Crítica.
[Suplemento cultural de Crónica. (1996- )]
DIRECTOR: Rafael Pérez Gay
EDITOR: Mauricio Montiel Figueiras
DOMICILIO:
PERIODICIDAD: semanal
Las páginas de este suplemento cultural están básicamente dedicadas al ensayo y a la crítica literaria, pero también se han incluido traducciones de autores europeos como Gottfried Benn, Paul Celan y Jean Paul, así como textos de creación literaria. Su sección “La Rotativa” es una miscelánea de comentarios de diversa índole. “Nuestros colaboradores” incluye breves notas sobre la trayectoria de los colaboradores del suplemento.
[La revista del mundo nuevo (1942- )]
DIRECTOR-GERENTE: Jesús Silva Herzog
SECRETARIO DE REDACCIÓN: Juan Larrea
DOMICILIO: Palma Norte 308, 509-510, México, D. F
PERIODICIDAD: bimestral
Con ilustraciones
La revista Cuadernos Americanos presentó su primer número en enero de 1942. En la breve enunciación de principios, Alfonso Reyes afirmaba que en los días difíciles por los que atravesaban era necesario crear un órgano que facilitara el diálogo entre iguales; buscar un sitio en el que confluyeran las voces diversas y ése era justamente el propósito de la nueva publicación. Según Reyes, esta publicación estaba encaminada a reunir la labor intelectual y literaria de los diferentes escritores de América. Se distribuyó siempre en todos los países de América Latina.
A lo largo de más de cincuenta años, la revista presentó varias secciones fijas. "Nuestro Tiempo", a cargo, principalmente, de Jesús Silva Herzog, estaba dedicada al ensayo de toque político y económico, pero también incluía información sobre ciencia y medicina. "Aventura del Pensamiento", estaba reservada para el ensayo sobre personajes de la historia y grandes humanistas; presentó también textos en honor de escritores famosos, particularmente latinoamericanos, y en algunos números incluye información sobre lingüística, mitología, literatura y política. "Presencia del Pasado", contenía ensayos sobre la historia de América Latina en comparación con la de otras latitudes. "Dimensión imaginaria" estaba constituida por cartas, análisis literario y ensayos, cuentos y novelas (publicadas por entregas) de los escritores más prestigiosos de América.
Hubo una sección que apareció de manera irregular desde 1956: "Libros y revistas", a cargo de Mauricio de la Selva, en la cual se reseñaban los libros más destacados del momento.
En ocasiones, se sacaron a la luz números monográficos sobre la paz, la literatura o el arte.
La revista fue siempre de tamaño carta. La numeración recomenzaba en enero de cada año. En la contraportada aparecía el índice general.
En el número 5, el domicilio es República de Guatemala 42. En el número correspondiente al bimestre noviembre-diciembre de 1949 se modifica por primera vez el cuadro directivo: el director-gerente continúa siendo Jesús Silva Herzog, pero se agrega un administrador, Daniel Rangel, y el diseño corre a cargo de Rafael Loera y Chávez.
En mayo de 1958, el domicilio cambia a Coyoacán 1035. El número 100 consiste en una edición doble especial. Con motivo de este acontecimiento, Silva Herzog comenta que desea pensar que es posible la unión de los pueblos latinoamericanos y que se lucha por ello. Hace énfasis en que Cuadernos Americanos no ha estado al servicio de unos cuantos, sino que se ha abierto a la comunidad intelectual y artística en general.
A partir de 1962, el editor es Porfirio Loera y Chávez. En el número de noviembre-diciembre de 1966 aparece una sección denominada "Opiniones", en la que diferentes colaboradores y amigos de Cuadernos Americanos dan su punto de vista sobre la revista con ocasión de sus 25 años de existencia.
Jesús Silva Herzog dirigió Cuadernos hasta su muerte, en marzo de 1985. Al morir Silva Herzog, se anuncia que la revista continuará publicándose y se hace una invitación a todos los "amigos de la revista" a enviar material para un número de homenaje a Silva Herzog.
Desde julio-agosto de 1985 hasta finales de 1986, la dirección quedó a cargo de Manuel S. Garrido, antes jefe de redacción. En enero-febrero de 1987 aparece el primer número de la "Nueva época", como publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La revista cambia su estructura: las secciones anteriores desaparecen. Sólo se abren dos secciones fijas: “Reseñas" y "Libros y Revistas". El nuevo director es Leopoldo Zea. En la Redacción está Liliana Weinberg, cargo ocupado después por Hernán G. Taboada.
El nuevo domicilio es Torre I de Humanidades, 2° piso, Ciudad Universitaria. Hasta mediados de 1998 se han publicado 68 números.
[(1960-1964)]
DIRECTOR: Wilberto Cantón
SECRETARIOS DE REDACCIÓN: Diego de Meza y Hugo Argüelles
DIRECTOR ARTÍSTICO: Ramón Puyol
DOMICILIO:
PERIODICIDAD: mensual
Con ilustraciones
Cuadernos de Bellas Artes es la cuarta publicación que dio a la luz el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA) *, después de México en el Arte*, en su primera época (1948-1952), Bellas Artes* (1956-1957) y Las Letras Patrias* (1954-1959).
El primer número de Cuadernos de Bellas Artes se publicó en agosto de 1960 y el último en diciembre de 1964.
El momento por el que atravesaba el país impedía el gasto excesivo. El presupuesto asignado a la Secretaría de Educación Pública (SEP)*, y por tanto al INBA, era restringido. Se sugirió realizar esta edición “en un término medio de elegancia”. Uno de los objetivos fue difundirla lo mejor posible, por lo que el precio del ejemplar debía ser accesible.
El propósito de los cuadernos residía en convocar a buenos escritores de ficción y de crítica o a aquellos interesados en debatir temas sobre estética.
Se publicó un total de 53 números, con una única entrega doble, correspondiente a julio-agosto de 1962.
La revista inició una sección denominada "La vida cultural", sin rúbrica, que permaneció hasta el final. En esta sección se escribían notas sobre las diversas disciplinas que abarca el INBA: danza, teatro, literatura, música, artes plásticas y arquitectura.
Cuadernos de Bellas Artes se caracteriza, entre otras cosas, por sus portadas. Pinturas de artistas mexicanos y extranjeros son empleadas para presentar cada número de esta revista. Generalmente, en el interior del ejemplar se encuentra un ensayo sobre la obra del autor de la portada. Encontramos creaciones de Raúl Anguiano, Juan Soriano, José Chávez Morado, David Antón, Zurbarán, Leonora Carrington, Francisco Moreno Capdevila, Rafael Coronel, Alberto Gironella, Manuel Granados, Roberto Montenegro, José Reyes Meza, Remedios Varo, Eugene Delacroix, Matías Goeritz, entre otros.
La revista sufrió algunos cambios en la dirección y redacción. En el número 2, de septiembre de 1960, desaparece Hugo Argüelles y queda como único redactor Diego de Mesa. En enero de 1962 asume la dirección Elías Nandino, y el secretario de redacción es Mario Duncan. Ramón Puyol fue director artístico durante toda la vida de la publicación.
En 1962 inició la sección denominada "Música". En 1963 se agregaron "Microscopio Cultural" y "Libros del Extranjero", que continuaron hasta el final de la revista. En el último año se agregó "Revistas Literarias". Ninguna sección aparece firmada. La publicación se presenta en tamaño carta.
[(1976-1982)]
RESPONSABLES: Francisco Segovia y Roberto Vallarino
JEFE DE REDACCIÓN: Raymundo Mier
CONSEJO DE REDACCIÓN: Salvador Cortés, José María Espinasa, Raymundo Mier, Carlos Moncada, Adriana Moncada, Guillermo Frese, Hilda Paredes, Francisco Segovia y Roberto Vallarino
DISEÑO: Raymundo Mier y Roberto Vallarino
ADMINISTRACIÓN: Adriana Moncada
DOMICILIO: Puebla 147-J, México, D.F.
PERIODICIDAD: trimestral
Con ilustraciones
Cuadernos de literatura vio la luz en julio de 1976, y desde esa fecha hasta agosto de 1977 (fin de la primera época) se publicaron sólo cinco números. Una Nueva época inició en mayo de 1982 y constó de un número exclusivamente. Fue una revista dedicada a la literatura y durante sus dos épocas mantuvo la sección "Silabario", que incluye reseñas, comentarios y críticas de libros, así como noticias sobre cultura y literatura rubricadas por sus editores y por los miembros del Consejo de redacción.
Sin embargo, la revista presenta varios cambios durante su corta vida. En la primera entrega, Francisco Segovia y Roberto Vallarino aparecen como responsables y Raymundo Mier como jefe de redacción, pero a partir del tercer número, Francisco Segovia abandona la revista (fundará, junto con Carmen Boullosa, Jordi Arenas, Salvador Cortés, José María Espinasa, Francisco Hinojosa y Rivera Madrid, la revista Anábasis, de la cual sólo se publicó la entrega de julio-septiembre de 1977), y quedó como único director Roberto Vallarino. La nueva época conserva a Roberto Vallarino en la dirección; como subdirector aparece Raymundo Mier y Adriana Moncada pasa a ocupar el puesto de secretaria de redacción.
[(1933-1934)]
EDITORES: Rafael López Malo, Octavio Paz Lozano, Enrique Ramírez y Ramírez, Salvador Toscano y José Alvarado
DOMICILIO: Guerrero 75, México, D. F
PERIODICIDAD: irregular
Los fundadores de Cuadernos del Valle de México formaron parte del mismo grupo que se abocó al diseño y edición de la revista estudiantil Barandal* entre 1931 y 1932. Fue el segundo intento editorial del grupo, pero no el último. En 1938, la agrupación emprendería un nuevo proyecto: Taller*.
Dice Antonio Caso que esta agrupación fue la más importante después de los Contemporáneos*. Según Rafael Solana, estos escritores fueron admirados por las generaciones posteriores.
La revista no tuvo tendencias políticas específicas. Sin embargo, la introducción de José Alvarado y la de Enrique Ramírez y Ramírez al consejo editorial, y sus constantes aportes sobre la Revolución rusa y la exaltación de las tendencias de aquella nación, determinaban en la revista, a decir de algunos críticos, un sentido ideológico.
En ese tiempo estaba en boga la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR)*. Existían fuertes tendencias a solidarizarse con las causas proletarias. Algunos escritores se sumaron con sus creaciones al arte nacionalista y revolucionario. Cuadernos del Valle de México no estuvo exento de estas inclinaciones.
La revista estuvo abierta a la publicación de ensayo, cuento y poesía. Su carácter, al igual que el de Barandal, era de apertura hacia escritores consagrados y principiantes.
Tuvo trabajos de alta calidad como "Fragmentos", de Salvador Toscano; "Divagación", de Efrén Hernández; la versión de "Diálogo entre Bloom y Virag" del Ulises de Joyce, por Ricardo Orozco, y colaboraciones importantes de Octavio Paz, Rafael López Malo y Rafael Alberti.
Cuadernos del Valle de México no tuvo declaración de principios. Fue una publicación sobria y sencilla que sobrevivió dos números bajo el patrocinio de los propios editores. Se publicó bajo el rubro Ediciones Ámbito. El primer número apareció en septiembre de 1933 y el segundo en enero de 1934.
[(1960-1967)]
EDITORES: Huberto Batis y Carlos Valdés
DOMICILIO: Apartado postal 25172, Ciudad Universitaria, ciudad de México
PERIODICIDAD: mensual
Con ilustraciones
Cuadernos del Viento fue una revista eminentemente literaria; en sus páginas se incluían fragmentos de novelas, cuentos, ensayos literarios, poesía, teatro, novelas por entregas, crítica, reseñas de libros y noticias culturales. En sus inicios (agosto de 1960) fue editada por Huberto Batis y Carlos Valdés. Años después, este último salió de la revista y dejó como único responsable a Huberto Batis, quien a partir del quinto año de la publicación invitó a Esther Seligson como responsable de las finanzas hasta septiembre de 1967, fecha de cierre de la revista. Esto también trajo consigo un cambio en la periodicidad de las entregas, que a partir de entonces aparecerían trimestralmente.
El formato fue tomado de la revista El Renacimiento (1869), de Ignacio Manuel Altamirano, con la diferencia de que a cada entrega de Cuadernos del Viento le correspondía un color distinto. La política editorial de la revista también estaba inspirada en las propuestas de El Renacimiento: ser un medio de expresión y comunicación entre los escritores y creadores (sobre todo jóvenes) sin tomar en cuenta credos, actitudes y nacionalidades. De esta política de puertas abiertas y no de grupo se deriva el hecho de que Cuadernos del Viento nunca haya aceptado subsidios: su existencia económica dependía de los anuncios comerciales, de las ventas directas en librerías y de las suscripciones de sus lectores, a quienes consideraban sus "únicos jueces".
Las dos épocas de la revista mantienen la política editorial anunciada en la primera entrega: publican textos de escritores, tanto mexicanos como extranjeros, de los más diversos ámbitos literarios, y casi todos los números incluyen materiales poéticos, narrativos, dramáticos, ensayísticos y críticos.
En los números 1 al 4 predomina la publicación de cuentos, fragmentos de novelas y de obras teatrales (materiales raras veces incluidos en otras revistas literarias de la época), ensayos, artículos literarios y traducciones. A partir del número 4, la poesía -olvidada en los primeros tres números- ocupará un lugar importante, y del número 15 al 20 se publicará por entregas una novela, que podría calificarse como "divertimento literario", titulada Los afanes de un ciego o La redención del clérigo curioso, firmada por Enrico Boto Schamanetis (nombre compuesto por las iniciales de los nombres y apellidos de los siguientes escritores: Enrique Alatorre, Henrique González Casanova, Jacobo Chencinsky, Luis Mario Schneider y Huberto Batis, quienes participaron en su escritura).
A partir de la entrega número 10 (mayo de 1961) aparece la única sección fija de la revista, titulada "Palos de ciego", escrita por los editores, cuyo objetivo era comentar y criticar "a diestra y siniestra" el quehacer literario y cultural de México. Meses después, esa sección iría acompañada de cartas que los lectores y escritores mandaban a los editores de la revista en respuesta a los "Palos de ciego". La sección desapareció junto con la salida de Valdés de la revista y fue sustituida por notas informativas y comentarios escritos por su director, que abarcaban los distintos ámbitos del quehacer literario tanto nacional como internacional. A partir del número 20 se duplica el tiraje de los (2000 ejemplares). Cada año la revista dedicaba algunas páginas a rendir homenaje a la figura de Alfonso Reyes, con materiales inéditos y colaboraciones de distintos especialistas en el tema.
La revista también fungió como editorial mediante la publicación de cerca de trece títulos, entre los que se encuentran: Las líneas precisas de Víctor Villela, Solimán y Todo el tiempo es mañana de Francisco González Pineda, Jacinto y Melisa de Eduardo García Máynez C., Camino libre de Jesús Arellano, El oído del tacto de Luis Mario Schneider, El riesgo y el olvido de Irma Acuña, El corazón cae fuera del camino de Armando Zárate, Los antepasados de Carlos Valdés, Alnico y Kemita de Raquel Jodorowsky, Casi al amanecer de Francisco Valle y Todo se deja así de Carmen Alardín. Algunos de estos textos se publicaron por entregas en la revista.
Los dos números que integran la segunda época fueron publicados con fondos de la Editorial ALOR (Alverde-Orozco); en ellos se conservan el formato y los colores de la primera época y se incrementaron las ilustraciones y los dibujos de artistas plásticos. La periodicidad de la revista varió y durante esta época se incrementó también la publicación de artículos críticos sobre arte y literatura. La revista dejó de publicarse por motivos económicos.
[Revista de la imaginación (1939, 1964- )]
DIRECTOR: Edmundo Valadés
CONSEJO EDITORIAL: Andrés Zaplana
CONSEJO DE REDACCIÓN: Gastón García Cantú, Henrique González Casanova y Juan Rulfo
GERENTE: Bertha A. de Valadés
DIRECTOR ARTÍSTICO: Federico Carlos Muciño
DOMICILIO: División del Norte 521-106, México, D. F
PERIODICIDAD: mensual
Con ilustraciones
A decir de Edmundo Valadés, fundador de El Cuento, la revista aparece por primera vez en junio de 1939, debido a que su amigo de juventud y compañero de trabajo, Horacio Quiñones, le leía y le traducía amistosamente textos de la revista Squire. Ambos amigos le proponen a su maestro, el periodista Regino Hernández Llergo, la idea de fundar una revista; este último financia los números iniciales y se publican las cinco primeras entregas, correspondientes a la primera época. Muchos de los materiales que aparecieron durante esta época fueron publicados nuevamente en el número 87 (mayo-junio de 1981) de la nueva época, pues era difícil encontrar ejemplares de esa primera época en archivos y bibliotecas.
La segunda época de El Cuento (que obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en 1981) dio inicio en 1964. En el primer número (financiado por Andrés Zaplana, propietario de la Librería Zaplana*) se dice que la revista tiene como propósito proporcionar mensualmente una selección de cuentos cortos para familiarizar al lector con la mejor literatura. Se invita tanto a autores consagrados, como a jóvenes a participar.
Durante sus más de treinta años de vida ininterrumpida, en esta segunda época la revista también estuvo dirigida por Edmundo Valadés, quien falleció en 1994. El consejero editorial fue Andrés Zaplana, muerto en 1971. Actualmente, la publicación cuenta con un Consejo de redacción integrado por Juan Antonio Ascencio, Agustín Monsreal, José de la Colina y Eraclio Zepeda; en este Consejo también aparecen los nombres de los difuntos Edmundo Valadés (a quien se le da crédito como director), Andrés Zaplana y Juan Rulfo. El actual Director general de la revista es Adrián García Valadés.
Las secciones fijas correspondientes a la segunda época han sido: la nota introductoria de cada entrega, sin título, en la que el director presenta los materiales y da los agradecimientos; una sección inicial en la que se publican materiales teóricos y reflexiones breves sobre el género, a cargo de distintos especialistas; "Cartas", en la que se publicaba la correspondencia recibida, y que a partir de la creación del concurso de cuento organizado por la revista se tituló "Correo del concurso" (desde 1986 fue sustituida por "Cartas y envíos"); "Caja de sorpresas", en la que se publican relatos breves de autores nacionales y extranjeros, intercalados entre los cuentos que integran el grueso de la revista; "Del concurso", sección que nace en 1966 y en la que se edita una selección de los relatos que se consideran con méritos para concursar; "Retalles" y "Analetas", en las que se publicaban textos y fragmentos de otros escritores y cuyas selecciones corrieron a cargo de Juan Rulfo y de Edmundo Valadés, respectivamente (ambas secciones aparecieron desde el inicio de la segunda época de la revista y dejaron de salir ocho años más tarde); "Ellos los escribieron", en la que se ofrece información sobre los colaboradores que participan en cada entrega; "Libros", que apareció en 1966 y consistía en reseñas de libros firmadas por José Donoso Pareja (hacia 1971 la sección se llamó "Crítica" y en 1986 recibirá el nombre de "Cuentalia", pero ya no aparece rubricada).
A algunos meses de haberse iniciado la segunda época de la revista, se crea el Concurso de Cuentos de El Cuento (que después recibiría el nombre de Concurso de Cuento Brevísimo). La primera convocatoria se publicó en el número 4 (agosto de 1964); en ella se expone el propósito del concurso: además de estimular la creación, sugerir el desarrollo de un tema de interés para el país. El jurado estuvo integrado por Andrés Zaplana y Juan Rulfo, entonces miembros del Consejo de redacción. Al comienzo, el premio consistía en un automóvil (el ganador del primer concurso fue Avelí Artís-Géner, quien utilizó el pseudónimo de "Ganimedes"), pero dos o tres años más tarde el jurado decidió sustituirlo por dinero en efectivo. Hacia 1967, debido a la demanda de solicitudes y al exceso de materiales recibidos, el jurado del concurso –que había venido efectuándose cada año- amplió las fechas de entrega de materiales a una segunda etapa y, después, las entregas se volvieron permanentes y el concurso se realizó dos veces al año.
Desde sus inicios a la fecha, el Concurso de Cuento Brevísimo ha premiado y publicado a infinidad de escritores y en cada aniversario de la revista se da una "selección excepcional" de cuentos y algunas entregas antologan relatos de algún país en especial. A partir del número 81, debido a los retrasos, la revista se volvió bimestral. Algunos de los relatos publicados en El Cuento fueron recogidos y seleccionados por su director en tres distintas antologías, cuyos títulos son: El libro de la imaginación, Los grandes cuentos del siglo XX y Los cuentos de El Cuento.
[Suplemento de Siempre! (1962- )]
DIRECTOR: Fernando Benítez
JEFE DE REDACCIÓN: Gastón García Cantú
DISEÑO ARTÍSTICO: Vicente Rojo
DOMICILIO: Vallarta 20, México, D. F
PERIODICIDAD: semanal
Con ilustraciones
Fernando Benítez dirigió el suplemento cultural del periódico El Novedades, llamado México en la Cultura*, a lo largo de 13 años. Problemas con la dirigencia del periódico lo llevaron a renunciar. A raíz del conflicto, José Pagés Llergo recibió a Benítez y le abrió espacio en su revista Siempre! Así, Fernando Benítez inicia una de las empresas editoriales más logradas: el suplemento La cultura en México.
Carlos Monsiváis rememora, en una nota a propósito del 25 aniversario del suplemento, los hechos que condujeron a Benítez a dejar el suplemento México en la Cultura. Cuenta que los mejores querían colaborar, y los peores argumentaban que se conspiraba en su contra, mientras que a Benítez sólo le interesaba resignificar aspectos de la cultura en México. La publicación cobraba gran éxito, cuando irrumpió una red de intereses creados. Una crítica al expresidente Miguel Alemán condujo a Ramón Beteta, entonces director de Novedades, a cesar a Benítez. Más de 30 colaboradores apoyaron a Benítez en un acto político y cultural. Se defendían la libertad de expresión y el nivel alcanzado.
La salida de Benítez fue subsanada por el presidente Adolfo López Mateos, quien ofreció ayuda directa para la conformación de un nuevo suplemento. Pagés Llergo había invitado ya a Benítez a colaborar en Siempre! El presidente proporcionó medio millón de pesos (suma significativa entonces) a Pagés y a Benítez, para arrancar la nueva empresa. No obstante, después del asesinato de Rubén Jaramillo, denunciado ampliamente en La Cultura en México, el presidente retiró el subsidio y Pagés asumió los gastos.
José Pagés Llergo, en el número inicial del suplemento, ofrece a Benítez y a su grupo un espacio para publicar. Exalta las cualidades de estos intelectuales, remite a su propia experiencia como iniciativa rebelde y anuncia el principio de la nueva empresa editorial.
Fernando Benítez escribe, al arribar a Siempre!, que está en este suplemento gracias a una solidaridad intelectual de la cual no hay muchos antecedentes en México.
En el primer número del nuevo suplemento, Benítez hace referencia a su trayectoria en la publicación anterior y denuncia la incomprensión y "sectarismo absoluto" a los que se enfrentó. Se refiere a Siempre! como "asilo tradicional de perseguidos", que abre sus páginas a las más dispares voces sin aplicar sectarismo alguno.
Respecto de la aventura que se inicia en este suplemento, Benítez afirma que aspiran a renovarse y a ofrecer un espacio en donde los autores puedan expresarse libremente.
En el primer número de La Cultura en México se publican fragmentos de cartas de reconocidos artistas, enviadas a Benítez como respuesta a la invitación de éste a colaborar en el nuevo suplemento bajo su dirección. Los párrafos elegidos aparecen firmados por: C. Wright Mills, Ivo Andric, Alejo Carpentier, Juan Goystisolo, Benjamín Carrión, Ignacio Chávez, Sebastian Salazar Bondy, Augusto Roa Bastos, Pablo Neruda, Jesús Silva Herzog, Octavio Paz, Rufino Tamayo, Arnaldo Orfila Reynal y David Alfaro Siqueiros. Estos escritores apoyan la nueva empresa editorial y alaban el trabajo anterior de Benítez.
En el número 26, de agosto de 1962, Gastón García Cantú es retirado y queda como jefe de redacción José Emilio Pacheco; más tardé, el 13 de septiembre de 1967, el sitio será ocupado por Carlos Monsiváis.
Al inicio, bajo la dirección de Benítez, el suplemento tuvo secciones fijas: "Cine", a cargo de Manuel Michel; "Teatro", bajo la responsabilidad de Carlos Solórzano; "Reseña", que incluía la cartelera cinematográfica y teatral, a cargo de Francisco Pina y una sección de anuncios sobre los acontecimientos artísticos y los libros de mayor venta, a cargo de Patricia Ortiz. Más adelante se incluyó una sección de televisión a cargo de Carlos Monsiváis.
De julio a octubre de 1968, se incorporan al suplemento filósofos, politólogos, sociólogos, activistas políticos, que publican semana a semana sus análisis de la situación. Se publican fotos y testimonios. Se inició: "Por mi madre, bohemios", con una selección de "frases célebres de los represores".
Benítez dirigió el suplemento hasta 1971. La publicación vivió algunos años de indefinición formal en el directorio. Tras la salida de Benítez, José Emilio Pacheco queda como coordinador. En el número del 12, de enero de 1972, el director en turno es Carlos Fuentes. El 19 de enero del mismo año, el cargo es para Henrique González Casanova; con él aparece David Huerta en la coordinación.
A partir del 22 de marzo de 1972, el director en turno es Carlos Monsiváis y se constituye un consejo de redacción formado por David Huerta, Carlos Pereyra y Rolando Cordera. La figura de director en turno desaparece y queda Monsiváis como director desde el número del 29 de marzo de 1972.
En octubre de 1973, desaparece la dirección y se integra una coordinación colegiada en la figura de Consejo de redacción, del que forman parte Jorge Aguilar Mora, José Joaquín Blanco, Rolando Cordera, David Huerta, Héctor Manjarrez, Carlos Monsiváis, Carlos Pereyra y Vicente Rojo como diseñador. Más tarde se integra Adolfo Castañón. Este consejo de redacción permanece hasta 1977, año en el que, según narra Monsiváis, Jorge Aguilar Mora, Héctor Manjarrez y David Huerta renunciaron "por razones ideológicas y culturales". Vicente Rojo también dejó el suplemento y fue sustituido por Bernardo Recamier.
En 1979, aparecen varios coordinadores: José Joaquín Blanco, Luis Miguel Aguilar y Antonio Saborit. A partir de febrero de 1980, en el directorio destaca de nuevo el nombre de Carlos Monsiváis, ahora como coordinador, y el consejo permanece, con algunos nuevos participantes: José Joaquín Blanco, Enrique Mercado, José María Pérez Gay y se incluye a Antonio Saborit.
En 1987, asumió la dirección Paco Ignacio Taibo II, quien rebautizó el suplemento como La Cultura en México en la Cultura, con Gerardo de la Torre en la jefatura de redacción y una larga lista de redactores; entre otros: Francisco Pérez Arce, Mauricio Ciechanower, Rogelio Vizcaíno, Emiliano Pérez Cruz, Víctor Ronquillo, Carlos Puig, Ángel Valtierra, Pilar Vázquez y Armando Castellanos.
El 20 de abril de 1988, aparece una nota firmada por Paco Ignacio Taibo II, en la que anuncia la despedida del suplemento. Esta nota, firmada con fecha del 1º de abril y titulada "Se acabó...", dice, entre otras cosas, que la gerencia de la revista informó que por razones administrativas el sumplemento dejaría de publicarse.
Pero el suplemento no desapareció. Pagés Llergo nombró a Margarita Michelena, quien asumió la dirección del suplemento, en 1988, y le devolvió su nombre original La Cultura en México. En la coordinación aparece Alicia Zendejas y en la redacción Raúl Zendejas. Se establece una nueva sección llamada "Laberynthos", escrita por Ernesto de la Peña, en la que se publican reseñas. Se inaugura la sección "Cuerpo Crítico", donde escribirán diversos autores. Hay una sección de música y otra de poesía. José de la Colina escribe crítica cinematográfica.
El 16 de octubre de 1991, el suplemento cambia su presentación. Aparece un nuevo directorio. Ignacio Solares es el director, y José Gordon, el jefe de redacción.
En esta etapa comienzan nuevas secciones. "Luz de Alcoba", sobre los medios masivos de comunicación, escrita por Jaime Septién y "Al filo de la ciencia", a cargo de José Gordon, son las primeras secciones de esta nueva fase.
Otras secciones son "A las puertas del templo", de Javier Sicilia; "Libros", por Vicente Francisco Torres; "Crónicas de Arraigo y Desarraigo", de Alain Derbez; "Danza", de Carlos Ocampo; "Libros", de Ignacio Trejo Fuentes; "Lecturas Visuales", de Roberto Vallarino, y "Ventanas", de Alejandro Pescador.
En sus 33 años de vida, en el suplemento se ha dado información cultural y política sobresaliente en México. En él están referidos actos sociales de envergadura: los movimientos y matanzas del 68; el 10 de junio de 1971; el auge de la izquierda en México; las innumerables crisis económicas; las relaciones multinacionales. También se ocupó de temas de política internacional, así como de asuntos sociales de impacto mundial: feminismo, homosexualismo, derechos humanos, ecología y muchos otros.
Parte central de los intereses de La Cultura en México ha sido destacar escritores desconocidos de otras latitudes, además de promover y difundir acciones vinculadas con la cultura nacional.
En sus diferentes épocas han publicado diversas plumas de gran reconocimiento nacional e internacional.
[(1987-1995)]
DIRECTOR: Edmundo Valadés
JEFE DE REDACCIÓN: Enrique Aguilar
DOMICILIO: Revolución 1877, 3er. piso, México, D. F
PERIODICIDAD: bimestral
Con ilustraciones
Al igual que Cultura Sur*, esta revista es auspiciada por el Programa de las Fronteras del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA)*, aunque al principio el programa pertenecía a la Secretaría de Educación Pública (SEP)*. En Cultura Norte participan también los gobiernos de los estados de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas.
La publicación le otorga importancia a todas las manifestaciones culturales de los estados de la frontera norte y contribuye a preservarlas y difundirlas en todo el país.
El primer número contiene un texto firmado por Valadés, titulado "Nuestros propósitos", donde se anota que se aspira a informar y orientar sobre la realidad del país, poco conocida y menos apreciada.
Entre las secciones más importantes, está "Mirador fronterizo", de información general. También hay una sección dedicada a crónicas, información sobre premios, notas de libros y homenajes, entre otras cosas. La sección "Ventolera" contiene material literario.
Ya en el número 4, de enero-marzo de 1990, la revista fue trimestral y perteneció a una nueva época. Aparece Joaquín Armando Chacón como director adjunto. A partir del número 5, Miguel Ángel González Sánchez de Armas es el jefe de redacción. En el sexto número se incorpora César Meraz como coordinador editorial. El número doble 26-27, de octubre de 1993 y enero de 1994, contiene una muestra de literatura escrita por autores coahuilenses.
En el texto "Editorial" del número de primavera de 1995, Rafael Tovar y de Teresa escribe que participan también los estados de Durango y Sinaloa. El nuevo director de la publicación es Eduardo Langagne. La redacción está integrada por Rebeca L. García y Alberto López. César Meraz continúa como coordinador editorial. Cabe señalar que en este número hay una sección sobre Edmundo Valadés, muerto en 1994.
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