La crónica fue uno de los géneros que más se cultivó con el crecimiento de la industria del periodismo, la vida citadina y la modernidad. Las colaboraciones periódicas de Tablada dejaron testimonio sobre personas, lugares y acontecimientos en varias ciudades del mundo, como los que se desplegaron ante sus ojos en Nueva York y México a partir de 1920.
PRESENTACIÓN
Reunir los textos que un cronista escribió a lo largo de su vida es una tarea difícil. Sin embargo, una vez concluida esta, el gran esfuerzo que implicó tiene que encarar frecuentemente nuevos obstáculos para lograr su divulgación efectiva. Ante lo voluminoso de los materiales y la heterogeneidad de los tópicos tratados, las perspectivas de publicación se oscurecen y la organización para su consulta mediante índices onomásticos, cronológicos o de cualquier otro tipo, se complica. Si la velocidad que la tecnología moderna introdujo en la prensa durante el siglo antepasado hizo de la crónica un género abundante y disperso, ahora es ella misma la que proporciona al investigador los medios idóneos para su manipulación. La edición de la crónica de José Juan Tablada en este portal ofrece el material completo, sin recurrir a los criterios arbitrarios de selección a los que orilla una antología, y permite realizar consultas, lo cual expande las posibilidades de análisis del material. Además, el portal cumple la tarea de rescate de una manera económica y ecológica. Estas mismas ventajas de la edición electrónica fueron señaladas como una novedad sin precedentes cuando se publicó el CD-ROM México de Día y de Noche. Crónicas Mexicanas de José Juan Tablada (1928-1943) (1998), segundo fruto (el primero fue el CD-ROM La Babilonia de Hierro. Crónicas Neoyorquinas (1920-1936)) del esfuerzo de cooperación interinstitucional en el que participaron el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas y el Centro Nacional Editor de Discos Compactos de la Universidad de Colima (CENEDIC), con el apoyo de CONACYT. Con el paso del tiempo, la tecnología que se utilizó en él —basada en MS-DOS, Windows 97 y procesadores de 32 bits— se volvió obsoleta, provocando que la valiosa información que contenía fuera prácticamente inaccesible. Por ello, uno de los objetivos del proyecto Cronología de la vida y obra de José Juan Tablada en el portal letra e imagen (PAPIIT UNAM IN304019, 2019-2020) fue rescatarla y ponerla de nuevo en circulación.
México de Día y de Noche. Crónicas Mexicanas (1928-1944) complementa, temática y cronológicamente, la colección anterior, La Babilonia de Hierro. Crónicas Neoyorquinas (1920-1936). Ofrece como corpus central la totalidad de los artículos que Tablada publicó en Excélsior en su columna “México de Día y de Noche” (1936-1939) —de la cual toma su nombre— y agrega una parte sustancial de escritos anteriores y posteriores que pertenecen a la misma vertiente, para sumar un total de 395 textos. A mediados de 1928, a la par que escribía sus crónicas neoyorquinas, Tablada finalizó la serie de artículos que integraron la segunda parte de sus memorias, titulada Las sombras largas, conjunto que no alcanzó a publicar en un volumen, como sucedería con la primera parte, La feria de la vida (1937). La revisión de su vida y el regreso espiritual a su patria habían creado un clima en su escritura que colocó a México —su pasado, presente y futuro— como preocupación central de su prosa periodística. Este impulso, que se mantuvo hasta 1931 —fecha en que se interrumpió en favor de los temas neoyorquinos—, resucitó con nuevos bríos cuando Tablada volvió al país en 1936. Entonces, los recuerdos de la ciudad porfiriana se enfrentaron a la realidad de la urbe en expansión bajo los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho. Panorama de una época y retrato de un gran escritor y su trayectoria intelectual, esta colección de textos transita desde la revisión de la historia del país, con el aire nostálgico y el espíritu nacionalista y crítico de quien se encuentra fuera, hasta la denuncia de los problemas que aquejaron a los capitalinos. El cronista, inmerso violentamente en las mudanzas radicales de la fisonomía de la metrópoli, apunta, con su pluma ágil e incisiva, plena de ironía y humor, olvidos, aciertos y errores en los rumbos del México moderno y denuncia la atmósfera huelguista del cardenato, el mal estado de los servicios públicos, la delincuencia, el ruido y los accidentes automovilísticos; aboga por el turismo, el cuidado y la preservación de los bienes culturales, la reforestación y el trato digno a los animales; critica la decadencia de las buenas costumbres, el abandono de lo mexicano en favor de la americanización y del “pochismo”; y predica sus convicciones teosóficas y espiritualistas. Sin duda se trata de materiales importantes para la historia literaria, política, social y cultural del país.
A diferencia del proyecto de un volumen, que se titularía La Babilonia de Hierro e iría a albergar una selección de sus mejores crónicas neoyorquinas (ya había logrado compilar un volumen con sus crónicas japonesas, En el país del sol (1919), y otro con las parisinas, Los días y las noches de París (1918), Tablada no concibió un plan similar para sus crónicas mexicanas. De esta manera, el criterio de selección de los textos recopilados en México de Día y de Noche. Crónicas mexicanas de José Juan Tablada (1928-1944) fue un consenso al que llegaron los doctores Pilar Mandujano Jacobo y Rodolfo Mata, junto con la maestra Esperanza Lara Velázquez, después de una minuciosa discusión, llevada a cabo entre 1996 y 1997. Dicha discusión tuvo por objetivo enriquecer el corpus central, que es la columna “México de Día y de Noche”, de donde, como ya se dijo, proviene el nombre de la colección, paralelo al de los conjuntos de crónicas neoyorquinas y parisinas. Tablada mantuvo esta columna en el periódico Excélsior, de 1936 a 1939. De ella se incluyeron todos los textos. Sin embargo, se agregaron textos que aparecieron en otras columnas ya que tocaban el tema de México desde distintos ángulos: “México y el Mundo” (1928-1929), “Aventuras de Arte y Letras” (1937), “México desde Lejos” (1939) y “Diario, Horario, Minutero” (1941).También se recogieron los numerosos artículos que no aparecieron bajo ninguna columna (en la clasificación de la maestra Esperanza Lara Velázquez figuran como “Miscelánea”) y que fueron publicados en Excélsior, El Universal, Revista de Revistas, Ilustrado y Jueves de Excélsior. La idea fue establecer una continuidad que arranca en el momento en que Tablada terminó de escribir el segundo volumen de sus memorias, Las sombras largas, en Nueva York, como ya se mencionó, y que se extiende, después de su regreso a México, hasta sus últimos días. Tablada duró pocos meses en la Ciudad de México, pues en el mismo año de 1936 se mudó a Cuernavaca, por cuestiones de salud, donde se estableció en la colonia Miraval, en una casa en la que volvió a montar un jardín japonés. Por ello, la capital morelense también ocupa un lugar importante en estas crónicas. Así, la primera crónica compilada es "Cine vivido.- Un puente paradigma.- Fantasma de Santa Anna", con la que inicia la columna “México y el Mundo”, en El Universal, el 26 de julio de 1928. En ella inicia la glosa y comentario de la visita de Joel Roberts Poinsett a México, en 1822, tema sobre el que se extenderá, en esta columna, hasta diciembre. Tablada aprovecha la mirada del viajero extranjero para recorrer y mostrar el país. Algo similar hará, en las siguientes crónicas, con la obra Six Months’ Residence and Travels in Mexico (1824), de William Bullock. El texto con el que cierra la colección es "Ponciano Díaz", publicado en Excélsior, el 10 de junio de 1944, sin figurar bajo ninguna columna (es decir, en la categoría de “Miscelánea” empleada por la maestra Lara Velázquez). Se trata de la reseña del libro Ponciano Díaz (1943), semblanza biográfica de este importante torero mexicano, escrita por su amigo el periodista Manuel Horta. Tablada aprovecha para recordar a Bernardo Gaviño, leyenda del toreo nacional, a la que dedicó algunas crónicas en su juventud, cuando estaba interesado en el tema. En la reseña no deja de exponer su postura de repudio a la crueldad del espectáculo taurino. Poco más de un año después, Tablada fallecerá en Nueva York.
Cuando en 1997 se inició el trabajo de captura y anotación de cada crónica para integrar el referido CD-ROM, se contó con el archivo de fotocopias e impresiones de microfilm que, a lo largo de muchos años, la maestra Lara Velázquez fue reuniendo, gracias a sus pacientes visitas a diversas hemerotecas. Este archivo está parcialmente reflejado en su Catálogo de los artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945) (1995), que sirvió de guía, tanto de la selección como de la captura. También se contó con la captura de algunas crónicas, que proporcionó la doctora Pilar Mandujano, en las cuales se basó su libro México de día y de noche. Crónicas mexicanas de José Juan Tablada (2002), publicado por el Instituto de Investigaciones Filológicas. El equipo de trabajo que colaboró en la publicación del CD-ROM y los detalles de su organización pueden ser consultados en la sección de créditos correspondiente.
Para el rescate de los textos del CD-ROM, afortunadamente se tuvo como punto de partida una copia del juego de diskettes con los 395 archivos Word 2.0 que se entregaron originalmente al CENEDIC de la Universidad de Colima. La transformación de estos archivos a lenguaje html tuvo sus detalles pero fue un trabajo que fluyó adecuadamente. Sin embargo, se detectó la necesidad de llevar a cabo una revisión profunda, en la que se cotejó nuevamente cada texto con las fotocopias del archivo de la maestra Lara Velázquez, y se determinaron nuevos criterios editoriales, como la adaptación del aparato de notas a los nuevos tiempos que vivimos de disponibilidad de información en la red. De nuevo, el equipo de trabajo que colaboró en esta nueva versión para el portal y los detalles de su organización pueden ser consultados en la sección de créditos correspondiente.
Por último, para las personas interesadas en el estudio del documento periodístico en su estado original, el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas pone a su disposición las fotocopias e impresiones de microfilm de los materiales utilizados. La edición de México de Día y de Noche. Crónicas Mexicanas (1928-1944) en el portal se vuelve a inscribir dentro de la labor de rescate de la obra tabladiana que el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas ha venido realizando. En 1970, la señora Eulalia Cabrera Duval encomendó a la UNAM la publicación de la obra de su finado esposo y, desde entonces, el Centro de Estudios Literarios es depositario de los archivos de este gran escritor mexicano. Ahora, el compromiso de conservar y difundir este legado retoma su presencia en los medios electrónicos.
NOTA EDITORIAL
A lo largo de las reuniones para editar las crónicas, que el equipo del portal José Juan Tablada: vida, letra e imagen llevó a cabo, se presentaron dos puntos de vista: por un lado, conservar una imagen de la lengua empleada en aquellos años y, en el lado opuesto, respetar las decisiones ortotipográficas del autor. El objetivo, al conservar la imagen, esto es, la forma en que apareció en la publicación periódica, era proporcionar una muestra de la evolución de la lengua, su estado vivo. Si bien es inobjetable, y válida, la intención de capturar una instantánea de la lengua, esta postura fue debatida cordial, pero intensamente durante las reuniones del equipo editor del portal. Las razones consistieron en argumentar que si bien se logra un registro de época, este se debe a las decisiones de los periódicos, antes que a las del autor. Y estas varían, hasta el día de hoy, de uno a otro. Incluso, entre un linotipista y otro. Más aún, hay circunstancias que cambian a causa de la inexistencia de la familia tipográfica: se puede tener cursiva para el texto, pero no para la cabeza. De esta manera, en una línea el léxico aparecerá entrecomillado y en, la otra, en cursivas. Muestra de lo anterior es la oscilación de la escritura del léxico extranjero, movimiento que se materializaba entre su aceptación o adaptación. Es el caso de anglicismos como gangster, por ejemplo, tan de moda en la temporada que Tablada vivió en Nueva York, a causa de la presencia constante de las pandillas contrabandistas de alcohol, en los tiempos en que este estaba prohibido en los Estados Unidos. Otro caso, ajeno ya a los anglicismos, fue la escritura de Budha, que ciertamente registra y captura una instantánea de un modo de escritura, en un tiempo determinado. Y ni qué decir de haikú que consigna diversas variantes de una crónica a otra: jai-kú, hai-kú, haikai.
En consecuencia, decidimos conservar algunos aspectos, inequívocos asuntos de autor, como la costumbre, manía o singularidad de los poetas de no escribir los signos de interrogación y de admiración que abren, costumbre realizada en los años veinte y treinta del siglo XX; además de Tablada, se cuentan, entre otros, Pablo Neruda y José Gorostiza. Lo mismo hicimos con una palabra muy de moda en aquellos años: reporter. La dejamos en cursiva como un secreto homenaje al oficio, entonces de moda. No obstante, guiados por la convicción de la pregunta “¿para quién editamos?”, nos enfocamos en adecuar la ortotipografía a los lectores no especializados, determinación que equivale a renunciar a la fotografía de la lengua (a los especialistas interesados en ella, los dirigimos a la consulta del Archivo José Juan Tablada en el Instituto de Investigaciones Filológicas donde se resguarda una copia de los textos impresos de ambas colecciones). Somos conscientes de que un portal en internet está dirigido a todo tipo de público. A más de uno de nuestros visitantes le costaría advertir la razón de la alternancia entre la escritura de diz que y dizque; zizaña y cizaña; en seguida y enseguida; marihuana y mariguana (que decidimos dejar con h por su origen náhua). Y ni qué decir la extrañeza que causaría entre los más atentos la presencia de Herákles en lugar de Hércules; Salónika en lugar de Salónica; más aún hollywudiano en lugar de hollywoodiano. Pensamos que la actualización de la ortografía ayudaría, también, a una lectura más fluida, particularmente para lectores no familiarizados con estas variantes.
Antes que la elaboración de un glosario de referencias léxicas de las crónicas de José Juan Tablada, el lector encontrará un corpus con términos actualizados de acuerdo con la nueva Ortografía de la Real Academia de la Lengua, publicada en 2004, de modo que leerá femineidad, suigéneris (así, en redondas) o arcoíris, por poner solo algunos ejemplos. Encontrará haikú, pero no haikai ni hai-kai. Asimismo, se encontrará con traducciones de palabras como búngalo en vez de bóngalo, charleston en vez de charlestón o chárleston, esnob en vez de snob; géiser en lugar de geyser, cláxon en lugar de kláxon, tenis por tennis. A pesar de este criterio general, mantuvimos unas excepciones mínimas. Trailers es una de ellas. Hay una crónica donde esta palabra se refiere a casas rodantes; y no hay una palabra en español para definirlas (tráiler remitiría a tractocamión). La otra fue clubs, por considerar que aún no está extendido el uso de clubes. En este caso decidimos dejarlas de cursivas, criterio aplicado a palabras aún no admitidas en el DLE de la RAE, como algunos latinismos, galicismos, japonismos, helenismos, germanismos, arabismos, etcétera.
Finalmente, empleamos el prefijo ex que se antepone a un sustantivo o adjetivo pegado a este y la relación causa-efecto la usamos con guión para evidenciar la correlación entre ambos términos. A pesar de que no fueron pocas las ocasiones en que apareció con alta inicial, bajamos la mayúscula de Cine; curiosamente, la radio nunca apareció en alta. Para otras dudas, consultamos el Diccionario del español de México, publicado en línea por El Colegio de México.
En el caso de los nombres de artistas, escritores incluidos, decidimos traducir el nombre y no el apellido. Con la excepción de los muy conocidos, William Shakespeare, por ejemplo. Cuando tuvimos duda de su escritura (¿Tchaikosky, Tchaikovski?) consultamos la Encyclopaedia Britannica o la Enciclopedia de México.
2021 (www)
Coordinadores
Gabriel Manuel Enríquez Hernández
Rodolfo Mata
Cuidado de la edición
Alejandro Olmedo
Adaptación, etiquetado y cotejo
Sara Andraca Osorno
Guillermo Bejarano Becerril
Jorge Mendoza Romero
Érika Ochoa Guerrero
Samantha Pérez Portillo
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Filológicas
Centro de Estudios Literarios
1998 (cd-rom)
Edición y notas
Columba Galván Gaytán (CEL, UNAM)
Ester Hernández Palacios (UV)
Esperanza Lara Velázquez (CEL, UNAM)
Pilar Mandujano Jacobo (CEL, UNAM)
Esther Martínez Luna (CEL, UNAM)
Rodolfo Mata (CEL, UNAM)
Eduardo Serrato Córdova (CEL, UNAM)
Geney Beltrán Félix
Jesús Gómez Morán
Martha Leticia Hernández Valencia
Mariana Pineda Maldonado
Celina Orozco Correa
Dula Alicia Ortega Pineda
Marissa Torres Pech
Recopilación
Esperanza Lara Velázquez (CEL, UNAM)
Estudio preliminar
Pilar Mandujano Jacobo (CEL, UNAM)
Revisión de cotejo y preparación para edición electrónica
Alcibíades Cruz Castillo
Herminia Pilar Morales Lara
Patricia Murillo Hernández
Marissa Torres Pech
Coordinación
Rodolfo Mata Sandoval (CEL, UNAM)
Soporte en la manipulación de archivos electrónicos
Gerardo Vega Hernández (DGSCA, UNAM)
Responsable del proyecto
Jorge Ruedas de la Serna (CEL, UNAM)
Imágenes fotográficas
Archivo José Juan Tablada
Centro de Estudios Literarios
Instituto de Investigaciones Filológicas
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Filológicas
Centro de Estudios Literarios
Centro Nacional Editor de Discos Compactos (CENEDIC)
Universidad de Colima
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
Proyecto 0355P-H
José Juan Tablada: vida, letra e imagen
Proyecto PAPIIT IN403019
Centro de Estudios Literarios
Instituto de Investigaciones Filológicas
Universidad Nacional Autónoma de México
México 2021
El abate José María González de Mendoza hizo saber en varias ocasiones la intención de José Juan Tablada de editar gran parte de su trabajo periodístico, él mismo le auxilió al escritor mexicano en ese propósito; sin embargo, muchos de los proyectos literarios que ambos planearon no llegaron a feliz término y en 1945, cuando murió Tablada, la mayor parte de sus artículos y crónicas quedó dispersa en múltiples periódicos y revistas de México y del extranjero. Ahora que nos proponemos llevar a cabo parte de lo planeado por Tablada nos encontramos ante el dilema de cómo compilar el material: por temas, por columnas, por períodos y lugar de publicación. Nos preguntamos ¿cómo lo habría hecho el autor?, ¿cómo le habría gustado? Advertimos que la decisión no es fácil. Tal vez esta situación explique el hecho de que aún teniéndose el material reunido desde hace décadas no se concretaran los proyectos de edición de la obra periodística del escritor. Han pasado más de 70 años de su muerte, más del tiempo que duró su labor periodística, y sus compiladores y estudiosos trabajamos aún en la organización del material hemerográfico para su publicación.
Cuando se reunieron los textos periodísticos de José Juan Tablada para su edición en disco compacto se optó por reunir los escritos en columnas y de acuerdo con un orden cronológico de fechas de publicación. Así lo hizo Tablada con la parte de sus crónicas y artículos que sí logró compilar durante su etapa modernista: Tiros al blanco. Actualidades políticas (1913), Los días y las noches de París (1918) y En el país del sol. Siguiendo ese procedimiento el cronista también intentó publicar su serie "Nueva York de día y de noche", a la que incluso había denominado "La Babilonia de Hierro", según señala Esther Hernández Palacios en la presentación de estas crónicas en disco compacto, aunque el escritor no llegó finalmente a un arreglo con sus editores.
Reunir los escritos de Tablada por columnas periodísticas, en principio, no generó mayores dificultades para su agrupamiento, aunque la disyuntiva se presentó con la gran cantidad de textos periodísticos que no pertenecen a ninguna serie, bien porque son tan cortas que no llegaron a formar una unidad, como otras, bien porque el autor no se lo propuso, o porque cambió de publicación periódica y Tablada no la continuó o simplemente son artículos sueltos.
Para el segundo disco de la colección "Crónica general de José Juan Tablada: `México de día y de noche'. Crónicas mexicanas (1928-1944)" se editó parte del material que el cronista escribió en Nueva York, 127 textos aproximadamente, que coincide, en temporalidad, con la publicación de las crónicas neoyorquinas, 1928-1936, pero no entra en la clasificación de esa serie porque no corresponde del todo con su temática. Un segundo bloque de textos para aquella edición electrónica lo conformó la columna "México de día y de noche", las 241 crónicas publicadas por Tablada en el periódico Excélsior, entre agosto de 1936 y noviembre de 1939. Esta última serie de textos es significativa porque fueron los últimos que escribió el cronista en México, además porque fue el último grupo de escritos que aparecieron bajo una misma denominación y guardaban entre sí una misma unidad periodística. Y un tercer grupo lo constituyen 65 textos escritos por el cronista entre 1936-1944, tanto en México como en Nueva York. Estas crónicas tampoco pertenecen a las columnas antes mencionadas.
Se hizo este compendio de crónicas siguiendo una misma unidad temática: la visión de Tablada sobre México y lo mexicano, de ahí el título que da nombre al disco. Se llegó a esa decisión porque los textos que van de finales de los años veinte a mediados de los años treinta, escritos en Nueva York, guardaban un parecido con las crónicas de finales de los treinta no sólo en el contenido temático sino en su estructura. Los escritos de Nueva York, escogidos para el disco, abundaban en sus referencias al país, tanto como los elaborados en México.
Si bien es la circunstancia mexicana lo que unifica a este conglomerado de textos de Tablada, al hacer la revisión de los casi quinientos aquí compilados advertimos de inmediato que lo conforman muchísimos otros aspectos temáticos en los que destacó el autor: el arte, la literatura, la flora, la fauna, la teosofía, la gastronomía, el orientalismo y otros asuntos constantes y eternos en José Juan Tablada.
El acercamiento a estas crónicas de Tablada nos lleva a establecer a su vez las múltiples ramificaciones que entretejen la totalidad de su obra, tomando en cuenta que incursionó en todos los géneros literarios: la poesía, el cuento, la novela, el teatro, la crónica y abarcó distintos momentos del desarrollo cultural: el modernismo y la vanguardia. Tan destacada fue su actividad de poeta como la de cronista y en ambos campos se ajustó a los cambios de la época, por lo que permaneció vigente en las demandas intelectuales de las diversas épocas culturales: el modernismo y la modernidad.
Resulta incuestionable, indudablemente, que el ver editada toda la obra periodística del autor nos permitirá apreciar mejor las cualidades de estilo y manejo prosístico de sus textos, tendremos una mayor comprensión de sus ideas, advertiremos la conformación y evolución de su pensamiento y entenderemos muchas de sus actitudes que hasta el momento no han sido comprendidas.
Cabe aclarar finalmente que la temática de lo mexicano, manejada en este compendio, siempre estuvo presente en José Juan Tablada, sólo que la manera de acercarse al país y de interpretarlo fue una de las actitudes cambiantes en el escritor. Una fue la visión de México del intelectual modernista (en su juventud) y otra, quizá más dolorosa, pero más profunda y enriquecida, la del pensador y artista maduro.
Para la presentación de estas crónicas se harán las referencias más directamente a los textos de "México de día y de noche", en algunos momentos, ya que es el material que más hemos estudiado, no obstante nuestro interés por abarcar la mayor cantidad posible de los escritos de José Juan Tablada para un mejor discernimiento de su obra. Quede entonces esta riquísima producción periodística del poeta-cronista para que sea el lector quien se forme su propio criterio acerca de esa faceta tan poco estudiada. Aquí sólo apuntamos sobre algunas peculiaridades y constantes del tema central de estas crónicas: la mexicanidad de José Juan Tablada y las modalidades de la crónica en el autor.
Antes de entrar de lleno al contenido de lo mexicano en los escritos de Tablada, hagamos un balance del género en el que se inscriben los textos periodísticos contenidos en este espacio.
La trayectoria periodística de José Juan Tablada engloba la realización de otras facetas en las que destacó como: poeta, novelista, crítico de arte, acuarelista, dibujante, orientalista, micólogo, naturalista, gastrónomo, humorista y funcionario. La columna de 1936-1939 viene a ser la crónica de sus afectos, de sus gustos, de sus inquietudes y desazones. A Tablada el periodismo le sirvió de tribuna para expresar su afiliación al arte y a la cultura, al igual que su rechazo a lo que pudiera violentar aquellas manifestaciones.
Desde muy joven, cuando Tablada se inició en el periodismo, 1891, fijó sus tendencias dentro de la prensa cultural y crónica urbana. A su regreso al país, en 1936, era una autoridad en los distintos terrenos en que se movía. Así "México de día y de noche" nos remite a las obras que le valieron cierto prestigio al autor y que por su variada temática mostraban al multifacético ensayista. Por sus textos de En el país del sol (1919) sería considerado como uno de los primeros orientalistas de nuestro país. También Los días y las noches de París (1918) lo representaba como a un cosmopolita consumado; El arca de Noé (1926), como uno de los activistas defensores de la fauna en México y Del humorismo a la carcajada (1944) lo haría ver como al ingenioso hombre de letras.
El tema de México estaría presente igualmente en los más de 50 años de trayectoria periodística. En ese lapso mostró adhesiones y rechazos sobre los distintos acontecimientos sociales y políticos que presenció. Sus impresiones del cambio quedaron plasmadas en los centenares de crónicas que nos hablan de una ciudad de México en continua renovación, del arte, la cultura, los espectáculos y las costumbres de una sociedad que pasa por distintas etapas en sus estructuras económicas e ideológicas.
No obstante sus más de 20 años de ausencia, José Juan Tablada siempre estuvo atento al devenir de México. Podría considerarse incluso que su estancia fuera del país lo acercó más a sus raíces culturales, según se advierte en los escritos que enviaba desde distintos lugares y en varias épocas. Así el tema de México permeará la mayor parte de su obra en prosa, sobre todo la del final de su vida.
En Tablada persisten las mismas preocupaciones, gustos y fobias durante su larga carrera periodística, sólo irá variando su óptica conforme a las circunstancias en que ocurren los hechos que comenta. Sus crónicas de la época porfiriana tendrán el tono festivo que correspondió al género de entonces, los escritos del período cardenista transpiran la desazón y la desconfianza que los cambios producían en su espíritu, tónica, por lo demás, muy distinta a la de los principales cronistas de la época.
Ese contraste de disposición ante los acontecimientos obedece directamente al hecho de que Tablada haría sus conjeturas desde una misma posición: su actitud de "ilustrado". Cambian los acontecimientos y el escenario que va registrando el cronista, pero su perspectiva continúa siendo la misma: el proyecto modernizador que se gesta lentamente en los siglos XVIII y XIX.
Por ello, la desintonía entre lo actual y la grandeza del pasado, que se conserva en los vestigios de la ciudad, se resuelve en un sentimiento nostálgico, sentimiento que hallaremos en múltiples pasajes de sus crónicas, como en este de "El palacio de Iturbide":
En años ya remotos, el ala derecha en los bajos del Palacio de Iturbide estaba ocupada por los billares del mismo nombre.
El enorme salón que antaño alojó carruajes y arneces imperiales prolónguese, bajo el fulgor de los grandes candiles, en perspectiva de terciopelo guinda y espejos de ancho marco dorado que complicándose en el recuerdo con cierta decoración de teatro infantil "Galerías del Palacio Royal" era para la ingenua adolescencia, foco, núcleo y emporio de la elegancia callejera.
Eran en realidad los billares el rendez vous de una juventud más o menos dorada.1
En sus crónicas, Tablada hace continua alusión a esas imágenes de una vida "dorada" ya irrecuperable, pero de cuya existencia anterior quedan como prueba vestigios arquitectónicos, objetos utilitarios y decorativos, fragmentos dispersos en la memoria: anécdotas, recuerdos, expresiones sueltas, y en la reconstrucción de todo esto, parecería complacerse, arropar su espíritu, precaverse frente a la gradual degradación de la vida en la "modernidad".
No resulta fortuita la rememoración que hace Tablada de los 60 o 70 años anteriores, su regreso a México estaba determinado por la nostalgia del pasado, y la que puede considerarse como su producción literaria más importante de su última estancia en nuestro país, la primera parte de sus memorias: La feria de la vida, conserva íntegramente ese trasfondo: la evocación nostálgica de un tiempo ya desaparecido.
Por su propensión a defender los valores de antaño, José Juan Tablada podría parecer emparentado a otros cronistas que, desde el siglo XIX hicieron de esta propensión un programa literario, como Luis González Obregón, Artemio de Valle Arizpe o Antonio García Cubas, y, en ese sentido aparecer como continuador de la tradición de los escritores mexicanos que se afanaron para que no cayesen en el olvido viejas y bellas tradiciones, porque como apunta Carlos Monsiváis, la crónica retrospectiva de esos escritores trabajó para "maleficar al presente y beneficiar la tradición"2 Sin embargo, como veremos más adelante, no se trata del mismo caso.
Cabe, en primer lugar, caracterizar la crónica de José Juan Tablada. En general sus textos cumplen con el cometido del género crónica en varias direcciones, si tomamos en cuenta que la crónica en México ha tenido entre otras funciones, principalmente: la de dejar sentado el mundo que se está viviendo, ser testimonio de lo que está pasando, como la de rescatar aquellos sucesos, formas de vida, de comportamiento que ya pasaron, pero que corren el riesgo de perderse en el tiempo si no se les registra.3
En su desempeño como cronista que resguarda la tradición, Tablada comparte con los escritores colonialistas su interés por el pasado, mas se distingue de ellos por algunos objetivos y por el procedimiento seguido. Con una tendencia nacionalista a fines del siglo XIX, Luis González Obregón apoya lo estrictamente mexicano para oponerse a las ideas ajenas, nuevas y europeizantes de la época porfiriana.4 Su libro México viejo (1895) es, entre otras cosas, la protesta de un hombre conocedor de su historia y amante de su ciudad frente al espíritu moderno del "progreso", que transformaba por completo la fisonomía secular de los tiempos coloniales. 5
En esta concepción que Luis González Obregón se había formado del porfiriato, Tablada difiere; para él la vida mexicana cobra mayor sentido con las nuevas corrientes europeizantes dominadas por el espíritu francés.
Los escritos de Artemio de Valle Arizpe se componían de leyendas, fantasmas y virreyes. Inicia este escritor sus crónicas en los momentos más álgidos de la lucha armada de la Revolución Mexicana. Al respecto, dice Arturo Sotomayor, "para nuestra patria la convulsión revolucionaria aniquiló los valores sociales que habían cobrado sentido de tradición inconmovible. Las experiencias personales del entonces joven de Valle Arizpe deben haber fluctuado entre lo trágico y lo angustioso", por eso "él se negó a la comprensión de esa realidad que le resultaba incomprensible, quizá dolorosa". 6
Es muy similar la idea de Tablada y de don Artemio sobre la Revolución, pero a diferencia de éste y los demás colonialistas Tablada no deja de visualizar el presente al remontarse al pasado; enfrenta la realidad del presente aunque el pasado le sirva de ejemplo; muchos de sus escritos oponen el pasado al presente con el objeto de cuestionar lo que sucede en el país: denuncia, orienta y censura. Tablada no invierte el proceso: callar el presente refugiándose en tiempos remotos. Artemio de Valle Arizpe es muy explícito en esta conversión:
El colonialismo para mí fue una sustitución. Vivíamos los años tremendos, desastrosos de la Revolución. Como era imposible conseguir la tranquilidad con los ojos puestos en el hoy, le di la espalda al presente y me instalé en los siglos de la colonia. Fue indudablemente lo que ahora llaman acto evasivo. 7
Tablada es indudablemente el único escritor mexicano a quien le toca hacer la cronología de un período tan prolongado del país: del esplendor del porfiriato a los regímenes posrevolucionarios de Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho. Ese hecho lo distingue del resto de los cronistas mexicanos, ya que durante ese lapso el ejercicio de la crónica se diversifica por áreas temáticas y cumple su cometido social de acuerdo a los distintos momentos políticos e ideológicos del país. El género pasa de la crónica modernista, a la crónica de la Revolución, se amplía a la crónica colonialista y continúa con la crónica contemporánea.
Solamente durante el período modernista José Juan Tablada se apegaría a los lineamientos trazados por los cronistas de su tiempo, en cuanto a forma y contenido. Después nuestro escritor adaptará los componentes del género a su peculiar concepción de ese ejercicio periodístico.
Para el estudio de las crónicas periodísticas de José Juan Tablada en este espacio se parte del concepto de crónica que la considera como "una información interpretativa y valorativa de hechos noticiosos, actuales o actualizados, donde se narra algo al propio tiempo que se juzga lo narrado",8 y donde priva la recreación de atmósferas y personajes sobre la transmisión de noticias y denuncias.9
De acuerdo a esta concepción del género, las crónicas de Tablada resentirán algunas omisiones a partir de la lucha armada de la Revolución, como la descripción de atmósferas, característica propia del género o tendrán algunas anexiones: predominio de denuncias y opiniones sobre la narración, elementos no muy característicos de esa práctica periodística.
Pero lo que cabe resaltar es que la adecuación que hace Tablada del género, obedece a su intención de seguir sirviéndose de él, ya que, por su flexibilidad, le era afín a su espíritu, aunque de acuerdo a las características de los géneros periodísticos le fueran más apropiados otros canales de expresión para mostrar su inconformidad con lo que estaba viviendo. Tablada crea su propio modelo de crónica, el medio que le permita exponer su peculiar idea de lo positivo y lo negativo de la sociedad, el día y la noche de Nueva York, y después el día y la noche de México.
De las peculiaridades de la crónica que resultaban adecuadas a las necesidades expresivas de Tablada está el hecho de que este género se encuadra "dentro del marco referencial denominado mundo del relato.”10Tablada, sobre todo, cuenta, narra, transmite historias. El espectáculo caótico del presente, para tener sentido, debe articularse en un proceso cronológico ascendente. Los hechos, las conductas y las ideas revelan con claridad su verdad y sus consecuencias si se las ve encarnar en una historia. Esta forma de transferir lo abstracto a lo concreto de la vida real por medio de "ejemplos", anécdotas y cuentos es una de las características de la crónica que, sobre todo, se nutre de la experiencia y preserva uno de los mayores valores de la tradición oral. Por eso la crónica se convierte en la forma periodística más idónea para hacer las evocaciones del pasado; también porque era el medio que permitiría conservar en la memoria lo que estaba por desaparecer.
La elección que hace Tablada de la crónica para el desarrollo de su práctica periodística desde que se inicia en la profesión tiene su explicación en la naturaleza propia del género, ya que como señala Martínez Albertos, la crónica "tiene unas raíces eminentemente latinas”11 y conserva una gran tradición en Francia y España. Por la práctica de la crónica en Le Monde, ha aclarado Raymond Aron, le lleva al lector más tiempo enterarse de algún acontecimiento que en algún otro diario de procedencia norteamericana, por ejemplo: Herald Tribune, por toda la liturgia de aditamentos elaborados y cultos del diario francés.12
Es coherente con las ideas de Tablada acerca de la mayor "espiritualidad" de la raza latina, el que permaneciera fiel a la tradición de la crónica europea, a pesar de su larga permanencia en los Estados Unidos. De este modo, la crónica es una forma de preservar los valores del pasado, en un mundo que se afana en desterrarlo. Este pasado es para Tablada portador de la espiritualidad. Escribe en La feria de la vida, que la ciudad colonial obedecía a su proyecto "divino", su centro era el templo. Ahora, la ciudad moderna, como el hombre, carecía de centro. Por ello la angustiosa soledad del hombre contemporáneo se debía a su situación de "descentrado" de la historia. Desplazada la idea de Dios de la modernidad, el hombre se debatía en la búsqueda de una espiritualidad que diera sentido a la incesante transformación de la materia y al progreso material de la sociedad. El universo estaría regido por un poder divino, el cual nos revelaba su luz a través del orden de la naturaleza que era dable percibir por el lente luminoso del arte y de la ciencia.13 Para Marshal Berman la "vida moderna tiende a dividirse entre el plano material y el espiritual",14 y cada una de estas dos dimensiones caminarían por senderos apartados, movidos por su propio impulso: el "modernismo", movimiento espiritual que evoluciona por sus imperativos artísticos e intelectuales, y la modernización, el progreso material que se desarrolla autónomamente, y que ofusca la vida del espíritu.
En Tablada como en la mayor parte de nuestros escritores modernistas, la fuerte tendencia histórica de nuestra idiosincracia a la espiritualidad y al idealismo, tan afincado en el pasado, deberá ser el elemento humanizador y racionalizante de los cambios y el progreso.
Carlos Monsiváis escribió en el prólogo a la antología de las crónicas mexicanas:
De principios del siglo XIX hasta casi nuestros días, a la crónica mexicana se le encomienda verificar o consagrar cambios y maneras sociales, describir lo cotidiano elevándolo al rango de lo idiosincrático [...]15
Esta apreciación sobre la crónica pareciera resumir con claridad el sentido que José Juan Tablada imprimió a su trabajo periodístico. El cronista se ocupa en desentrañar lo significativo y medular de la sociedad mexicana en sus distintos momentos históricos y culturales. En cada etapa registra su carácter, sus valores. A ello obedecen los ajustes y acomodos al género que le permitieron seguir aprovechando sus posibilidades narrativas como método crítico.
A Tablada le servía la crónica, ante todo, para reflexionar sobre los hechos del diario vivir que, percibiéndose ocultos, se revelan como estratégicos en el devenir social, político, cultural y espiritual del país. Esto puede advertirse en distintos pasajes de sus escritos. En su crónica "La verdadera libertad", Tablada resalta el significado del sufrimiento, del dolor, como valor pedagógico, sólo asimilable por las "almas próceres":
Gran escuela la del estudio, máxima universidad la del dolor, pero aquél floreciendo en análisis y fructificando en síntesis y éste comunicando las escorias de despecho y amargura que ahogan a tantos y concediendo a las almas próceres, como la de Ramos Hernández, el raro don de la serenidad, esa atmósfera de las cumbres supremas, sólo respirables para las águilas espirituales [...]16
En estas crónicas se ven claramente reflejados los matices señalados por Monsiváis en el sentido de que el cronista, en este caso, José Juan Tablada, asume el papel de guía, de instructor y concientizador de la sociedad, tal y como correspondía a un verdadero espíritu ilustrado: ser el maestro de las nuevas generaciones del país.
Más que una descripción externa de acontecimientos, conductas humanas, sucesos "memorables", "México de día y de noche" representa un esfuerzo por descubrir y revelar el sentido inmanente que renueve la fe en el México posrevolucionario. En otras palabras, descubrir la razón de ser de esta nueva Comedia humana. Como Balzac, Tablada describe el espectáculo de una sociedad dominada por las pasiones más primitivas, pero en la cual el heroísmo de unos pocos representa su salvación histórica.
Tablada observaba las conductas individuales, sus acciones positivas o negativas, con la idea siempre de las repercusiones sociales a que esas acciones podían conducir, es decir, a quienes se beneficiaba y a quienes se perjudicaba con determinados comportamientos. Tal vez, por esa preocupación, continuamente resaltaba las cualidades y los defectos de los distintos procederes, sobresaliendo su inquietud por ser más los errores, tanto individuales como colectivos, y no siempre apreciables a simple vista.
La Revolución Mexicana había desatado esas pasiones soterradas por siglos, pero, como en el texto anteriormente citado, el dolor histórico que este enorme movimiento social había producido en la conciencia nacional era asimilado por las almas "próceres", con el raro don de la "serenidad". Esta es una idea rectora en el pensamiento de Tablada. Para alcanzar esa serenidad-síntesis de la verdadera sabiduría, había que ascender a las "cumbres supremas" del arte, de la ciencia, de la teosofía.
Ante un México que estaba por hacerse de nueva cuenta, y con el recuerdo aún fresco de aquella "ciudad moderna", soñada por el porfiriato, los artículos de Tablada dejan entrever un mal disfrazado maniqueísmo que confirma el sentido del nombre que da a su columna y que, consecuentemente, lo hacen acentuar los extremos de la realidad mexicana de los años treinta: por un lado la cultura expresada por los artistas y la floreciente naturaleza del medio prometían un país próspero; por otro, la irracionalidad e incultura de las masas, con las complicaciones políticas y económicas hacían ver a un México sumido en el atraso e involución. Tablada polariza su visión de la realidad mexicana y nos da la crónica de los aciertos y los errores en que se va incurriendo.
De entre los múltiples enfoques que ofrecen las crónicas de Tablada puede destacarse también el interés del escritor por mostrarnos su acrisolado amor por la naturaleza, los animales, el cuidado del medio ambiente, la práctica de las buenas costumbres y la afición al deporte. Esta visión positiva de una sociedad saludable era una vieja noción de Tablada, desde sus días parisienses, y aquí el precepto clásico de "alma sana en cuerpo sano", se convierte sin duda también por su larga experiencia en los Estados Unidos, en una fórmula social para robustecer el "ser nacional".
Si agrupamos el material del autor de acuerdo a la clasificación que ofrecen algunos teóricos del periodismo, nos encontramos ante un periodista que practica la crónica doctrinal, literaria, artística, biográfica, de acuerdo a lo que dice Graña.17 Atendiendo a lo que sugiere Gil Tovar,18 Tablada cultiva la crónica: deportiva, local, en cierta forma la de espectáculos -con sus ramas para el cine, el teatro, el box, etcétera.
Antes de continuar con la descripción del contenido de los escritos de José Juan Tablada es necesario atender a la observación de Martín Vivaldi cuando anota que "hay tantas clases de crónicas como cronistas son y han sido en el mundo. Siendo un género eminentemente personal, el estilo -la personalidad- del cronista impone un sello característico a su crónica.”19 Esta aseveración resulta muy pertinente al momento de revisar el trabajo de Tablada, ya que habiendo ubicado el material, observamos que éste se resiste a una estricta clasificación temática, ya que la norma es que en una sola crónica trata muy diversos temas. Aún así, resulta imprescindible agruparlo para una mejor comprensión, interpretación y manejo del mismo, tomando en cuenta el asunto que nos parece ser el predominante.
Así tenemos por ejemplo que en la clasificación de las crónicas hecha por Martínez Albertos20 (por tema y lugar) encajan muy bien las de Tablada, en el apartado de "La crónica local", sobre la que este estudioso especifica, citando a Luis Marsillach, "Es la glosa de la vida cotidiana de la ciudad.”21
A eso es a lo que se aboca Tablada.
Y agrega:
Lo que importa en un buen cronista local es que interprete los hechos con un sentido de universalidad, sentido que ha de estar en la hondura de los conceptos sin que aflore a la superficie, a no ser con una leve sugestión que el lector inteligente se encargará de penetrar.22
Las ideas subyacentes sobre los fenómenos que aborda Tablada son precisamente la cualidad esencial de sus textos. Como lo asienta el mismo autor en la presentación de su columna de 1936-1939, sus crónicas no se referirían a la giración solar de los sucesos, sino a mostrar su lado positivo o negativo, lo cual hace el cronista continuamente sólo de manera implícita. 23
En la división temática del material para la descripción del contenido se aprecian las distintas facetas que José Juan Tablada va cubriendo en su papel de censor y cronista de la ciudad, censor porque a cada momento afloran sus inconformidades: Accidentes automovilísticos; percances por falta de gasolina en la ciudad; problemas de tráfico; invasión de pulgas en lugares públicos; la falta de aseo en el Distrito Federal; el ruido estruendoso e innecesario en las calles (que para entonces ya era intolerable); cambios arquitectónicos carentes de belleza y funcionalidad; falta de planeación turística para admirar los alrededores de la capital y carencia de proyectos que difundieran rutas turísticas del país; la inexistencia de instituciones que protegieran a los ancianos; establecimientos clausurados que antes fueron florecientes negocios, como el café Colón; la escasa presencia y disciplina en la policía mexicana; lo inadecuado de los lugares destinados a la realización de eventos culturales; la desorganización y descuido que provocaban accidentes y muerte (envenenamiento por agua infectada); falta de creatividad para desarrollar instrumentos que evitasen accidentes de tránsito, ocasionados por deslumbramiento en los conductores; advertir sobre el esplendor de la naturaleza de Cuernavaca, o también de su decadencia; espeluznantes asesinatos en la capital y el desprecio por la vida humana en México; la delincuencia en todas sus modalidades; robo de autos; la usura y la falta de calidad en los productos del mercado público, etcétera.
Tablada cumple su papel de aleccionador social cuando indica los males de los problemas que denuncia, porque como lo indica Martín Vivaldi, los propósitos del cronista están en informar y orientar, además "se leen crónicas obedeciendo a un sano afán de aprender algo.”24 José Juan Tablada hace hincapié en: la decadencia de las artes populares provocada por los intereses lucrativos de los artesanos; la pérdida de las buenas costumbres se debía a la pérdida de valores; lo pernicioso de la influencia norteamericana en las mujeres mexicanas les restaba nobleza en sus actitudes; la tala de árboles y las inadecuadas técnicas de cultivo; carencia de reservas de agua en la ciudad por negligencias; asesinatos a causa del alcoholismo; consumo de mariguana en Estados Unidos inducido por mexicanos; pérdida del sentido de tradición en México causada por modas extranjeras; El aumento de cuerpos policiacos no garantizaba la disminución de la delincuencia; el carácter sedentario del mexicano le había restado oportunidad y experiencia sobre la vida y el mundo, etcétera.
Convertido en intérprete de los acontecimientos, Tablada exhibe la fisiología o la psicología que los genera: El pintoresquismo de la vida mexicana reflejado en la vestimenta: la China Poblana, el Charro, etcétera; las expresiones "mordida", "madruguete" y "lambisconería" como parte muy arraigada en el vocabulario nacional; actitudes del mexicano que remarcan su estirpe de mono.25 El psicópedo: aficionado al deporte, de mentalidad infantil, incapaz de controlar su emotividad, se haya, según Tablada, muy difundido entre los mexicanos; el lépero capitalino, de latente o manifiesta virulencia, ha abundado entre nosotros.
En el lado opuesto al enjuiciador de los grandes males de la sociedad está el cronista que da cuenta de los aciertos, de los logros, de los resultados de los esfuerzos de muchos mexicanos que están haciendo nuevamente al país, por eso se entusiasma cuando escribe sobre: la personalidad de aquéllos que destacaban en el ámbito cultural, literario, científico o deportivo.
Apreció Tablada por ejemplo el hecho de que un grupo de encomiables mujeres se ocuparan de fundar una sociedad protectora de animales, o que arquitectos mexicanos se interesaran por estudiar la arquitectura japonesa para tomar de ella la filosofía de armoniosas y bellas construcciones. El hecho de que en México se hubiera creado en 1937 la Escuela de Artes del Libro, con lo que se continuaba la tradición cultural de las artes gráficas en el país, también fue celebrado por Tablada.
En su afán por mostrar los minuciosos hechos de la cotidianeidad que dignificaban a los mexicanos, nuestro cronista destaca la benévola reacción de autoridades y la sociedad mexicana por mejorar sus actitudes hacia China; argumentos a favor de las actividades de la Academia Mexicana de la Lengua; muy animadamente comenta la acertada decisión de las instituciones por interrelacionarse con empresas extranjeras que colaboraran en la difusión de la riqueza artística mexicana, como la Dapp que produjo las películas: Artes y oficios mexicanos y Cómo viven en México los niños aldeanos.
Al igual que en los casos anteriores, Tablada abordó muchos más acontecimientos y hechos desde un punto de vista aprobatorio, aunque haciendo un balance de su producción podríamos considerar que son más los acontecimientos que observó desde su lado oscuro y negativo.
Quizá sea en la forma de exposición que adopta José Juan Tablada en "México de día y de noche" donde mejor pueda apreciarse la ambivalencia de la crónica del autor, para dejar sentada su particular visión de la realidad mexicana hacia finales de los años treinta. Por su propósito de develar lo oculto de la cotidianeidad, la descripción del entorno le es insuficiente al cronista, por ello recurre a otras técnicas discursivas como la argumentación y el comentario.
Considerando lo que hemos señalado, acerca del interés de Tablada por proporcionar una imagen caleidoscópica de la sociedad mexicana, donde entran aspectos tanto administrativos o cotidianos de la ciudad, como otros de tipo sociológico, antropológico o estético, es entendible que el cronista echara mano de distintos procedimientos periodísticos y del discurso literario para cubrir esa diversidad temática tan heterogénea entre unos y otros asuntos que trata.
Si tomamos en cuenta lo que apunta Martín Vivaldi acerca de que la técnica "informativa-narrativa" es la más idónea o recomendable para confeccionar la crónica periodística, tenemos entonces que a Tablada no le son suficientes esos recursos, y se vale de procedimientos más propios de textos editoriales o de opinión, como la interpretación y la argumentación, para enfatizar sus planteamientos; los cuales, la mayoría de las veces, son análisis y reflexión, no sólo narración-descripción, los elementos intrínsecos de la crónica.
La forma que adopta la expresión de sus disquisiciones puede captarse en fragmentos como el siguiente:
¿Recuerdan ustedes aquellos monos maloras que saltan y gesticulan en el Libro de la jungla [...], pues eso somos y menos quizá, pues aquéllos eran monos francos, con sentido de responsabilidad, y nosotros somos monos vergonzantes que de nuestras malas obras culpamos al hombre. Pero vean ustedes estos matracalados de transeúntes. Vean sus rostros maliciosos, sus ojos que todo ven y en nada se fijan [...] , véanlos ustedes devorando frutos a tarascadas y tirando las cáscaras para que se recontramaten los que atrás vienen [...]26
En escenas como la anterior Tablada va al fondo de los hechos que comenta, imagina los supuestos que los desencadenan, no sólo describe el exterior del hecho, sino que nos previene también sobre sus consecuencias.
Desde sus primeras crónicas hubo en Tablada la tendencia a desentrañar lo que estaba detrás de las cosas, pero también es cierto que cuando trataba de referirse al entorno citadino de la sociedad porfiriana era más explícito en sus descripciones-narraciones:
México, la ciudad que ha pasado por la era de los cinematógrafos, entra hoy en la era de los cafés. Todos los días se inaugura uno de estos establecimientos, como antes se abría un cine en cada esquina. Para todos hay gente. Las clientelas se especializan y acuden a su café favorito. Los turistas, americanos por supuesto, y los sajonistas que pasean en Anáhuac su nostalgia neoyorkina, van en pos del the de las cinco y de los cakes, en cuyo sabor exótico colaboran la perfumería y la farmacia: los más refinados, añorando el chic parisiense de Ritz y Rumpelmeyer, saborean el chocolate de vainilla y el brioche de la lune [...]27
En este breve extracto Tablada nos cuenta algunas características de la Ciudad de México a principios del presente siglo. A través de sus descripciones se observa lo que pudiéramos considerar la escenografía del lugar, el movimiento de los transeúntes, ubicación de establecimientos, colorido, ambientación y atmósfera del entorno citadino. Es decir que en textos como el anterior el cronista describe más, no recurre tanto al análisis y su prosa es más mesurada.
Durante el modernismo son numerosas las crónicas de Tablada donde describe con parsimonia los detalles de los distintos eventos culturales, de la vida social que frecuentaba asiduamente; de entre los muchos temas de los que se ocupó, el cronista destaca, por ejemplo, el retorno de las corridas de toros en el país:
Terciada la manila, con su cuerpo de mujer oriental envuelto en el pañolón de manila donde las crisantemas japonesas estallan en un germinal de abrillantados colores, aparece en la página blanca de mi crónica vacía...
Finge con sus colores indecisos y sus trémulos perfiles, la vaga proyección de una linterna mágica sobre un telón de nieve. ¡Pobre reclusa! Un día el público mexicano, por ti conmovido y entusiasta te robó de tu tierra sevillana, de tus playas de Cádiz, de tu Alhambra española y te puso en un trono de reina, casi se arrodilló a tus pies. Fuiste su querida más amada, su favorita, su odalina y su reina.
Te entregó sus nervios y tú le diste emociones hasta enervarlo; te dio su sangre, su sangre paralítica de tedioso, y tú con tus arrebatos, con tus sacudimientos, con tus alegrías formaste un Niágara de cada una de sus arterias y lo congestionaste de emociones. Luego te abandonó [...] ¡Pero ahí estás de vuelta!28
Entre finales del siglo XIX y principios del XX José Juan Tablada desempeñaría muy bien el papel que indica Monsiváis que les fue asignado a los cronistas del modernismo: "en el terreno de la vida cotidiana el porfiriato le delega a la crónica la gran misión: ser el espejo de la concordia, la certidumbre de que así sea parcialmente ya se habita una realidad armoniosa.29
Tablada, al igual que otros cronistas del modernismo, abordó temas con propósitos de crítica social, pero lo hizo utilizando lo que ahora podríamos considerar el artículo de opinión, para la crónica se reservó la fastuosidad del lenguaje: despliegue de imágenes, uso constante de adjetivos, colorido en la narración, continuo empleo de la comparación. El mismo cronista nos da sus preferencias de la forma y contenido de sus textos hacia finales del siglo pasado:
No hay remedio!... Una vez más atraca en este puesto hospitalario la "Nao de China" de mi crónica. Una vez más descargará su frívola mercancía de frases huecas, de vocablos pintarrajeados, de inútil bibeloteria y de superfluo bric-á-brac... ¡qué remedio! No es mi propósito satisfacer a los críticos que se erigen en aduaneros de la literatura y pretenden castigar con la gabela de su juicio todas las producciones artísticas que no son substancias alimenticias o artículos de primera necesidad.
Si el mercado literario necesita pan y manteca, de ellos es el amasijo del boletín y el horno del editorial. Si la agricultura nacional necesita brazos, que abandonen la pluma y empuñen el azadón. Mientras ellos salvan al país yo fabrico frases y urdo imágenes huecas. Para ello el gorro frigio, el haz de los lectores, la tea revolucionaria: para nosotros stylo que graba vanas palabras sobre esa tableta encerada que un rayo de sol derrite. Y mientras ellos remueven a la humanidad de fond en comble, mientras ellos empuñan el timón de `la nave del Estado' yo, de pie, en la proa de mi `Nao de China', recuerdo aquel prefacio de los Esmaltes y camafeos del divino Gautier [...]30
Esas eran las preferencias estéticas del escritor, sin embargo las circunstancias históricas y políticas del país hacia 1910 le harían cambiar los temas de su cotidianeidad y como consecuencia su forma expresiva. Su gusto por los sucesos culturales y literarios tuvieron que intercalarse con los hechos sociales y políticos de la realidad mexicana: el advenimiento de un nuevo orden sociopolítico y económico determinado por la Revolución. El ejercicio del periodismo de esos años, 1909-1914, marca en Tablada el período de transición de esa actividad. El artículo, la crítica y la opinión desplazarían a la crónica porque se avenían mejor al papel de la nueva posición del cronista: la denuncia y el combate político.31
El tránsito de sus columnas "Rostros y máscaras", "Dominicales", "De domingo a domingo", "México y el mundo", etcétera a "México de día y de noche" contempló las distintas formas periodísticas empleadas por el autor de acuerdo a los distintos períodos y momentos culturales del país. Durante su época modernista José Juan Tablada colaboró para distintas publicaciones como: El Universal, El País, El Imparcial, El Diario, Revista Moderna, El Mundo Ilustrado, La Semana Ilustrada y otras, en ellas su práctica periodística estuvo determinada por los propósitos de los distintos medios. Para la Revista Moderna fueron sus ensayos sobre arte, literatura y temas afines, sus prosas poéticas y sus poemas. Para el resto de las publicaciones escribiría sus crónicas y sus artículos de contenidos muy diversos, como sucesos sociales, costumbres y maneras de ser del pueblo mexicano.
En la columna de "México de día y de noche" esos últimos temas, presentes también ahí, requerían, como antes he señalado, la combinación de diversas formas expresivas: narración, descripción, exposición y argumentación para el manejo de los elementos propios de textos editorializantes y de opinión, componentes naturales de los escritos interpretativos.
La modalidad adoptada por José Juan Tablada, imbricación de las distintas formas de expresión lingüística,32, ofrece una nueva categoría expresiva: la crónica-ensayo. En sus textos el autor informa, describe, narra, interpreta, opina y califica. Sus artículos son un compendio de los diversos modos periodísticos: información, interpretación y opinión. Esto lo corroboramos en una de sus tantas reflexiones:
-Pero en cambio tiene hoy México tantas cosas buenas: las nuevas colonias llenas de perros, los cabarets llenos de pulgas, los caminos de autos llenos de mordelones, las hembras llenas de feminismo... Pero tanta cosa buena no compensa lo que yo conocí y viví y tuvo valores emotivos en mi mundo sentimental.
-¡Cuidado! Así piensa quien envejece...
-¡Bueno, acepto! si envejecer es deplorar que se cambie tontamente el oro natío de la tradición nuestra por la quincalla de una civilización con pies y manos, pero sin cabeza…33
Tablada utilizará unas u otras formas de expresión lingüística y estructuras periodísticas (crónica, ensayo, artículo de opinión) según el tema o asunto del que se ocupe. En el ejemplo anterior, la reflexión sobre la decadencia de la ciudad requería de la interpretación y la opinión, rasgos propios del ensayo y el artículo; o de la descripción, elemento afín a la crónica.
Tomando en cuenta lo mencionado desde el principio de este apartado, se tiene a la vez, que los pasajes narrativos-descriptivos son para los recuerdos y evocaciones del autor sobre la época porfiriana:
La metrópoli era corazón de la patria y máxima arteria cardinal, la vía que unía al palacio virreinal con el de Chapultepec. Allí se establecieron los franceses, y en los escaparates lucía cuanto de excelente tenía Francia. De un extremo a otro ostentaban las fachadas nombres galos en letreros de oro: Cambaluzier, Marnat, Duvernard, Madame Genin, Pagérs, Micoló, Daumont, Recamier. Aquella gran vía tuvo con el brillante nombre de Plateros el alternativo de bulevar que se decía guiñando el ojo a la falta de árboles y de proporción. Se les llamaba bolevaderos, también con un guiño de ojo, a aquéllos que lo frecuentaban. Y eran los bolevaderos, entre otros, el Duque Job, que con dos versos consagró a la zona; Pirramplín, popular enano sin "Blanca ...Nieves" [...]34
En la columna de "México de día y de noche" los que abundan son los textos expositivos y de opinión, porque se prestan mejor para la información y la denuncia, los elementos propios del artículo. El cual, a su vez, se caracteriza por ser un "escrito [...] en el que se interpreta, valora o explica un hecho o una idea actuales, de especial trascendencia [...]”35
Esta aseveración de Martín Vivaldi se aviene muy bien al análisis de la composición y estructura de los textos de Tablada. Tenemos en primera instancia que al proponerse el escritor poner en evidencia los aciertos o errores, sobre todo éstos últimos, del transcurrir social mexicano, la argumentación se prestaba mejor, ya que de lo que se trataba era de persuadir al lector,36 de convencerlo de su punto de vista e ideas.
Bienaventurados los animales que mueren en cautividad y que mueren pronto... porque todas las aberraciones inventadas por el egoísmo del hombre, del irrisorio y grotesco Rey de la creación, del homo sapiens que en sabiduría no ha logrado sino hacer su vida cada vez más difícil y perfeccionar los sistemas para destruirla: de todas las insensateces humanas, insistimos ninguna mayor que la invención primero y luego el anacronismo sostenido de los llamados jardines zoológicos.
¿Qué tienen de jardín esas cárceles olorosas a fiemo y a carroña, y estremecidas por el rugir y aullar de los inocentes presos a perpetuidad?... Luego, de tan infame penitencia, lo primero que resalta es la perfecta inutilidad, la total invalidez...37
Tablada en todo momento razona, analiza e interpreta los fenómenos:
Hay muertes que hacen mal, un mal mayor que los pésames y condolencias de amigos, deudas y admiradores... Hacen mal porque nos defraudan rompiendo sin remedio la armonía de una vida que imaginábamos muy otra de lo que su inesperado fin revela [...] La muerte de Lugones, tras burlar propios devaneos psicológicos que jamás hubieran previsto fin semejante en quien parecía prototipo de ponderación y modelo de equilibrio burgués en su vida privada, me lastimó profundamente, pues había conquistado mi confianza infundiéndome el optimismo que me faltaba cuando nos encontrábamos en París y posteriomente en una serie de cartas: Tablada, escribió en una de ellas, por usted y por los demás, no sea pesimista...
¡El arte es una empresa de felicidad!
Jamás imaginé que ese firme sentido de responsabilidad poética, que fue para mí viático generoso, habría de desvirtuarse de tal modo, ni que aquellas palabras fervientes y vivificadoras fueran a tener como un eco de doble funerario.38
Por la manera en que conjuga José Juan Tablada las modalidades de la expresión y textos periodísticos cumple con los cometidos impuestos a su papel de educador, como correspondía, insistimos, a su actitud de ilustrado. Es muy probable que para el autor sus escritos siempre conservaran la misma función, la de la crónica, ya que su desempeño en los años treinta es similar al de los cronistas del modernismo, según observa Huberto Batis: "La tarea de cronista quedó fijada como educadora del público para que apreciara el buen teatro y la buena música.”39
El interés o misión de Tablada en los años treinta va quizá más allá de enseñar los buenos modales a la población, su cometido está más en mostrarle sus carencias, sus defectos, sus fealdades, etcétera, pero en sus escritos seguía prevaleciendo la idea del aprendizaje, de transmitir el saber y los conocimientos, de instruir.
A través de sus crónicas Tablada nos proporciona una reproducción del comportamiento humano y social de los mexicanos con todas sus múltiples consecuencias, al igual que Balzac, con su cuadro de La Comedia humana, es un pintor de los tipos humanos, "el narrador de los dramas de la vida íntima, el arqueólogo del ajuar social, el dominador de las profesiones, el consignador del bien y del mal...”40Y como en el caso del novelista francés, el escritor mexicano analiza las razones de los efectos sociales y capta el sentido oculto de las personalidades, de las pasiones y de los sucesos. De ahí deriva que para esa riqueza visual y analítica Tablada se valga de todas las formas expresivas y periodísticas a su alcance.
Si a Salvador Novo, el cronista por excelencia del México contemporáneo, la combinación de la crónica, el ensayo y la crítica lo mostró como un innovador del periodismo mexicano, a José Juan Tablada esta imbricación le permitirá ser, quizás, el más penetrante, incisivo y crítico de su tiempo.
En la revisión global de las crónicas de Tablada en los distintos momentos de sus más de 50 años de labor periodística nos encontramos ante el paisaje de múltiples ramificaciones temáticas en las que se disemina su obra, el arte y la cultura como ejes rectores, y como aspecto fundamental: el México emanado de la Revolución. El hecho histórico que significó en Tablada: culminación, reconsideración, silencio y acicate.
El tema "México" en José Juan Tablada sería una constante más en sus escritos de las diversas épocas en las que se desenvolvió, pero a diferencia de otros asuntos no consolida una posición, sus artículos no serán la continuidad de su pensamiento que sobre el país se formó en sus primeros años de escritor, las variaciones estarían determinadas por las distintas organizaciones políticas, sociales y culturales que al escritor le tocó presenciar: los momentos emergentes del México pre y posrevolucionario. Desde su distanciamiento del modernismo lo relacionado con la cultura mexicana permeó la parte más importante de su obra, tanto en poesía como en prosa.
Los gustos e inquietudes iniciales aparecerían después como el motivo de enfrentamiento con la nueva sociedad, a la que consideraba más utilitaria, desvalorizada por su marcada influencia sajona. Cambia en Tablada su visión del país y se acentúa su preocupación.
Los años iniciales de la formación cultural, ideológica y espiritual de José Juan Tablada estuvieron marcados por los principios ideológicos y políticos que siguieron al período de la República Restaurada: "Libertad, orden y progreso". Instancias que permitirían la consolidación del capitalismo en México.
Los postulados de "paz, orden y progreso", desarrollados en la época porfiriana quedaron internalizados en el pensamiento de Tablada, de tal manera que después serían los parámetros con los que mediría cualquier otro momento histórico y cultural del país. El escritor, como parte de uno de los grupos privilegiados del régimen: los modernistas, se congratuló con el sistema en una de sus áreas estratégicas: la cultura.
En los primeros 10 años de su actividad periodística (1891-1900) y en el apogeo del modernismo, José Juan Tablada sería uno de los apologistas de la actividad social porfiriana, aquella que a fuerza de imitación intentaba tener similitudes con la vida francesa: paseos por el boulevaire, modas, gustos, estilos arquitectónicos y hasta por asimilación del idioma. Tablada entonces y semana a semana informaba de los hechos cotidianos que sucedían en la ciudad de México: presentaciones taurinas, encuentros con personalidades célebres de la época, inauguraciones de centros culturales, restaurantes, innovaciones científicas, tecnológicas y culturales, como ocurrió con el cinematógrafo al finalizar el siglo XIX. Dio cuenta también de la feneitud de las tandas en México, de las fiestas realizadas en el Tívoli, de la actividad teatral o de los festivales efectuados en el Palacio de Bellas Artes.
Todo el cosmopolitismo de la época sugirió Tablada en sus crónicas periodísticas, en las que solía solazarse con la belleza, el garbo y la riqueza de algunas mujeres. La descripción de agradables entornos o de sitios exclusivos, como el Jockey Club parecieron ser su debilidad. El gusto por narrar sus encuentros con el refinamiento o la exquisitez de ciertos personajes cubrió muchos de sus "Dominicales".
Y es que, como señala Carlos Monsiváis, los escritores modernistas prefirieron atenerse a lo respetable: la moda, la sociedad, el amor por el pasado y el afán de igualarnos a Europa.
No obstante que los modernistas se esforzaron por vivir sin complejos finalmente un momento inédito en México: lo moderno, el orden y la paz, tuvieron que mostrar la contraparte de la sociedad. Los cronistas trabajaban en un medio donde predominaban las necesidades de las mayorías empobrecidas. Los escritores del modernismo intentaron alejarse continuamente de todo aquello que no tuviera que ver con la esteticidad o el exotismo, sin embargo regresaban frecuentemente al panorama desolador que les tocó presenciar, sobre todo a Tablada, quien tuvo que enfrentarse contra el desmoronamiento social que las estrategias positivistas originaron en México: la Revolución Mexicana de 1910.
Tablada publicaba, casi desde que se inició en el periodismo, además de sus artículos de índole cultural y estética, los de hechos sociales. Escribía hacia 1891 crónicas y artículos sobre la ciudad de México y enfocaba sus comentarios en dos vertientes: en la descripción de la encumbrada sociedad porfiriana y en los acontecimientos que parecieron empañar aquel universo de posibilidades, como los actos de vandalismo, de indigencia social, de ignorancia, de incultura y de carencias éticas.
Los textos periodísticos de José Juan Tablada sobre arte, literatura y cultura predominaron en una primera etapa de su trabajo, la que abarcó de 1891 a 1900, sobre todo si tomamos en cuenta su laborioso desempeño en la Revista Moderna, para la que hizo cuento, poesía, traducciones, crítica literaria, etc. Posteriormente, después de su regreso del Japón en 1901 incluiría más escritos de carácter sociológico, cuando la paz y el bienestar comenzaban a alejarse del horizonte. No resulta casual, por lo mismo, el hecho de que por esas fechas la Revista Moderna amplió su tendencia al ámbito de lo social, no sería ya únicamente de arte, ciencia y literatura; además cambiaría de rúbrica y quedaría como Revista Moderna de México.41
Tablada se adentró en la problemática social y política del país (aunque el tema no fuera de su agrado), pero sus críticas nunca estuvieron enfocadas hacia las autoridades, por el contrario, de acuerdo a sus comentarios reconocía que los logros alcanzados se debían a las medidas administrativas puestas en práctica, además de contar con los considerables recursos del país. Para el cronista eran los hábitos negativos y la ignorancia de las muchedumbres las que todo lo hacían más difícil de resolver.
De las primeras intervenciones de Tablada en el periodismo mexicano, las correspondientes a la fisonomía de orden y pacificación, el cronista pasó a la situación social emergente y los hechos históricos con una mayor frecuencia.
Sus primeros artículos significativos se publicaron en El Universal, entre 1909 y 1910, cuando los opositores al régimen de Díaz iniciaron la campaña de desacreditación contra el dictador y la camarilla científica. Con la publicación de sus artículos de carácter político: "Tiros al blanco" y La epopeya nacional o canto laudatorio al general Díaz, Tablada mostró su admiración por el caudillo y su adhesión con el régimen.
Una vez que estalló la Revolución Mexicana José Juan Tablada no se pronunció abiertamente a favor o en contra del movimiento, lo cual fue indicativo de la postura que guardó siempre en relación a ese hecho: mesura, distanciamiento, cálculo. En todo momento procedió con una marcada tendencia por preservar el estado de cosas que estaba por desaparecer.
Los escritos de Tablada no mostraron directamente la situación crítica del momento en los primeros años del movimiento armado. Ante la incertidumbre del devenir inmediato el cronista optó por referirse a los hechos cívicos de la nación mexicana acaecidos décadas anteriores e incluso unos 100 años antes. En julio de 1912 escribió un ensayo para homenajear a Juárez; con motivo de las celebraciones de septiembre, en ese mismo año, conmemoró a los héroes de Chapultepec, como a las fiestas de la Independencia de México. Además le dedicó un espacio a la labor educativa de Justo Sierra en septiembre de 1912, cuando se efectuaban los actos luctuosos del ilustrador campechano.
En los momentos más álgidos de la lucha revolucionaria Tablada se refirió en casi todas sus crónicas al hecho político, pero lo hizo siempre de manera indirecta. Utilizó cualquier evento social para manifestar su incertidumbre y desazón. Entre los asuntos que eligió estuvieron: el de una boda (el matrimonio Sierra-Casasús, celebrada en 1912), su asistencia a las fiestas taurinas, algún tema ecológico o los suicidios que se habían incrementado en la ciudad de México hacia fines de 1912.
Por lo cambiante o inestable de la situación política en México y ante el hecho irremediable de la salida del general Díaz, José Juan Tablada no encontró más alternativa que replegarse hacia las nuevas autoridades, primero lo hizo con el presidente Francisco I Madero, después lo haría con Huerta y posteriormente con el presidente Carranza. No obstante que fue él uno de los iniciadores de la campaña difamatoria e injuriosa contra el candidato Madero, una vez que éste asumió la presidencia el cronista se puso a la disposición de las nuevas autoridades, según recuerda en la segunda parte de sus memorias, Las sombras largas.42
Como hemos dicho anteriormente Tablada desaprobó abiertamente el movimiento revolucionario y dejó entrever en sus crónicas que el país había caído en la anarquía, las distintas facciones políticas en la sinrazón y que el caos había sustituido a la inolvidable paz porfiriana.
Como resultado de esa incertidumbre escribió acerca de los actos vandálicos ocurridos en los distintos puntos de la ciudad: el Ajusco, Toluca, Ticomán.43 Hizo mención de la trascendencia del Colegio Militar en aquellos momentos de desorden, por la tradición heroica que caracterizaba a la institución.44 Cuando fueron asesinados los periodistas Strauss y Herrerías por el ejército zapatista Tablada dedicó un espacio de su columna en La Semana Ilustrada, para demostrar su indignación.45
Tablada mostró nuevamente su postura ambivalente ante el derrocamiento del Presidente Madero, pues según escribió en distintos apartados de Las sombras largas le causaban inquietud y desazón los acontecimientos que se estaban desarrollando en la ciudad de México durante la Decena Trágica, por la suerte que pudieran correr el presidente y sus seguidores más fieles ante las fuerzas golpistas de Victoriano Huerta. Una vez asesinado el presidente Madero Tablada aceptó contribuir con el general usurpador, fue nombrado director de El Diario, el periódico oficial del nuevo gobierno. Por ese motivo Tablada tuvo que salir del país un año después, en 1914, cuando fue depuesto Huerta por el general Carranza.
Por lo que respecta al periodismo de Tablada en la etapa huertista, el servicio al régimen fue doble. Era muy evidente la congratulación de Tablada con el nuevo régimen, pues entonces en sus artículos tocó asuntos cotidianos sin referirse continuamente a lo que ocurría en el país, puesto que consideraba, al igual que los antiguos porfiristas, que con el nuevo gobierno el país estaba volviendo a la normalidad.
En sus notas el cronista dio cuenta por ejemplo: del incendio ocurrido en "El Palacio de Hierro"; en marzo de 1914, de la exposición en bellas artes y labores manuales, efectuada en el Pabellón Español; de las fiestas florales con las que se recibiría a la primavera en ese año de 1914 o de la enfermedad que entonces estaba de moda: la velocidad (automovilística).
Mediante estas imágenes de ocultamiento o rechazo hacia el movimiento revolucionario Tablada cerraba su período de participación directa como intelectual afín al gobierno porfiriano. Se iniciaba para el cronista otro momento de búsquedas, reconsideraciones y asimilación de la nueva sociedad mexicana. Antes de esta situación vendrían instancias de confrontamiento del cronista con una realidad inédita.
Al igual que en todo momento emergente de la historia del país, la participación política de los intelectuales mexicanos como ideólogos de los nuevos cuadros gubernamentales fue muy relevante durante todo el proceso revolucionario. Varios de los pensadores que intervinieron con las nuevas autoridades habían tenido un brillante papel como opositores del régimen del general Díaz, entre ellos José Vasconcelos, y se convirtieron, a su vez, en la antinomia del grupo modernista. Las distintas tendencias que se expresaron en las postrimerías del porfiriato crearon un ámbito cultural muy controvertido, pero también muy pródigo en materia ideológica. De la confrontación surgirían, en parte, muchas de las ideas que fraguaron la nueva concepción de la mexicanidad y que indiscutiblemente influirían en el pensamiento y proceder de José Juan Tablada.
El grupo del Ateneo de la Juventud fue el principal organismo intelectual impugnador de la política cultural y educativa del porfiriato. Con su filosofía de retorno al humanismo y a los clásicos destruyeron las bases del positivismo. Contra el darwinismo social oponen el concepto de libre albedrío; la fuerza, el sentimiento de responsabilidad humana debía presidir la conducta individual y social; contra el fetichismo de la ciencia, la investigación de los "primeros principios"; contra la conformidad burguesa de la supervivencia de los más aptos, la jubilosa inconformidad cristiana de la vida integrada por ricos y miserables, por cultos e incultos y por soberbios y rebeldes.46
Contrarios a la posición de los modernistas de mantener la ruptura arte-sociedad, el grupo del Ateneo efectuó sus actividades (conferencias-cátedras) en el terreno político cultural, primero poniendo en entredicho las bases ideológicas del sistema político y después interviniendo directamente en el movimiento revolucionario. Vasconcelos participó activamente en el maderismo y al triunfo del movimiento fue elegido presidente del Ateneo, convertido ya en Ateneo de México. Inició entonces el filósofo e historiador, con la importación de conferenciantes, su proyecto de incorporación cultural del país al resto de Hispanoamérica.47
Mientras para los ateneístas el movimiento de inconformidad social daba la oportunidad de construir una sociedad más equitativa y justa, para los modernistas y partidarios del régimen porfirista la lucha armada sólo llevaría al país a la anarquía y a enfrentamientos irracionales.
Por lo que respecta a José Juan Tablada esa tradicional concepción sobre el devenir social lo distanciaba del pensamiento de los jóvenes que si tenían fe en la nueva sociedad. Para el cronista el movimiento revolucionario era un caos y lo único que podía traer era destrucción, a diferencia de lo que entonces consideraba Vasconcelos, para quien el mismo hecho significaba la posibilidad de salir de la redención social y de la ignorancia. Según el filósofo aquel era el momento preciso para erigir una sociedad fuerte, democrática y fortalecida por su historia y por su cultura (de acuerdo a los escritos que realizó durante su exilio de 1916-1921).48
Decía Tablada que México estaba regresando a su período de barbarie, aseguraba Vasconcelos que de ese estadio -el bárbaro- habían surgido las grandes civilizaciones de la humanidad como la griega y la hindú. Vasconcelos tenía la visión de la barbarie "no como la servidumbre subhumana que pretendía el positivismo, sino como la más alta inspiración espiritual: los mejores momentos de Grecia o de la India fueron los de la barbarie”49
Para Vasconcelos la lucha habría de redimir finalmente a los hombres de la bestialidad:
Satanás se disfrazó de la muerte (la revolución) para despertar en los hombres-animales a los hombres-prometeicos. La muerte Revolución era una redención que no se lograba completamente con la sola violencia despertadora. Era necesaria una alianza, un mestizaje. El Diablo, ataviado con identidades a lo Coatlicue o Huitzilopochtli, precisaba del espíritu como energía constructiva: de Prometeo. Revolución aniquiladora y revolución creativa. Tenochtitlán y Grecia. Huitzilopochtli y Quetzalcóatl.50
Por esa amalgama de situaciones deducía el filósofo que a la Revolución le tocaba acabar con las sangrientas prehistorias de México y realizar la fundación de la nación y de su estética.51 El movimiento revolucionario se convertía entonces en sinónimo de civilización, no obstante su crueldad y ebria violencia. La lucha debía acceder a las más altas funciones humanas.52 daría paso al mestizaje que es lo que conforma una personalidad, una nación.
Por motivos contrarios a los de Vasconcelos, José Juan Tablada rechazaba las consecuencias de la Revolución, pues la veía sólo como fenómeno de destrucción y de violencia, por eso cuando Victoriano Huerta o Venustiano Carranza accedieron al poder los apoyó, contribuyó con las distintas administraciones porque veía en ellos la posibilidad de retorno a la paz y de sofocamiento de los grupos sublevados por las fuerzas del orden.
Con la salida del país en 1914 concluía Tablada la primera etapa de su conformación ideológica sobre México, perspectiva forjada en los 50 años de su ejercicio periodístico. Con el estallido de la Revolución llegaba a su fin la imagen de un México próspero, confiable, donde reinaba la "elegancia del espíritu" de las minorías selectas (como la de los modernistas) y el legado de la cultura francesa.53 Ese México luminoso, ancho y abierto ya sólo será para Tablada objeto de nostalgia, motivo poético y recuerdo de una infancia y juventud que llegó a su término también con los cambios de sino político y social del país en 1910.
El derrumbamiento político del viejo orden social de México en la primera década del presente siglo y la vigencia del movimiento armado en el siguiente decenio originó la búsqueda de alternativas en los ámbitos: económico, social, político y cultural. Se concibió entonces a la unidad nacional como una estrategia para sacar al país de la crisis. En función de esa instancia política trabajarían los intelectuales que se quedaron en el país como los que tuvieron que salir por un exilio forzado o autoimpuesto, como en los casos de Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Juan Tablada y otros.
En el área de la cultura la implantación del nacionalismo se expresó en torno a las disposiciones de José Vasconcelos: una amplia reforma educativa, transformaciones estéticas y una nueva manera de interpretar al país.54Participaron en las arduas jornadas alfabetizadoras hombres como Daniel Cosío Villegas, Narciso Bassols y otros.
Se unen al gran proyecto nacionalista de reconstrucción del país la Generación del 15,55 los Siete Sabios y otros grupos. Al lado de los hombres de la Revolución trabajaban dentro y fuera del país: Vicente Lombardo Toledano, Alberto Vázquez del Mercado, Manuel Toussaint, Alfonso Caso, Miguel Palacios Macedo, Luis Enrique Erro, entre otros.
A partir de 1921 tomó impulso la gran labor nacionalista de Vasconcelos (convertido entonces en secretario de Educación Pública), cuyo plan contemplaba sacar a México del atraso con la implantación de "la cultura extensiva y expansiva", en palabras de Monsiváis. A esa tarea se abocaron los trabajadores de la cultura.
A su vez, la considerable resonancia de la labor nacionalista de los intelectuales en el país influyó en varios de los mexicanos que se hallaban en el exilio. José Juan Tablada después de un largo período sin producción literaria se incorporó a ese gran movimiento político-cultural estando en Nueva York, a partir de los años veinte. Mediante sus temas sobre la mexicanidad el escritor se adhirió al nuevo propósito del nacionalismo mexicano: redescubrir al país.
Con sus columnas "México y el mundo" y "Mexicanerías", y con la que fuera quizá su columna periodística más importante "Nueva York de día y de noche", José Juan Tablada reiteró por más de 20 años sus inquietudes sobre México. Atento a su devenir revisó al país en su historia, en su geografía y en su idiosincrasia. Además reafirmó su entusiasmo mexicanista en todas las demás áreas de su quehacer intelectual: la poesía, la novela, el ensayo y la crítica.
Una de las mayores preocupaciones que mostró José Juan Tablada en sus artículos neoyorkinos fue el reconocimiento de México en el exterior, la aceptación sobre todo de los países más desarrollados. A ese objetivo dedicó gran parte de sus espacios periodísticos. Constantemente hacía hincapié en las buenas relaciones entre México y el país del norte. Asistía a distintas reuniones diplomáticas para estar al tanto del trato entre ambos países y conservó la amistad de los extranjeros que mostraban admiración y respeto por su país.56
Al igual que otros intelectuales de la época, José Juan Tablada en su afán por revisar al país descubrió y valoró aspectos insospechados de éste y parecería que ese continuo contacto con las cosas mexicanas lo volvió nostálgico de su tierra y ferviente admirador de algunas costumbres del pueblo mexicano.
En varios de los artículos escritos en Nueva York el cronista reflejaba sus sentimientos respecto al acontecer mexicano desde la distancia, como en el texto intitulado "Mexicanerías":
Bálsamo de nostalgias, contrayerba de moriña, puente ideal de arte y literatura, vernáculos que me siguen uniendo cordialmente con la patria, es el voluminoso archivo formado durante lustros y a donde van a dar cuantos papeles con textos y grabados referentes a México llegan a mi poder.57
Parecía ser que las circunstancias del exilio producían en Tablada una visión magnificada de todo lo referente a México, había en él, además, una tendencia a la minuciosidad, al razonamiento y a la explicación de situaciones que durante sus estadías en México no se le conoció (ni antes ni después de su exilio). En el artículo citado anteriormente explicaba el autor cual era su actitud hacia México, aún cuando tuviera que referirse a aspectos negativos del país, sobre los que hacía continuo hincapié:
Hay en esa sección ["Mexicanerías"] cosas sublimes, conmovedoras, buenas, estrambóticas y las sencillamente grotescas están en marcada mayoría. Grotescas, en rigor, pero no insignificantes, pues en todas hay trasunto de algo positivo, una especie de distorsionado reflejo de una cualidad, virtud intrínseca quizás, pero mal expresada y convertida en defecto [...]58
En México, una vez terminada la lucha armada, los artistas y creadores empezaron a mostrar ese nuevo rostro que su sociedad en efervescencia demandaba, volvían la cara a ese ámbito que exigía ser tomado en cuenta: el mundo rural, entonces convulsionado. Debido a ese requerimiento indicó Krauze:
Una faceta de la aspiración mística del momento que envolvió a muchos habitantes del pequeño mundo cultural de la ciudad-resguardo, fue la de elevar a la categoría de revelación los hallazgos temáticos de los pintores y poetas que figuraban en 1915 [...] Herrán pintaba por aquellos días, la cara cotidiana de México, [...] retrataba las calles, los indígenas y mestizos, las costumbres de la gente humilde. En 1913 había pintado `El Jarabe' bailado por una pareja de criollos, en donde aparece un sombrero ancho y un indio escondido rasgando la guitarra. En `La Ofrenda' aparecían en una chalupa en Xochimilco remeros, niños indígenas, itacates, rebozos, flores.
Herrán pintaba a México, recordaba Gómez Morín y Ramón López Velarde `cantaba un México que todos ignorábamos viviendo en él'. Miguel Palacios Macedo decidía aprender náhuatl, mientras que Manuel Toussaint [...] comenzó a publicar en la revista Pegaso (1917) una larga serie de `Bocetos coloniales', estudios sobre la catedral de México, la capilla Pocito, las casas del siglo XVI, el mismo paisaje cotidiano que pintaba Herrán y otros pintores como los hermanos Garduño, que ponían la ciudad en el fondo de sus telas.59
En el ámbito literario de los años veinte, como recordarían los mismos intelectuales de la época, el poeta Ramón López Velarde descubría una nueva manera de ver al país; en "La Suave Patria" procuró para la poesía un tono nacional, esto es, reconoció o creyó reconocer la índole de una colectividad y asumió el tratamiento poético de una tradición popular (exaltación de costumbres y erotismo velado).60
Esa mirada de López Velarde al interior del país sería quizá la mayor influencia en la obra de José Juan Tablada. Observa Héctor Valdés61 que en aquellos años era patente el influjo del poeta jereciano en aquél. Tablada vuelve la mirada al mundo rural, a la provincia de su infancia. Y esa reconciliación con su país produjo para el escritor uno de los mejores momentos de su poesía, que quedó plasmado en La feria.
Considera Héctor Valdés que con La feria José Juan Tablada recuperó tiempo e imágenes que parecían perdidos: "su infancia en Puebla, Otumba, la Hacienda Chicomostoc, el figón, el circo, los agüeros, el loro [...] y lo que fue un ambiente de salón fin de siècle en florilegio cede su lugar a la plaza, al tianguis, al sarape de Saltillo, al batallón de Guadalajara y la jícara de Michoacán.62
Quizá sea La feria el mayor homenaje de Tablada a México. Su contribución al nacionalismo, su aporte para el reconocimiento de una sociedad antes ignorada, hecha a un lado, pero que después por convicción de sus intelectuales sería exaltada.
El México que José Juan Tablada nos mostró es el más popular (es ahí donde se advierte su acercamiento con López Velarde), anota Octavio Paz:
México de alarido y de color, barroco [...], de 15 de septiembre y piñata de posada. México indio y mestizo, enmascarado como un sacerdote azteca, delirante como el borracho y el cohete, esos gemelos del mitote. México de ballet. El poeta canta al mole eclesiástico y sombrío, a la alegría de los pollos dorados, entre verdes lechugas, al loro que `es sólo un gallo de follaje con un poco de sol en la mollera´, al canto del gallo que `arroja al cielo las onzas del siete de oros´; al ídolo en el atrio, a las campanas de la torre, al volantín, a todo lo que en México danza o salta, aúlla o canta, gira o brilla.63
Mientras La feria representaría la síntesis del espíritu nacionalista de José Juan Tablada por su temática, las crónicas periodísticas escritas desde Nueva York significarían su labor de difusión, de extensión de la cultura mexicana en el exterior, así como la conciencia de la posesión de la riqueza artística de los mexicanos. Muy reconocido y reiterado ha sido el trabajo del cronista de dar a conocer las obras de los pintores mexicanos más importantes de la época: Diego Rivera, Orozco Covarrubias, Bernhur Baz y otros, pues como Vasconcelos, José Juan Tablada creía que la única vía que redimiría al país de la inercia y del atraso era el arte.
Durante los más de 20 años que Tablada estuvo fuera del país fue constante y reiterativo en su propósito de concientizar al pueblo mexicano de sus valores, de su herencia cultural, de su tradición histórica. En muchas de sus crónicas, por ejemplo, exaltaba la gran variedad y riqueza de la cocina mexicana. En estos casos Tablada demostraba no sólo sus amplios conocimientos sobre el tema sino su interés por elevar al rango de arte la tradición culinaria de México.64
Estando fuera del país el cronista descubrió, reconoció y valoró las múltiples formas con las que México contribuía con la humanidad en materia de arte, muestra de ello era el riquísimo patrimonio arquitectónico del país, por eso consideraba Tablada que debía cuidarse y apreciarse, pues en esos tiempos representaba un verdadero tesoro ante el aumento desaforado de la influencia sajona.65
En los mismos años veinte Tablada contribuyó también con la revisión a fondo del pasado indígena mexicano que exigía la nueva circunstancia nacionalista. Rivera pintó sus murales con una preparación a base de savia de maguey; Adolfo Best Maugard presentó un método de enseñanza de dibujo en `los siete elementos lineales de las artes indígenas y populares'; Carlos Chávez compuso obras para instrumentos indígenas precolombinos. Lo indígena era lo nacional, anota Monsiváis.66Tablada difundió en sus crónicas algunos paisajes históricos y culturales de México. Predominaba en esa época su interés por reivindicar y exaltar la cosmogonía y el mundo religioso de los antiguos mexicanos.
Fue entonces cuando Tablada desarrolló sus teorías e ideas sobre la herencia religiosa de los antepasados; las fue interpretando de acuerdo al desarrollo social y político de México: si había conflictos sociales en el país, observaba el cronista, éste se hallaba apresado por las fuerzas del mal, cuando recobraba la paz, lo asistía la gracia de la buenaventura. En su novela La resurrección de los ídolos, los dioses ancestrales resurgían de su mundo inerte para dar cabida a una nueva dimensión de su existencia. Los dioses prehispánicos representaban un mal que se había ido para dar cabida a una nueva era, la del predominio del espíritu sobre la materia, morían las deidades que representaban el mal y sólo perduraban aquellas que nos traían la luz. Nos dice Héctor Valdés que en este libro se encierran las teorías del escritor sobre el mundo y en particular sobre México: "el país amurallado, víctima de los dioses antiguos y de la violenta atmósfera ancestral.67
Lo importante de este paisaje es que el autor retomó a las deidades prehispánicas como metáfora de la sobrevivencia de los mexicanos con sus dioses ancestrales. Para el cronista-novelista México estaba amurallado, escindido entre el bien y el mal, entre fuerzas positivas y negativas, entre el desarrollo y el atraso, entre el conocimiento y la ignorancia. México sólo alcanzaría la luz por los conocimientos, la guía del maestro y por la gracia del creador al liberar al pueblo de las deidades sanguinarias.
Con ese entusiasmo consideraba Tablada en sus crónicas, a principios de los años treinta, que México había superado sus conflictos más devastadores -la Revolución- y recurrío el autor a los mitos ancestrales de los aztecas para explicarse la buenaventura de la época. Y aseguraba que "¡La Serpiente Emplumada vuelve a surgir! ¡Quetzalcóatl regresa a su pueblo!”68
En los días del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) el país registró tal diversidad de cambios en lo económico y lo político que al terminar el período, según advierten los historiadores, México sentaba las bases para una nueva etapa de desarrollo o de crecimiento que no había alcanzado hasta entonces. En la transformación industrial, agraria, política y administrativa todos los sectores tuvieron una estratégica y definitiva participación, aunque ésta no necesariamente se tradujo en colaboración con el nuevo régimen, de acuerdo a lo que registra la prensa de entonces. Precisamente porque al darse los reajustes y acomodos para cumplir con algunos postulados de la Revolución se afectaban intereses económicos y de poder, el período cardenista se caracterizó por ser una etapa de controversias, de polémicas, de aceptación y de rechazo por parte de las distintas instancias sociales.
El ámbito cultural del país no sólo fue reflejo de esa gran movilidad sino promotor de algunos cambios. Pocas veces como entonces intervinieron tantos técnicos, maestros e intelectuales en la vida educativa, económica y política del país. La vigorosidad con la que procedieron muchos artistas y creadores en áreas de la administración o de la política sólo es comparable con ese otro importante movimiento nacionalista encabezado por José Vasconcelos en las primicias de los años veinte, y en el que los intelectuales tuvieron una directa intervención en la conformación de una nueva cultura: la del rescate de lo mexicano (el régimen cardenista haría suyo también este trascendental postulado).
Estos son algunos aspectos del escenario en el que se movería José Juan Tablada a su regreso de Nueva York. Era tal la efervescencia que se vivía en el país, que el cronista, no pudo permanecer ajeno a los cambios que se estaban suscitando, y semana a semana nos dará cuenta de sus pareceres y diferencias sobre la sociedad mexicana, no obstante que para entonces sus intereses de escritor estaban orientados más a los estudios de teosofía y metafísica. Y para no ser discordante con la época o porque todavía era demasiado pronto para hacer evaluaciones definitivas sobre los hechos políticos y económicos que sucedían vertiginosamente Tablada participaba también de la polémica, en sus escritos se entreveró la duda, la aceptación o el rechazo por las medidas que se estaban adoptando. Una parte de sus crónicas son reflejo de la controversia del momento.
Casi año y medio después de iniciado el sexenio cardenista comenzarían a vislumbrarse las estrategias presidenciales que influirían directamente en todos los ámbitos sociales y sobre los cuales José Juan Tablada se vio involucrado, ya como beneficiario o como sencillo espectador y comentarista. Para empezar su regreso mismo al país, después de 20 años de exilio (agosto de 1936), fue consecuencia inmediata de las medidas gubernamentales.
Tomando en cuenta que de lo que se trataba era de conformar un nuevo sistema político mexicano, mediante el cambio de seis a cuatro años que antes duraba la presidencia, la ejecución de un "Plan Sexenal" y la relativa independencia de Ejecutivo sobre su sucesor (el general Calles), entre otras acciones, la administración cardenista dejó de lado viejas rencillas de los gobiernos anteriores con la sociedad. Así por ejemplo, la iglesia no fue más motivo de conflicto, cesó la persecución en las comunidades indígenas y antiguos revolucionarios no eran ya un peligro para el nuevo gobierno. Retornaron en ese entonces a México prestigiosos opositores: José Vasconcelos, Enrique Estrada, Adolfo de la Huerta, José González Escobar, Fausto Topete, Francisco Mazo, Porfirio Díaz (hijo) y otros combatientes o afectados por los gobiernos revolucionarios, como fue el caso de José Juan Tablada. El regreso de los expatriados también se prestó a multitud de conjeturas y discusiones por parte de la prensa mexicana.
Cuando José Juan Tablada volvió a sus colaboraciones periodísticas en México hacía referencia a hechos de índole cultural, filosóficos y de psicología del mexicano, pero tal vez le era tan abrumador el panorama político que el cronista no pudo permanecer al margen de los hechos. Precisamente, dos años después de iniciado el gobierno cardenista, a fines de 1936, comenzaban a dar resultado las medidas puestas en práctica para entrar de lleno al desarrollo de la industria, del sector agrario, de la educación y de otros rubros importantes, de ahí la enorme agitación que se registraba en el país.
Tablada se refería en primera instancia al fenómeno característico que se observó en aquel periodo: a la movilización continua del proletariado por todas las regiones del país. En varios de sus editoriales mostraba su descontento por la falta de pacificación en la ciudad de México, quizá por ello a los pocos días de haber llegado al D.F. decidió trasladarse a Cuernavaca.
Y es que en México no se había observado antes tal efervescencia de los trabajadores industriales. Luis González anota sobre aquella situación: "día tras día los diarios informaban de la incesante actividad de tres mil sindicatos con medio millón de trabajadores.”69 Además, las luchas entre las grandes centrales obreras: CTM y CROM incrementaban los concurridos mítines.
La política del gobierno cardenista de fortalecimiento del proletariado nacional derivó en una actividad huelguística que alcanzó proporciones insospechadas, lo cual dividió al congreso en dos tendencias: los que apoyaban las medidas gubernamentales y los contrarios, que se hallaban comandados por el general Calles70 (antes de su salida). Se sucedieron los paros laborales desde las empresas de mayor envergadura hasta las de un menor rango: petroleros, ferrocarrileros, inquilinos, tejedores, sepultureros, taxistas, etc.
Anota Luis González que en aquel gran debate no podían dejar de intervenir los periódicos. En Excélsior se decía que seguían las huelgas, unas por solidaridad y otras por los conflictos directos con las empresas y todas, porque así lo decidían sus líderes.71
Tablada, por su parte, no dejó pasar la oportunidad de mostrar su desacuerdo con aquellas situaciones y se unió al grupo de los descontentos (que se convirtieron en férreos críticos del gobierno). Aparte de cuestionar en uno de sus primeros artículos los efectos de la política económica del encarecimiento de los artículos de consumo, escribió: "lo único que se agranda en medio de la general achicadura (...) son los movimientos huelguísticos.”72
Anotaciones como aquellas no revelan abiertamente la postura política de Tablada, pero dejan entrever su inconformidad con lo que estaba pasando en el país. Ese descontento da lugar a que el cronista volviera a ocuparse de los asuntos políticos inmediatos y cotidianos del país, tal y como lo hiciera durante sus estancias anteriores en México.
Paralelamente y como resultado de la movilización obrera surgieron una multitud de agrupaciones laborales, federaciones, confederaciones y uniones sindicales, que se unificaron en la gran central obrera: CTM, quien a su vez albergaba a más de medio millón de trabajadores de todas las ideologías: comunistas, ex-anarquistas, reformistas, sindicalistas, etc. y de los más diversos oficios.
En virtud del conglomerado sindical que resultó de la política cardenista José Juan Tablada también se ocupó de aquella proliferación, aunque en su caso nos refirió sobre una de las agrupaciones más suigeneris. El 5 de abril de 1937 reprodujo en el periódico las protestas de una asociación que supuestamente estaría formándose por entonces y cuyo título aparecía: "Camaradas infractores"
Señor periodista: Pertenecemos a una de las industrias más prósperas de esta ciudad bajo la designación colectiva de "Gran Asociación Nacional Zaragatera Unidos Activamente" (GANZUA). Trabajamos en silencio y en la sombra haciendo el menor ruido posible y procurando no llamar la atención sobre nuestras personas, tratando de que los pequeños bienes de este mundo tengan un reparto más equitativo.
Como usted habrá adivinado somos los lógicos productos de la sociedad mal organizada y por eso rechazamos enérgicamente el apodo un tanto zoológico de `rateros', que nos dan reaccionarios impúdicos, y no aceptamos sino de mala gana el nombre de `infractores' que nos aplican criterios más ilustrados.73
Quizá esta asociación no haya sido de las organizaciones más representativas que se hubieran formado entonces, si es que realmente una entidad así podía constituirse, pero lo que si nos muestra es el humor o sarcasmo con que fueron asimilados algunos hechos políticos por parte de la prensa, en este caso por José Juan Tablada. Y no fue ese el único momento en que el cronista ironizaba sobre los acontecimientos políticos; en varios pasajes de sus escritos se advertía su incredulidad, su desconfianza de las medidas adoptadas, o de los resultados de estas medidas.
Otro aspecto que tal vez causó sorpresa, curiosidad o duda fue el de la forma del discurso adoptada por algunos líderes sindicales de tendencia marxista. En su nota del día 9 de junio de 1937, intitulada "Boleros y bolas", el escritor replica por algunos postulados adoptados, en este caso por el que se refiere al slogan continuamente repetido: "Por una sociedad sin clase":
¿Pues qué clase de clases desea el bolero que no tenga la sociedad?
Clases tendrá que haberlas y de todas clases. Pero sin ir más lejos, la misma organización de boleros "auténticos" ¿sabe cuantas clases de boleros hay?.. No sospecha el "bolero conglomerado" que hay muchas clases de boleros... Pues vamos a ilustrarlo:
Bolero, según el diccionario, es todo lo que sigue: Novillero, el que hace novillos o se huye. Escarabajo, que hace unas bolas donde mete los huevos. -Persona que por oficio baila el bolero. Aire popular español cantable y bailable [...]74
Y aunque Tablada trató el asunto de las agrupaciones laborales sólo tangencialmente, pues se fue con las denominaciones semánticas del término, es indudable que al mencionar los acontecimientos políticos de la época haya querido contribuir al esclarecimiento de aquel panorama de múltiples aristas, o de hacer menos recargada, ironizándola, la terminología política muy en boga en aquellos años.
El hecho de abordar temáticas tan candentes como la política sindical del cardenismo denota la preocupación de Tablada por ocuparse de los acontecimientos más delicados en el ámbito político del país, pero al hacerlo de manera sarcástica evitó un enfrentamiento con el gobierno y entablar polémicas inútiles como en otras épocas. Además ese tono desenfadado le permitió guardar cierta distancia ante los hechos y observar sus repercusiones en la sociedad.
Otro de los rubros fundamentales de la política cardenista lo constituyeron las acciones agraristas, intensificadas desde 1936 y finales de 1937. En tanto los dos primeros años del sexenio se caracterizaron por la agitación gremial de los trabajadores, los siguientes 15 meses le seguirían las intensas jornadas del presidente en el campo, la repartición de amplias extensiones de tierra a los campesinos en todo el territorio, la transformación de considerables porciones hacendarias en zonas ejidales y la puesta en marcha de un cuantioso número de instituciones bancarias, educativas y gremiales para favorecer al agro mexicano.75
En este rubro, José Juan Tablada no abordó en su columna directamente el tema del agrarismo mexicano, aunque sí parecía darle importancia a algunos asuntos relacionados con las formas de cultivo o con los hechos agrarios acaecidos en otras épocas. En uno de sus artículos reflexionó en torno a la figura de Emiliano Zapata, pero no del significado de su acción revolucionaria, ni de su lucha por la restitución de la tierra al campesinado mexicano.
El comentario que hizo Tablada fue sobre la lectura de los corridos que le hiciera José Muñoz Cota a Zapata, y apuntó:
De Zapata, la persona intrínseca, esencial e íntima nada tiene de ejemplar... Zapata fue poseído por una idea: "La tierra es de quienes la trabajan", y esa idea lo llevó y lo hizo desafiar peligros y rendir jornadas, como su caballo blanco [...]
Pero cuando dejaba de obrar movido por el generoso altruismo de la idea que lo poseyó, es decir, cuando se bajaba de su caballo blanco y echaba pie a tierra, Zapata, lejos de crecer y vigorizarse como Anteo al tocar con la planta el suelo, se amenguaba y empequeñecía, asumiendo los caracteres de la más vulgar e insignificante humanidad...
Zapata no era un sublime iluso como Madero, ni un gran capitán como Obregón, ni mucho menos llevó, ni hubiera podido llevar, como otros estadistas, las energías de la guerra a las empresas reconstructivas de la paz! [...]76
Tablada no se ocupó de las transformaciones a que estaba siendo sujeto el sistema agrario durante el cardenismo, únicamente fue reiterativo en sus denuncias sobre las prácticas ya inoperantes para la labranza de la tierra.
Tal se diría al ver a pocos minutos de la capital, en la región del Ajusco, dilatadas praderas incendiadas, vastos pastorales reducidos a cenizas, humaredas que en lontananza denuncian semejantes estragos y, lo que es peor tiene que indagar a toda persona consciente, hermosos árboles que han requerido largos años para desarrollarse, quemados o tostados y seguramente inutilizados por esas quemaduras vandálicas que por lo visto nadie puede impedir.77
Llama la atención el hecho de que José Juan Tablada no haya reparado más acerca de las medidas gubernamentales que repercutieron en las comunidades indígenas, ya que muchas de ellas respondían a las demandas que el cronista había hecho en artículos anteriores a la columna de "México de día y de noche". Uno de los constantes reclamos de Tablada era por ejemplo que el indígena conservara lo genuino de su espíritu, que no alterara su estirpe con burdas imitaciones y en ese sentido se pusieron en práctica distintas estrategias por parte del gobierno.
Según nos dice Luis González, en ese periodo se rechazó la antigua fórmula de desindianizar, es decir de desarraigar los dialectos regionales, las tradiciones, las costumbres, y hasta los sentimientos profundos del hombre apegado a su tierra. Esto no significaba tampoco que se hubiera pretendido una resurrección de los sistemas indígenas precortesianos o el estancamiento incompatible con las corrientes de la vida actual. Lo que se pretendía era que el indígena alcanzara el desarrollo de todas las potencias y facultades naturales de la raza, el mejoramiento de sus condiciones de vida, agregando a sus recursos de subsistencia y de trabajo todos los implementos de la técnica, de la ciencia y del arte, pero siempre sobre la base de su personalidad racial y el respeto de su conciencia y de su ser.78
Es muy probable que José Juan Tablada no haya profundizado en estos hechos por lo incierto aún de los resultados y por las encarnizadas polémicas periodísticas que desataron otras medidas en este rubro, como lo fue la reforma agraria. Esa instrumentación satanizó cualquier acto del presidente en el campo mexicano. Para Tablada lo desafortunado del agro era la falta de una adecuada infraestructura técnica para sembrar la tierra. Lo demás era asunto de otros polemizadores.
Para finales de 1937 se estaba cumpliendo eficazmente esa otra estrategia política del cardenismo que habría de fructificar en la consolidación de la figura presidencial: su programa de nacionalizaciones. Se inició con el reparto de tierras en los estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México y Morelos; y cobró una gran fuerza la reforma agraria con las expropiaciones de La Laguna, en Michoacán; el reparto de los valles de Mexicali y del Yaqui; la hacienda de Atencingo (de William Jankins) en Yucatán y las haciendas de Santa Bárbara y El Mate, del expresidente Calles. Las jornadas nacionalizadoras tuvieron su consolidación y culminación con la expropiación de las áreas estratégicas de la industria: los ferrocarriles y el petróleo.
Pero no obstante que la decisión del presidente de nacionalizar la industria derivó en muestras de adhesión y de apoyo del pueblo mexicano, al exterior el hecho tuvo repercusiones desfavorables para el país.79
Por los conflictos de México desatados en el extranjero, a causa de la expropiación petrolera, José Juan Tablada alertaba acerca de que los actos delictivos que estaban aquejando a Cuernavaca pudieran acarrearle mayor descrédito al presidente Cárdenas:
Piénsese como explotará la prensa amarillista de allende el Bravo, hoy despechada e iracunda por los asuntos del petróleo esas salvajes carnicerías, que infames como fueron van a ser exageradas y manejadas en contra del buen pueblo mexicano [...]
Por los malos mexicanos padecen los buenos. Los constructores resultan dañados por los destructores y la obra democrática tan tesoneramente estimada por el presidente Cárdenas queda hecha pedazos ante el juicio del mundo.80
Para Tablada era muy importante la imagen que se tenía de México en el extranjero, por eso cualquier suceso le servía de muestra para indicar el descrédito del que era objeto el país (en este caso las decisiones del ejecutivo). Esa idea se la había formado en sus años de exilio y posteriormente cuando volvió al país hizo constante énfasis en ello.
No obstante la desconfianza que parecía advertirse en varios de sus artículos sobre las acciones del presidente, José Juan Tablada le reconoció, en ocasiones, méritos bastante loables por su firmeza y astucia. Cuando los intentos de la asonada cedillista no prosperaron el presidente Cárdenas volvió a recibir muestras de adhesión de los distintos sectores sociales: obreros, campesinos, intelectuales, políticos, etc. El mismo José Juan Tablada mostró su apoyo a la acción del Ejecutivo y participó del entusiasmo de aquel momento. Una vez sofocado el movimiento en junio de 1938 escribió en su nota "Un pueblo y un presidente":
El reciente discurso presidencial en el teatro de La Paz ha sido como un toque a rebato que tras de conmover al país, ha provocado en su opinión más ilustrada hondas y graves resonancias. Quizás el atentado cedillista a despecho de su esencial índole negativa, tuvo dos plausibles resultados, uno sacudir el letargo social cuando el peligro pareció inminente y el otro, en esa misma etapa amenazante, mostrar a nuestro Primer Magistrado en admirable actitud de valor sereno y magnanimidad ejemplar.
Luego con feliz presteza, la nublazón que pareció firme tormenta disolvióse como esos remolinos [...], y tras del trueno agorero y el distante relámpago, invisible a fuerza de rapidez, escurrióse al ratón Saturnino...81
Ya para finales de 1938 el gobierno cardenista había reorganizado las principales instancias económicas y políticas del país, se encontraban en pleno funcionamiento la central obrera más importante: la CTM, la campesina: CNC, el partido recién organizado: PRM (Partido de la Revolución Mexicana) y se consolidaba una de las estrategias fundamentales del sistema político mexicano, aún hoy vigente: el fortalecimiento de la imagen del Ejecutivo, que derivaría regímenes después en el presidencialismo.
México entraba en una nueva etapa de desarrollo comandada por el general Cárdenas, cuando ya se contemplaba el advenimiento de una nueva conflagración mundial, que obligaba al gobierno mexicano a intervenir, esto último le acarrearía opiniones a favor o en contra por parte de la ciudadanía y de los medios de información
"Y eran tiempos difíciles", recordaba José Emilio Pacheco: los generales apoyados por Hitler y Mussolini se lanzarán en armas contra la inerme República Española, ante un mundo que contempla indiferente la trágica lucha de un pueblo contra su ejército. Los soldados del Duce bombardearán Addis Abbeba en una guerra relámpago contra hombres que sólo con lanzas y flechas pueden defenderse y en la URSS el reajuste de la política ideológica de Stalin trascendía el ámbito de sus fronteras con la persecución de los opositores al régimen.82
Ante el agitado escenario internacional, el presidente Cárdenas estuvo inmediatamente listo a intervenir, y al igual que sus decisiones en el ámbito nacional, su proceder en los asuntos internacionales, estuvieron siempre sujetos a la polémica, a los cuestionamientos y a los múltiples pareceres de la prensa. Salvador Novo fue registrando concienzudamente las opiniones a favor o en contra de las medidas y el sentir predominante: la incertidumbre que significaban casi siempre las determinaciones presidenciales.
Tal fue el caso del asilo político otorgado por el general Cárdenas a León Trotsky, en mayo de 1937. Novo tamiza las diversas reacciones en su columna: "La semana pasada". El hecho fue discutido por la situación que implicaba la presencia del revolucionario socialista en nuestro país, pues sería sometido a un juicio internacional por la decisión del partido comunista soviético y antes intervendría en las sesiones preliminares del proceso de Coyoacán.
A José Juan Tablada parecía no agradarle la presencia del moscovita en nuestro país. En su artículo: "Tarpón, petróleo y Trotsky" escribió:
Es difícil concebir a León Trotsky escogiendo a México como una tebaida para vivir en paz, al modo de sus primeros anacoretas cristianos.
El moderno ashaverus está cargado de materias explosivas capaces de estallar al menor golpe y hasta la más leve fricción.
Y golpes, fricciones y hasta provocaciones bien urdidos premeditados esperan a Trotsky, según los comentarios que aquí provocó el simple anuncio de su llegada. Todo lo cual no contraría al 'Judío errante' y agente viajero del bolshevismo, sino lo deleita, pues le dará ocasión para realzar la mercancía que trae atiborrado su surrón...
Bajo la axila sudorosa hasta ser delectérea, trae el 'Judío errante' su última obra, La revolución traicionada, en la cual concediendo méritos al compadre Stalin, como la rehabilitación económica del país que bajo los zares era el más atrasado, le hace graves cargos, como el haber creado una casta burocrática [...]
A juicio de nuestro huésped en agraz, lo anterior constituye infidencias a la primitiva ideología marxista, pero la verdadera y gravísima 'traición a la Revolución' consiste en ser 'nacional' en vez de 'internacional', como lo exige la prístina doctrina oficial.
Así, pues, el simple hecho de reiterar esas ideas, una vez entre nosotros, significa, así no sea sino implícitamente, el deseo de hacer con México el primer ensayo del bolshevismo internacional.83
La presencia de Trotsky en nuestro país le permitiría a Tablada escribir en varias ocasiones sobre el suceso, hacer escarnio del mismo; volvemos a advertir al Tablada irónico de los hechos políticos, como antaño. La noticia de que Diego Rivera alojaría en su casa al soviético le inspiró las siguientes líneas:
'Posada del Judío errante'.
Habéis visto al magnífico pintor dando posadas, pero esto es poco en las funciones posaderas, si se cae en cuenta que Diego es no sólo actor pasivo o activo, sino en rigor y verdad inventor de posadas...
¿Quién antes que él pudo discernir los méritos artísticos y nacionalistas de posadas. Don Guadalupe?
Todo lo anterior ha gravitado sobre la subconsciencia del pintor admirable para escoger esta precisa época del año y hacer cuanto es posible para ofrecer una posada al mismísimo León Trotsky...
El cual, agradecido, intenta quizás demostrar su actitud ofreciéndonos una piñata...
¿Pero de qué puede rellenar una piñata el belicoso e implacable León, si no es de materias explosivas que atronarán los ámbitos y rociarán de proyectiles en función de confeti, al primer garrotazo del valiente que atice un palo de la olla?84
Para José José Juan Tablada la permanencia de Trotsky en nuestro país significaba un equívoco de la diplomacia mexicana. No era bien visto entonces dar albergue a disidentes comunistas, ya que existía el temor de la expansión de las ideas marxistas.
Muy distinta sería la reacción de José Juan Tablada ante la decisión gubernamental de otorgar asilo político a los excombatientes de la Guerra Civil Española. Cuando llegaron los "Niños de Morelia" (aproximadamente 500 niños que venían huyendo de la guerra) a la capital del estado de Michoacán, en junio de 1937, el cronista enfocó el hecho por el lado dramático y desolador:
En sus rostros inocentes, ingenuos y atónitos, los niños españoles parecen traer vislumbres de conflagración y redolencias de masacre. A pesar de vítores y músicas, quien los vio llegar hubo de recordar y parodiar el decir de los florentinos al paso de Dante: -¡Estos niños vienen del infierno!85
Desde los inicios de la guerra José Juan Tablada dedicó varios artículos para reflexionar sobre la desolación que se vivía en España. En "El dolor de España" hace hincapié en el sufrimiento de México por los acontecimientos y un recuento de los trascendentales momentos históricos de la península y sus aportes a la humanidad, como el haber civilizado a medio mundo.86
Tanto parecían preocuparle al cronista los acontecimientos de España que tres semanas después de su anterior artículo continuó analizando los hechos. Los reprodujo en "Todavía la guerra”87
Tablada hace alusión nuevamente al significado de la Guerra Civil Española con la obra de Goya, en su nota "España eterna". Ya en otros artículos se había referido a las pinturas del artista sobre la España guerrera:
Por el amor y la muerte [...] Goya es el único pintor de España que sigue viviendo en el actual martirio de España. Parece que asoma su adusto rostro por la ventana fuliginosa de un palacio incendiado o que su alma en pena con figura espectral afoca sobre los campos de batalla la linterna sorda de sus agua-fuertes.88
En el conflicto bélico de España el gobierno mexicano mantuvo siempre la decisión de apoyar a la República Española: surtió de armas al gobierno republicano, le sirvió como agente de compras de suministros bélicos y la defendió en la sociedad de las Naciones a través de su representante Isidro Fabela. En marzo de 1937 Cárdenas les reiteró a los corresponsales extranjeros que México seguiría ayudando al régimen legítimo de España.89
Como con todos los actos del presidente, la llegada de los refugiados a México despertó todo tipo de rumores, la prensa de entonces contribuyó con caldeadas polémicas según pasajes de la citada columna de Salvador Novo: "Hoy". El disgusto de los medios, de acuerdo a lo que se observa releyendo algunas páginas de aquel espacio periodístico, era el número creciente de exiliados (Al finalizar 1939 los iberos llegados a la República Mexicana se contaban en 6304, más un 20% no registrado).90
Pero el caso de los transterrados era otro de los acontecimientos bastante discutido, si tomamos en cuenta lo señalado en párrafos anteriores acerca de que lo más común de la época eran las airadas protestas de la prensa nacional con muchas de las acciones presidenciales, pues de acuerdo a lo que indican los historiadores del periodismo, el gobierno cardenista tuvo que lidiar con una prensa conservadora y reaccionaria con respecto a muchos de los cambios instituidos por el régimen.
En su sexenio [el del presidente Cárdenas] muchas publicaciones, entre ellas la principal revista (Hoy) y el principal diario (Excélsior), atacan con saña el radicalismo o el reformismo -elija usted el calificativo ideológico que lo autodefina- del régimen. Hoy incorpora críticas (muy brillantes en ocasiones) a la prédica izquierdista y las adereza con una simpatía esporádica pro nazis y fascistas. Excélsior intensifica sus obsesiones católicas, machistas y anticomunistas. Cárdenas no se inmuta. Su vigorosa base social le permite asimilar, incluso requerir de estos ataques.91
Algunas de las características generales de aquella prensa descritas por Monsiváis pueden observarse particularmente en la columna periodística de José Juan Tablada: un abierto rechazo al comunismo, una marcada inclinación por lo tradicional y una moralidad exacerbada. El cronista, como ya se indicó en líneas anteriores, no profundizaba en los temas, sólo entablaba la polémica, dejaba entrever su parecer, pasaba a otros asuntos, ironizaba o se retiraba, pero con ese proceder participaba de la controversia periodística del momento por los efectos de muchas de las decisiones gubernamentales.
Es muy probable que el régimen cardenista haya sido uno de los gobiernos más discutidos y tenga, como señalan algunos historiadores, los más acérrimos defensores, al igual que detractores, y sus participantes activos o como espectadores (la prensa) tuvieron que alinearse en una u otra fila. Por lo que respecta a José Juan Tablada es muy claro que no quiso profundizar en el significado de la nueva organización socioeconómica y política del país, él que siempre estuvo tan abierto a los cambios y ávido de ellos, tal vez porque el resultado de aquellas innovaciones las que él vislumbraba, no correspondían al México recordado y soñado en el exilio: el del "orden" y "progreso.”92
En términos generales, la prensa política de la época cardenista, en la que Tablada participó nuevamente a su regreso, no fue realmente un estímulo para el presidente, pero sea cual fuere el parecer de aquellos periodistas las acciones presidenciales finalmente ya sólo serían respondidas por la historia.
José Juan Tablada reconoció únicamente la parte humana, podríamos decir, de los hechos presidenciales, por eso los abordó en distintos momentos de su actividad periodística, y cuando los sucesos políticos se presentaron con la complejidad que los caracteriza prefirió estar sólo como espectador o referirse a diversos asuntos solamente de manera tangencial. Comprendió el cronista, tal vez, que el tratamiento de aquellos no era de su dominio, pero al mismo tiempo no podía permanecer ajeno a tantos y tan diversos acontecimientos, por lo mismo dejó sentado cual era su parecer del México que encontró a su regreso, después de 20 años de ausencia.
Para el cronista México ya no era el país que se regía por los postulados de "paz, orden y progreso", pero sí reconocía y apoyaba en aquél avances en el orden económico; no aceptó del todo las expresiones multitudinarias de democracia social, ni la apertura con que el gobierno cardenista las estaba manejando. Finalmente lo que se observa en la actitud de Tablada mediante sus crónicas de "México de día y de noche" es la idea que condujo su pensamiento desde que se inició en el periodismo: rechazo a todo lo que significaba violencia, desorden e indefinición.
José Juan Tablada: "México de día...: Iturbide y Citerea", en Excélsior, 26 ene, 1937, p. 5.
Carlos Monsiváis, A ustedes les consta, México, Ed. Era, 1981, p. 29.
En el prólogo a las crónicas mexicanas Monsiváis va haciendo la caracterización del género en distintas etapas y va registrando sus diversas funciones.
Flor de María Hurtado: "Prólogo a Luis González Obregón", en México viejo, México,1979, p. IX. (Col. Clásicos de la Literatura Mexicana).
Explica Flor de María Hurtado, en el prólogo antes señalado, que en los escritos de Luis González Obregón se aprecia una clara oposición por las nuevas tendencias europeas, que en el proceso por justificar el "progreso" y la "paz" venían diezmando los ideales de independencia y unidad nacional, por los que tanto se había luchado a lo largo del XIX. Así, frente al afrancesamiento de la vida y las costumbres que mucho hacían recordar los años del imperio de Maximiliano, ofrece, el cronista, el pasado colonial como parte integrante de nuestra historia. Ibidem, p. IX
Arturo Sotomayor, Don Artemio, México, Ed. UNAM, Difusión Cultural, 1967, pp. XI-XII. (Col. Biblioteca del estudiante Universitario, No. 87).
Citado por Carlos Monsiváis, op. cit., p. 352.
Gonzalo Martín Vivaldi, Géneros periodísticos, México, Ediciones Prisma, s/a, p. 128.
Carlos Monsiváis, op. cit., p. 13.
José Luis Martínez Albertos, Curso general de redacción periodística, España, Barcelona, Ed. Mitre, 1983, p. 359.
Idem.
Idem.
Del libro de Ouspensky, Tertium Organum, Tablada va infiriendo una serie de apreciaciones interrelacionadas entre lo material y lo espiritual. Dice del texto que es una obra que dinamita, destroza y volatiliza el mundo de la materia que se suponía real y en su lugar edifica y evidencia el mundo espiritual que se creía ilusorio." José Juan Tablada: "Nueva York de día y de noche", en El Universal, 14 dic, 1924.
Marshal Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire: la experiencia de la modernidad, México, Ed. Siglo XXI, 1989, p. 129.
Carlos Monsiváis, op. cit., p. 26.
José Juan Tablada: "México de día...: La burbuja cósmica", en Excélsior, 26 sep, 1938, p. 5.
Manuel Graña, Ejercicios y orientaciones de periodismo, Madrid, Ed. Afrodisio Aguado, citado por Gonzalo Martín Vivaldi, op. cit., p. 139.
F. Gil Tovar, Introducción a las ciencias de la comunicación social, Bogotá, Colombia, citado por Gonzalo Martín Vivaldi, op. cit., p. 139.
Martín Vivaldi, op. cit., p. 139.
José Luis Martínez Albertos, op. cit., p. 366.
Luis Marsillach, citado por Martínez Albertos, op. cit., p. 369.
Idem.
Cuando apareció la primera crónica de la serie se advertía en la presentación: "Con el título `Las luces del Batavia' inaugura José Juan Tablada una de sus colaboraciones regulares, bajo el título de `México de día y de noche' y nos advierte que esa división, diurna y nocturna, no se refiere tanto a la giración solar como a los aspectos constructivos y luminosos o sombríos y negativos que la vida mexicana vaya revelando". José Juan Tablada: "México de...: Las luces del Batavia", en Excélsior, 13 ago, 1936, p. 5.
Martín Vivaldi, op. cit., p. 137.
En su artículo del 16 de junio de 1937 Tablada desarrolla la idea de que el mexicano en muchas de sus actitudes tiene parecido con el "mono", esto se advierte en muchos rostros maliciosos, cuando en vez de comer, devora o cuando algún sujeto tira la basura donde mejor le place.
José Juan Tablada: "México de día...: En torno de Vasconcelos", en Excélsior, 16 jun, 1937, p. 1.
José Juan Tablada, El Imparcial, 27 mayo, 1909.
José Juan Tablada, El País, 1o. ene, 1893.
Carlos Monsiváis, op. cit., p. 28.
José Juan Tablada, El Universal, 25 oct, 1896.
El contenido de los escritos de Tablada a partir de 1911 informaban sobre la militarización de las escuelas (El Diario, 18 ago, 1912, p. 3), la vida en el Colegio Militar (El Mundo Ilustrado, 8 sep, 1912, p. 2) el retorno a la tranquilidad de antaño (El Mundo Ilustrado, 20 oct, 1912, p. 2).
Aquí entenderemos por formas de expresión lingüística a la forma que adopta el mensaje escrito. Se conoce como formas de expresión a: la descripción, la narración, la argumentación y la opinión. Susana González Reyna, Manual de redacción e investigación documental, p. 89.
José Juan Tablada: "México de día...: La roña pochista", en Excélsior, 28 abr, 1937, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: Cuando México fue francés", en Excélsior, 29 ago, 1938, p. 5.
Martín Vivaldi, op. cit., p. 176.
Aquí se entenderá a la argumentación como un razonamiento que persigue la aceptación o el rechazo de una tesis propuesta. Se compone de dos partes: la tesis y los datos que la sustentan. Susana González Reyna, Op. Cit., p. 90.
José Juan Tablada: "México de día...": "El infierno zoológico", en Excélsior, 26 ago, 1938, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: La mala muerte", en Excélsior, 11 jul, 1938, p. 5.
Citado por Carlos Monsiváis, op. cit., p. 28.
Honorato de Balzac: "Prólogo", en La comedia humana, Trad. Aurelio Garzon del Camino, México, Ed. Colección Málaga, 1969, p. 12.
En el número 6 de la publicación (septiembre de 1903) se anunciaban las innovaciones de la revista, en el contenido: "en esta `nueva fase reduce el tamaño de los ejemplares, la sociedad se mezcla a la literatura y se comienza a hacer caso de la política". Héctor Valdés, Índice de Revista Moderna, p. 23. Según la nota del aviso de la revista indicaba entre otros asuntos: que la Revista Moderna se metamorfoseará por completo desde el mes de septiembre próximo, en el cual aparecerá bajo la forma de un magazine mensual, de numerosas páginas y con variadísimas secciones científicas, literarias, artísticas, sociales, informativas. Revista Moderna, t.VI, p. 256, Ed. facsimilar.
Por medio de su periodismo Tablada se congratuló también con el nuevo régimen. Así, a través de sus artículos el cronista respaldó las disposiciones del gobierno maderista de permitir que se formaran las milicias por parte de particulares para defenderse de las tropas zapatistas que llegaban a la ciudad de México. José Juan Tablada, El Diario, 19 may, 1912, p. 3.
José Juan Tablada, El Diario, 18 ago, 1912, p. 3.
José Juan Tablada, El Mundo Ilustrado, 20 oct, 1912, p. 2
José Juan Tablada, La Semana Ilustrada, 10 feb, 1914, p. 1. Igual actitud lo llevó a denunciar un acto que él consideró de injusticia: el fusilamiento de un anciano que había combatido contra los franceses en 1862 y que en 1914 intentó incorporarse a algunos de los bandos revolucionarios al enterarse de la nueva invasión norteamericana. Escribió Tablada que como los combatientes le tuvieron desconfianza, creyéndolo del gobierno, el anciano fue acribillado por los insurrectos. José Juan Tablada, La Semana Ilustrada, 26 may, 1914, p. 1.
Carlos Monsiváis: "Notas sobre la cultura mexicana", en Historia general de México, coordinador Daniel Cosío Villegas, t. 2a. reim., México, Ed. El Colegio de México/Harla, 1988, pp. 1393-1394. Al igual que los modernistas 30 años antes, los ateneístas en 1906 iniciaron un movimiento cultural que habría de desplazar el monolitismo en que había caído la cultura mexicana. Los principales integrantes del Ateneo: Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y otros organizaron el primer centro de cultura libre para dar forma a una nueva era de pensamiento. Recuperan, descubren y hacen circular a autores como Platón, Schopenhauer, Kant, Boutroux, Bergson, William James, Nietzsche, Schiller, Wilde, Hegel, etc. Pero además de su vuelta al humanismo y a los clásicos el grupo tenía la intención de promover las últimas expresiones artísticas y corrientes ideológicas de Europa.
Ibidem, p. 1392.
En el exilio, entre 1916 y 1919, Vasconcelos publicó cuatro obras que intentaron fijar una posición anticolonialista para la cultura latinoamericana: Pitágoras, una teoría del ritmo, El monismo estático, Prometeo vencedor, todas de 1916, y Estudios indostánicos, de 1919, que excluye una visión eficaz de las causas económicas y sociales (apuntan preferentemente a motivos de filosofía e historia del arte como motores históricos). José Joaquín Blanco, Se llamaba Vasconcelos, México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1977, p. 68.
Ibidem, p. 44.
Ibidem, p. 77.
Ibidem, p. 80.
Idem.
Lo que observó después Tablada ya nada tuvo que ver con los hechos que caracterizaron a la época porfiriana: exigencia sistematizada de privilegios, fe en la educación -de unos cuantos, como muralla contra el primitivismo-, fe en la ornamentación como signo de civilización y cultura, insistencia en la regeneración moral y la forja de la raza, etcétera.
Tomando en cuenta también lo que indica Monsiváis, el plan educativo de Vasconcelos contemplaba los siguientes objetivos: A) Se concebía a la educación como actividad evangelizadora efectuada a través de las misiones rurales. B) Campaña contra el analfabetismo. Adopción de los principios de la "escuela de acción" del norteamericano John Dewey. C) Difusión y promoción de las artes. Se fundó un Departamento de Bellas Artes, cuya misión era multiplicar, pedagógicamente, el entusiasmo por la pintura, la escultura, la música y el canto. Ch) El primer contacto cultural programado con el resto de la cultura latinoamericana y la española. D) La incorporación de la minoría indígena a la nación a través de un sistema escolar nacional. E) El descubrimiento, la difusión y el patrocinio de las artesanías populares. Ibidem, pp. 1418-1419.
Gómez Morín explicaba en su ensayo 1915, publicado en 1927, la trascendencia de ese año para la vida política del país y de ahí el nombre de la generación: "Y en el año de 1915, cuando más seguro parecía el fracaso revolucionario, cuando con mayor estrépito se manifestaban los más penosos y ocultos defectos mexicanos y los hombres de la Revolución vacilaban y perdían la fe, cuando la lucha parecía estar inspirada nomás por bajos apetitos personales, empezó a señalarse una nueva orientación. El problema agrario, tan hondo y tan propio, surgió entonces con un programa mínimo definido ya, para ser el tema central de la Revolución. El problema fue formalmente inscrito, también en la bandera revolucionaria. Nació el propósito de reivindicar todo lo que pudiera pertenecernos: el petróleo y la canción, la nacionalidad y las ruinas. Y en un movimiento expansivo de vitalidad reconocimos la sustantiva unidad iberoamericana [...]. Del caos de aquel año nació la Revolución. Del caos de aquel año nació un nuevo México y un nuevo valor de la inteligencia en la vida." Manuel Gómez Morín, 1915 y otros ensayos, México, Ed. Jus, 1973, p. 21.
También se empeñaba el cronista en conocer todas aquellas obras o documentos referentes a México y en difundir su contenido. Así, refutaba o aprobaba las distintas opiniones que sobre el país se formaban los extranjeros. Mediante el análisis de los textos José Juan Tablada fue haciendo una revaloración del país. Por eso cuando disecó el ensayo de Joel Robert Poinsett sobre su viaje a México en 1822 desaprobó la visión del norteamericano por enfocarse esta en resaltar sólo la precariedad material en la que estaba México en esos años. Advertía Tablada que la riqueza de México estaba en sus valores, en su historia, en su herencia cultural, pero sobre todo en el esplendor de su naturaleza. José Juan Tablada, El Universal, 23 ago, 1928.
José Juan Tablada:"Mexicanerías", en El Universal, 13 dic, 1929, p. 3, 1a. Sec.
Idem.
Enrique Krauze, Caudillos culturales de la Revolución, México, Siglo XXI, 1976, p. 62
Carlos Monsiváis: "Notas sobre la cultura mexicana", en op. cit., p. 1420
Héctor Valdés: "Prólogo", en Obras, I, Poesía, Prólogo, edición y notas de Héctor Valdés, México, Ed. UNAM, 1971, p. 23.
Ibidem, p. 23.
Ibidem, pp. 319-320.
Tablada trató de prestigiar a México dando a conocer las cualidades de su cocina: "cuando México debería tener un emporio culinario, un restaurante pulcro y digno de su cocina apetitosa, suculenta y variada, donde se sirvieran los platillos propios de cada región, desde el `Pipipollo' maya y los panuchos de cazón campechano, hasta el cabrito en su sangre, de Saltillo y los guisados de carne seca chihuahuense. Cada estado podría contribuir con su tributo. En materia de quesos, por ejemplo, yo que he viajado por el mundo entero, puedo asegurar que los `de calavera', de Chiapas y los de mocorito, no son superados por ningún otro". José Juan Tablada: "Nueva York de día y de noche", en El Universal, 1o. nov, 1925, p. 3.
El cronista denunció las distintas circunstancias en las que se reflejaba el influjo norteamericano en la sociedad mexicana, pero también reconoció que había una invasión mexicana en Norteamérica; advertía Tablada que esa situación se daba por cuenta de "dos flamantes agentes que aunque aparentemente hostiles, de áspero exterior poseen cualidades admirables ya reconocidas y aquilatadas", se refería el escritor al cactus y al coyote. Con esto Tablada contribuía al redescubrimiento de México, en esta ocasión por medio de su flora. José Juan Tablada: "Nueva York de día y de noche: Cactus y chayotes", en El Universal, 24 jun, 1930, p. 3.
Carlos Monsiváis: "Notas sobre la cultura...", en op. cit., pp. 1420-1421.
Héctor Valdés, op. cit., p. 15
José Juan Tablada, El Universal, 12 oct, 1930, p. 3, Sec. El Magazine para Todos.
James W. Wilkie y Edna Monzón, México visto en el siglo XX. Entrevistas de historia oral, pp. 310-312, citado por Luis González, Los días del presidente Cárdenas, Historia de la Revolución Mexicana 1934-1940, México, Ed. El Colegio de México, 1981, p. 29
Luis González, Ibidem, p. 30
Idem
José Juan Tablada: "México de día...: Lo grande se achica... Lo chico se agranda", en Excélsior, 31 ago, 1937, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: Camaradas infractores", en Excélsior, 5 abr, 1937, p. 5
José Juan Tablada: "México de día ...: Boleros y bolas", en Excélsior, 9 jun, 1937, p. 5.
Como respuesta a las fuertes presiones del campesinado nacional por la insatisfacción que prevalecía en el medio debido a la liquidación de la reforma agraria propuesta por Calles, Cárdenas instituyó al ejido como eje central de la nueva vida rural y alteró radicalmente la estructura de la propiedad (rural) con la expropiación de casi 18 millones de hectáreas, en su mayoría tierras ya en cultivo. Lorenzo Meyer: "El primer tramo del camino", en Historia general de México, coordinador Daniel Cosío Villegas, t.2, 2a. reimp., México, Ed. El Colegio de México/Harla, 1988, p. 1241.
José Juan Tablada: "México de día...: Nocturno del Caballo Blanco", en Excélsior, 31 oct, 1936, pp. 5,8.
José Juan Tablada: "México de día...: El viejo dios del fuego", en Excélsior, 11 mar, 1938, p. 5.
Luis González, op. cit., p. 120. Indica el autor que la estrategia de la política indigenista en ese tiempo consistió en cubrir todas aquellas partes que influían directamente en la vida de las comunidades, como lo era la instrucción, la enseñanza y el trabajo. Para instrumentar los propósitos, continúa el mismo autor, se crearon el Departamento de Educación Indígena y el Departamento de Asuntos Indígenas (1936), esta última institución se encargó de promover conferencias regionales indígenas, fundar internados para indios, implantar la escuela mixta, introducir a los pueblos artes y oficios con el fin de mejorar las artesanías aborígenes y construir casonas funcionales para la educación de la juventud nativa. Además se realizaron investigaciones sobre las condiciones de vida de los indígenas, cuyos resultados dieron contenido a la obra Población indígenas de México, que toma en cuenta a todas las tribus indias del país. También se elaboró el proyecto de trabajos de los centros de educación indígena (1937), dirigidos a encauzar racionalmente el progreso material, económico, psíquico y cultural de los indios, mediante el método de `Escuelas de trabajo'.
Inmediatamente se presentaron las represalias del extranjero: pérdidas de los mercados internacionales de los productos energéticos, devaluación de la moneda, subida del valor de los comestibles, amenazas de intervención de los gobiernos cuyas empresas se vieron afectadas.
José Juan Tablada: "México de día...: ¡Infeliz Cuernavaca!", en Excélsior, 6 may, 1938, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: Un pueblo y un presidente", en Excélsior, 13 jun, 1938, p. 5.
Salvador Novo, La vida en México en el período presidencial de Lázaro Cárdenas, México, Ed. FCE, 1974, p.11. (Col. Testimonios del Fondo, No. 7).
José Juan Tablada: "México de día...: Tarpón, petróleo, Trotsky", en Excélsior, 5 ene, 1937, pp. 5,7.
José Juan Tablada: "México de día...: "Posaderos y posadas", en Excélsior, 22 dic, 1936, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: Los niños españoles", en Excélsior, 11 jun, 1937, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: El dolor de España", en Excélsior, 11 sep, 1936, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: Todavía la guerra", en Excélsior, 3 oct, 1936, p. 5.
José Juan Tablada: "México de día...: España eterna", en Excélsior, 25 feb, 1938, p. 5.
Luis González, Los días del presidente Cárdenas,Historia de la Revolución Mexicana 1934-1940, México, Ed. El Colegio de México, 198, p. 131. Por otro lado, el proceder del gobierno cardenista de respaldar hasta el final al gobierno de la República Española fue bien visto y aceptado por los organismos gremiales del país. Los intelectuales por su parte, la mayoría se unió a las decisiones presidenciales e incluso a iniciativa de algunos de ellos, tal es el caso de don Daniel Cosío Villegas, se propuso el transtierro de la intelectualidad española. Llegaron a México, entre otros intelectuales: José Moreno Villa, José Gaos, Rafael Altamira, Álvaro de Albornoz, Bernardo de Quiroz, Jesús Bal y Gay, José Bergamín, León Felipe, Luis Cernuda, Pedro Carrasco, Roberto Castrovido y Sanz, Enrique Díez Canedo, Juan José Domenchina, Juan de la Encina, Eugenio Imaz y otros.
Salvador Novo, op. cit., pp. 479-480.
Carlos Monsiváis, A ustedes les consta, México, Ed. era, 1981, pp. 52-53.
José Juan Tablada le reconoció alguna cualidades al presidente Cárdenas: su amor por la naturaleza, su interés por hacer el bien y su "don de gentes" (como podrá constatarse en algunas de sus crónicas). Y de acuerdo a lo que indica José Emilio Pacheco: "-como en noviembre de 1940 anotaba Martín Luis Guzmán- resulta evidente, aún para sus peores enemigos, que el fallo de la historia es favorable a Cárdenas en proporciones extraordinarias, que fue un gobernante de innovaciones y transformaciones, un enemigo de la inmovilidad política que deseó para todos los mexicanos el disfrute de las riquezas del país". Salvador Novo, op. cit., p. 14