Heteronomías
Comúnmente considerada como la ausencia de autonomía, la heteronomía designa un origen de la ley que rige el comportamiento en tanto exterior a la voluntad del sujeto (por su etimología, en griego heteron refiere al «otro» y nomos a la ley). Para su definición, que resuelven por la vía negativa, los diccionarios de filosofía remiten al vocablo «autonomía», que a partir de Kant se define como la voluntad que se da a sí misma la ley moral acorde a la razón. Para el filósofo de Königsberg, todo otro origen de la ley moral cuestiona la libertad de la voluntad y por lo tanto los actos que produce no son auténticamente morales (Kant, 1968: 144). Este concepto de autonomía, relativo al orden político y social, había sido concebido antes por Rousseau en el Contrato Social y se relaciona con la voluntad individual y general. Actualmente remite a sociedades o comunidades que se rigen por su propia normatividad, aun cuando ésta contradice ciertas leyes del estado nacional.
Con Emmanuel Levinas la heteronomía pierde su definición por la vía negativa –que la reduce a la antítesis de la autonomía o simplemente a su carencia-, y se define como el sustento del concepto de «sujeto». Literalmente, para el filósofo lituano, sujeto es aquel que se encuentra sujetado a una relación con el otro. Así, el nomos por el que se rige el yo tiene origen en el heteron.
Historia, teoría y crítica.
En Occidente, hacia finales del siglo XVIII surge la concepción de la moral como autogobierno en tanto facultad humana igual en todos los hombres. Anteriormetne, la moral se entendía como obediencia a la autoridad. En el proceso de liberalización del pensamiento, la autonomía se considera un punto de inflexión en la relación entre individuo y sociedad. Esta descripción presupone un progreso en la libertad humana y en este sentido la heteronomía –entendida como el sometimiento a la voluntad de un tirano– se explicaría como un estadio superado en la moral. Sin embargo, la heteronomía no se reduce a la coacción ni tampoco a una obediencia irracional (y, adelantamos, tampoco el pensamiento se amolda al esquema del progreso). Desde esta perspectiva, la heteronomía no es la falta de autoridad sino su exterioridad.
La otra cara de la discusión en torno a la heteronomía revela el concepto de libertad que la subyace. Mientras que para Kant la moral autónoma es la voluntad del sujeto que decide libremente, conforme a la razón, sin mediar coacción externa alguna (proventa de Dios, del entorno o de otra person); para Levinas la libertad se define con relación a la responsabilidad por el otro, irreductible y exterior al yo. Esta responsabilidad heterónoma levinasiana, anterior a la voluntad, proviene de la interpelación del rostro del otro que, según el filósofo, al volverse hacia el sujeto, se le opone sin hostilidad. Podría objetarse que esa irrupción del otro en la calma del yo es violenta. Sin embargo, contrariamente al sentido común, la violencia, según el filósofo lituano, consiste en ignorar esta oposición del rostro del otro, en reducirlo a cálculo para su sometimiento, corrando su inquietante alteridad. El encuentro con el rostro del otro, que se presenta como anterior a la libertad del sujeto, le ofrece a este último la posibilidad de poner en marcha esa libertad. En este sentido, para la ética heterónoma, la palabra es mandamiento. Aparentemente hay una paradora, la libertad heterónoma es difícil libertad: por ejemplo, el "no matarás" se vuelve infinitamente exigente –y a la vez prometedor– al traducirse como la obligación de que el otro viva.
En términos de Levinas esta responsabilidad por la vida del otro recibe el nombre de "maternidad ética". El Otro levinasiano remite tanto al presente (el prójimo) como al pasado (memoria de los vencidos por redimir) y al porvenir (responsabilidad con las generaciones que vendrán). es característica de la ética heterónoma la inversión de la perspectiva: al provenir de la exterioridad, se relaciona con el mndo desde el lugar del otro (que nunca puede confundirse con el yo, o con el Mismo), de ahí su enorme potencial (auto)crítico. Exterioridad del otro que exhorta al sujeto a tomar posición a su favor: al mostrarse su condición de usurpador y ocupante, el otro conmina al sujeto a ceder el espacio que ocupa. Implacable en su crítica, la heteronomía genera un pensamiento inquieto, neutraliza la comodidad autocomplaciente típica de una moral altruista.
(Extracto de “Heteronomía”, Silvana Rabinovich en Léxico de la vida social, Castañeda Sabido Fernando Rafael, Baca Olamendi Laura e Iglesias González Alma (coords.), Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, EDIMPRO, S.A. de C.V., México, D.F., 2016.)